El Clásico dejó heridas más profundas de lo que parece en el vestuario del FC Barcelona. La derrota ante el Real Madrid por 2-1 no solo supuso un golpe en la Liga, sino también en la convivencia interna del equipo. La figura de Lamine Yamal, lejos de salir fortalecida, ha generado división entre los jugadores. Y quien más claramente ha dejado ver su descontento ha sido Ronald Araújo.

El central uruguayo no quiso entrar en polémicas, pero sus palabras dejaron entrever molestia. Cuando le preguntaron por el joven de 18 años, respondió con frialdad: “No quiero hablar de él, solo puedo decir que es un gran profesional, uno de los mejores del mundo, y estamos felices de tenerlo. Es mayor de edad, sabe lo que tiene que hacer”. Un mensaje diplomático, pero que sonó más a distancia que a respaldo.

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EuropaPress Lamine Yamal

Ronald Araújo prefiere  no hablar de Lamine Yamal

Dentro del vestuario, muchos interpretaron esa frase como una llamada de atención. Araújo no es el único. Según fuentes internas, otros jugadores veteranos comparten su malestar. Consideran que el joven canterano está mal asesorado, demasiado pendiente del ruido exterior y de la imagen mediática que proyecta. Su comportamiento antes del partido, en plena previa del Clásico, no gustó. Y menos aún su actuación sobre el césped, donde se le vio tenso, desconectado y sin reacción ante la presión rival.

La situación se agrava por la actitud del padre de Lamine Yamal, Mounir Nasraoui, que vuelve a estar en el punto de mira. Sus declaraciones en redes sociales y sus gestos públicos generan incomodidad en el entorno culé. Antes del Clásico también montó el numerito en las redes.

En el Barça empiezan a estar molestos con Lamine Yamal y su entorno

En un directo en Instagram previo al encuentro, mientras preparaba una tortilla de patatas, lanzó una frase que ha resonado en el club: “Yo me los cocino aquí y mi hijo se los cocina allí”. Todo mientras animaba al maniquí de su hijo gritando: “¡A por ellos!”.

Para algunos, puede parecer una broma o una expresión de orgullo paternal. Pero dentro del club, la sensación es otra: exceso de protagonismo y una falta de discreción que no ayuda a la estabilidad del vestuario. Ya en la gala del Balón de Oro, Nasraoui fue protagonista por gritar en medio del evento: “¡Lamine Yamal, para bien o para mal!”. Desde entonces, en el club tratan de mantener un perfil bajo en torno a la familia del jugador, algo que no siempre consiguen.