Usain Bolt y Michael Phelps son, por ahora, los grandes triunfadores de los Juegos Olímpicos de Río. Algunas deportistas como la gimnasta texana Simone Biles, con dos oros hasta la fecha y aspirante a cinco, puede también encaramarse al estrellato. Y hasta el 21 de agosto, en que se clausurarán los JJ.OO., aún faltan días para hacer un balance definitivo.

Pero Bolt y Phelps son otra cosa. Son deportistas que lo que han hecho en estos Juegos es ampliar su leyenda, algo que sólo está al alcance de aquellos que se han transformado en mitos en sus respectivas disciplinas. El jamaicano ha logrado en Río el tercer oro olímpico consecutivo en la carrera de 100 metros, algo que ningún atleta había conseguido nunca. A sus 29 años aún puede seguir conquistando medallas, pero su historia es difícilmente superable.

El caso del estadounidense Phelps es también histórico. En los cinco Juegos Olímpicos que ha participado ha logrado 23 medallas de oro, 3 de plata y 2 de bronce. Ahora, con 31 años, las olimpiadas se han acabado definitivamente para él. Pero Phelps ya es el más grande en la piscina, desplazando a Mark Spitz, el primer nadador que consiguió siete oros olímpicos en unos Juegos (Múnich, 1972).

Es obvio que el deporte es un negocio y los Juegos Olímpicos un gran negocio. Pero al lado de especulación de todo tipo y corrupción en las altas esferas del deporte están los deportistas. Aquellos que con su esfuerzo primero son deportistas, después laureados y más tarde leyenda. Y así hasta los siguientes Juegos.