La renuncia de Elsa Artadi a encabezar la candidatura de Junts a la alcaldía de Barcelona por razones personales y que ha llevado aparejada, lógicamente, su retirada de la política activa, ha cogido por sorpresa a la dirección del partido y al grupo municipal, que se ha limitado a levantar acta de un problema más, en un momento tan importante para una organización política como es la próxima celebración de su congreso el próximo 4 de junio. Artadi aduce agotamiento, que no se siente con la fuerza suficiente para continuar y que no está en condiciones de seguir manteniendo la energía e intensidad con los que ha trabajado en política los últimos 11 años, y los cinco últimos en primerísima línea.

No es fácil para una persona desnudarse así ante la opinión pública. Porque no se va por falta de ilusión, sino porque aunque la política tiene momentos agradables, tiene muchos otros que además de desagradables, uno puede percibirlos como injustos. Explicaba Alfredo Pérez Rubalcaba que para ser político y ocupar una posición preeminente en un partido hay que estar hecho de una pasta especial. A otros dirigentes políticos que han gobernado aquí y allá se lo he oído expresar con frases diferentes pero que, en el fondo, venían a representar lo mismo. A lo mejor por eso los denominados políticos profesionales están hechos con una amalgama especial y preparados para todas las embestidas. Las de los de fuera y sobre todo las de los de dentro. Ya decía Giulio Andreotti que hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos, enemigos mortales y... compañeros de partido. Eso es lo único que no ha cambiado de cuando el político italiano ocupaba hace ya muchos años siempre una posición preeminente en el gobierno transalpino.

Artadi ha crecido políticamente a la sombra del president Carles Puigdemont, con todo lo que todo ello supone, sobre todo a partir de su exilio a finales de octubre de 2017. Ha sido su sombra y su voz, su colaboradora y muchas veces también su confidente. Quien sabe, quizás no sea tanta casualidad que Puigdemont y ella se aparten del partido en el mismo momento, aunque las razones y los motivos sean radicalmente diferentes. Aunque las expectativas de Junts en Barcelona seguían siendo bajas, la retirada de la candidata Artadi abre de par en par la necesidad de encontrar un relevo y de tener que hacerlo en un contexto nada fácil, ya que nunca ha sido la capital catalana una plaza fácil de conquistar en unas municipales. Artadi nunca se ha engañado sobre las dificultades de ganar en Barcelona, pero aceptó el reto en 2019, dejando un cargo con mucha más relevancia asegurada como el de consellera de Presidència. Allí demostró que tener un cargo no era lo más importante para ella y que estaba dispuesta a arriesgar y salir de la zona de confort en la que estaba.

Es obvio que ya se han puesto en circulación diversos nombres, empezando por Xavier Trias, el alcalde de Barcelona entre 2011 y 2015, los últimos buenos años de la ciudad y a quien una campaña sucia y falsa, como luego se demostraría, apartó del cargo. Otros nombres se han publicado, desde Artur Mas a Joan Canadell, por citar dos, pero parece difícil que esta carpeta se resuelva antes de la vuelta del verano, ya que el congreso de Junts, dividido en dos partes, junio y julio, va a dejar poco tiempo para que adopten otras decisiones. También es obvio que la orientación del congreso de Junts y la elección de la nueva dirección abrirá o cerrará puertas a candidatos que serán excluidos o se autoexcluirán.