Ernesto Valverde vio la luz en Londres. El entrenador encontró la fórmula para que el equipo recuperara el control a partir de la pelota. El Barça se reencontró con su mejor versión en Wembley, un estadio que ya es una segunda casa para los culés. Y todo eso, gracias a un cambio: Arthur Melo por Ousmane Dembélé. Enviar a Philippe Coutinho a la banda y entregarle el medio del campo a Arthur le cambió la cara al Barça, mucho más cómodo con el fútbol de toque que con el de contragolpe.

Más allá de la exhibición de Leo Messi, que volvió a demostrar que juega un peldaño por encima de cualquier rival, el nombre propio de la victoria del Barça contra el Tottenham fue Arthur. El mediocampista brasileño tenía la gran oportunidad para justificar el movimiento del club, que avanzó su incorporación cuando supo que Andrés Iniesta hacía las maletas para jugar en Japón. Y no la desperdició.

El Barça, con las líneas mucho más juntas, hizo un esfuerzo para recordar qué lo había hecho grande y olvidar así una racha de tres partidos sin ganar. La presión alta y puesta en marcha casi siempre por Luis Suárez empujaba a la defensa y arrastraba el medio del campo. El equipo intentaba moverse en 50 metros. Menos esfuerzos y más intensos. El Tottenham corria molt més. El Barça recuperaba la pelota y no la perdía porque, entre otras cosas, pasaba por las botas de Arthur, que juega con el '8' de Iniesta pero tiene más cosas en común con el '6' de Xavi Hernández.

Gol Barça Tottenham Champions Coutinho Messi EFE

Arthur aceptó la presión de los ingleses y la superó a base de controles orientados, recortes con la cadera y pases al primer toque. No es rápido y sólo hace unos meses que se entrena con sus compañeros, pero habla el idioma Barça, incomprensible para muchos futbolistas. Su talento natural también lo explican los números: 70 pases. Tres menos que Ivan Rakitic y tres más que Sergio Busquets, sus compañeros en el medio del campo.

Su entrada provocó que el Barça abandonara las idas y venidas. El equipo siempre atacaba con criterio y no se partía cuando tenía que correr hacia atrás. Su fútbol mezcla bien con el de Messi y eso es un argumento de peso que puede condenar a Dembélé y Arturo Vidal, que no dudó en exteriorizar su malestar cuando sus compañeros todavía celebraban la victoria en el vestuario de Wembley.

Valverde ya sabe qué hay. Con Arthur haciendo de interior y Coutinho de extremo el Barça cuajó el mejor partido desde que llegó al banquillo del Camp Nou hace poco más de un año. En Valencia tiene otra oportunidad para consolidar una alineación que puede dejar en anécdota la derrota contra el Leganés y los empates contra el Girona y el Athletic Club.