Hace semanas que todas las encuestas coinciden: Ciudadanos va a ser el gran damnificado de las próximas elecciones españolas del 10-N. Albert Rivera, el otrora elogiado político de la derecha mediática y empresarial, va a ser víctima, si se cumplen los sondeos, del abrazo del oso del Partido Popular. Ciudadanos anda desesperado: Casado le roba por la derecha, Sánchez está muy blindado por este flanco españolista y solo aspira a mejorar resultados, sus continuos espectáculos de pirotecnia electoral son cada vez menos efectistas y su bandera contra los partidos independentistas se la reparten en esta ocasión cuatro formaciones españolas, desde Vox al PSOE.

En esta estrategia a la desesperada, Rivera ha movido dos piezas. La primera, la moción de censura de Lorena Roldán al president Quim Torra que se sustanciará en el Parlament el lunes. La segunda, abrirse a un acuerdo con el PSOE tras el 10-N, una posibilidad que hasta la fecha siempre había negado. Vayamos al primer movimiento. Lorena Roldán carece de posibilidads de ganar la moción de censura desde el primer momento y pese a todo ha decidido convertir el Parlament en un plató de televisión en plena campaña electoral.

Lo más sorprendente es que cuando Ciudadanos debía aspirar a la presidencia como partido más votado en los comicios del 21 de diciembre de 2017, Inés Arrimadas renunció. Cierto que no tenía posibilidades, pero ahora tampoco. Arrimadas, incluso, cuando vio la caída en picado de la formación naranja en Catalunya se refugió en el Congreso de los Diputados y pasó el testigo de jefa de la oposición a Roldán. ¿Entonces cuáles son los motivos para la moción de censura? Fundamentalmente, colocar en un brete al PSC, que se abstendrá, y tirar del hilo de que Pedro Sánchez y los socialistas se ayudan mutuamente. Poco o nada creíble, pero no le quedan muchas otras cartas.

Este movimiento, por cierto, es antagónico del que ha hecho este sábado abriéndose a un acuerdo con el PSOE y completar su mayoría tras el 10-N si es necesario. El hecho de que Sánchez haya decidido olvidarse en esta campaña de la derecha y centrar todas sus críticas en el independentismo lleva a pensar que el acuerdo bien vía Ciudadanos o vía abstención del PP está más que cocinado. Iríamos a un gobierno monocolor y previsiblemente de legislatura corta en que PSOE, PP y Cs, también Vox, solo se pondrían de acuerdo en como gestionar las sentencias del Supremo a los presos independentistas catalanes y en el nivel de represión en Catalunya.

Con eso, Pedro Sánchez, que es un jugador táctico de mirada siempre más bien corta, quizás ya tiene suficiente. Sobre todo si lo que prefiere por encima de cualquier otra cosa, como ya demostró, es un gobierno monocolor.