Pasan los días y nadie sabe cuándo se jugará la Supercopa de España entre el Barça y el Sevilla. La Real Federación Española de Fútbol, organizadora del torneo, intentó desencallar la situación proponiendo que la Supercopa 2018 se juegue de manera excepcional a un partido y en un campo neutral.

El Barça, vigente campeón de Liga y Copa del Rey, aceptó la propuesta de la Federación, que tenía previsto disputar el partido en Tánger, Marruecos, para compensar la diferencia de ingresos. El Sevilla, sin embargo, no se movió ni un milímetro de la postura que defiende desde que perdió la final de Copa por goleada: Supercopa a doble partido el 5 y 12 de agosto.

Javier Tebas, presidente de LaLiga, ya descartó modificar el calendario de Liga para meter dos partidos, que pueden ser uno, entre las primeras jornadas. Por lo tanto, la Federación trabaja a contrarreloj. El máximo organismo del fútbol español ya ha asegurado que volverá a tratar el asunto en su Junta Directiva del próximo 9 de julio.

Lo más lógico, ante los diferentes criterios, es que la Supercopa acabe jugándose a doble partido. En el Ramón Sánchez Pizjuán y el Camp Nou. Las diferencias han devaluado uno de los primeros torneos del año. Esta situación obliga a la Federación a reinventar el formato caduco de una Supercopa que pierde interés cada temporada. La sede y el baile de fechas ofrecen una imagen de improvisación impensable en países como Alemania o Inglaterra.