Sergi Samper, futbolista del Barça que juega cedido en el Granada, no ha tenido su mejor estreno en la Primera División. Luis Enrique y el secretario técnico blaugrana Robert Fernández decidieron buscarle fuera los minutos que se le negarían en el primer equipo. Pero las cosas se han torcido en sólo nueve jornadas.

Jémez, el gran aval

Un jugador de las características de Samper necesita un ecosistema especial para desarrollarse. El futbolista se apoya en la pelota y el juego asociativo para crecer. Cualquier otro estilo, lo desvirtúa y vulgariza. Es por eso que la decisión de fichar por el Granada estaba plenamente condicionada por Paco Jémez, su entrenador. Jémez dejaba el Rayo Vallecano para marcharse a entrenar a Andalucía con el mismo sello de juego.

Algunos lo tildan de loco por exponerse demasiado en defensa pero sus equipos siempre garantizan espectáculo. Su atrevimiento llevó a robarle la posesión al Barça después de 315 partidos. Un hito difícilmente alcanzable con una plantilla tan modesta como la de Vallecas. A Jémez no le tiembla el pulso si tiene que apostar por un joven del filial o tiene que hacer el primer cambio antes de media hora. Un entrenador especial para un jugador especial.

"Me costó mucho tomar la decisión pero ahora voy a muerte con la Granada", reconoció el jugador en una entrevista al programa Què t'hi jugues! de la Cadena SER. Eran sus primeras palabras después de dejar el Barça, una determinación que había tomado con el único objetivo jugar. Y así fue. A los pocos días de ser presentado, Samper ya fue titular con el Granada en el campo de Las Palmas. El resultado no acompañó (5-1), pero quedó claro que sería protagonista.

Dueño sin fútbol

La corporación china de marketing deportivo Desports se hizo con el 100% del club por unos 37 millones de euros este verano. El Granada cambiaba de manos pero seguía manteniendo el mismo modelo de gestión, basado en los beneficios a través de los traspasos.

Las empresas entienden el fútbol como un negocio dejando el deporte de lado. Con Paco Jémez fuera del club, el equipo pierde la apuesta y confirma la poca paciencia en un mundo que se exigen resultados inmediatos independientemente de los recursos. El futuro de Samper se difumina y si la situación no mejora, el Barça tendrá que recolocarlo en el próximo mercado de invierno.