Cuesta encontrar un gobierno más torpe y falto de dirección política que el de Pedro Sánchez, que tiene que correr una y otra vez a rectificar las medidas que anuncia. El último caso ha sido el de las calefacciones a 19º y los aires acondicionados a 27º para ahorrar energía y que el propio presidente presentó a finales de julio en la conferencia de prensa que cerró el curso político. Tres días ha durado la medida de los aires acondicionados a 27º, los que ha tardado en saber que se saltaba la ley de protección de las condiciones laborales de los trabajadores de 1997 y que le pusieran informes encima de la mesa de que aumentaba la mortalidad en un 16% dormir a más de 25º, algo que se ha podido comprobar en este junio y julio de severa canícula.

Los 27º del aire acondicionado mínimo del martes han pasado a 25º este viernes y se sitúa en el margen de las recomendaciones de Bruselas. Previamente, autonomías del PP como las de Madrid y Andalucía ya habían señalado que no pensaban subir de 25º el aire acondicionado. Euskadi también se distanció de las medidas de Sánchez y pidió que se sincronizaran con Bruselas, algo que el gobierno ha acabado haciendo. En Catalunya, el Govern no ha dicho nada, o si lo ha dicho, ha sido en una voz tan baja que nadie lo ha recogido. Finalmente, el alcalde socialista de Vigo, famoso por sus iluminaciones navideñas, ha empezado a colgar el alumbrado para las Fiestas de Navidad.

Un gobierno autodenominado progresista y de izquierdas no debería tomarse tan a la ligera medidas que afectan al ahorro energético y con las que se pretende enviar un mensaje de compromiso para superar las amenazas de recorte del gas ruso que hay en el horizonte. El único mensaje que se envía es que un grupo de zafios se sientan en el Consejo de Ministros y que están capitaneados por un presidente que se mueve entre la rectificación y la mentira. Nunca hay un plan sólido de nada, la improvisación suele marcar las decisiones que se anuncian y el populismo de baja estofa preside la mayoría de las medidas que se dan a conocer a la opinión pública.

Pedro Sánchez hace como si nada de eso fuera con él y mantiene un Consejo de Ministros en el que la gran mayoría de sus miembros están políticamente carbonizados. La crisis de gobierno que todo el mundo situaba en julio, antes de vacaciones, quedó en una crisis de la dirección del PSOE recuperando a políticos con muchos quinquenios como Patxi López. Pero del gobierno nada se supo. Curiosa manera de vetar el paso a un posible gobierno de PP y Vox que, sin hacer nada, cada día están mejor en las encuestas. No es extraño que haya quien piense en el PSOE que la única solución posible a estas alturas es que sea él quien se vaya.