El fichaje de Nico Williams por el FC Barcelona no está cerrado, pero detrás de cada paso firme en esa dirección ha estado Joan Laporta. El presidente azulgrana ha sido, desde el verano de 2024, el gran impulsor de la operación, y los últimos acontecimientos entre ambas entidades han convertido ese interés en una cuestión personal. La tensión vivida en el palco durante el último encuentro liguero entre Barça y Athletic ha acelerado la ofensiva por el extremo internacional.

El episodio, cargado de frialdad institucional y de gestos poco habituales entre directivas, fue la culminación de un desgaste que se arrastra desde que el Barça intentó el fichaje de Nico hace un año. La respuesta del club bilbaíno, considerada por la cúpula azulgrana como desproporcionada y hostil, encendió los ánimos. Enric Masip, asesor directo de Laporta, criticó públicamente la actitud del Athletic, dejando en evidencia el malestar interno con el comportamiento de la entidad vasca.

Barça Mobile Joan Laporta FC Barcelona
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Laporta, en ese contexto, no solo ha retomado con más fuerza la intención de llevar a Nico al Camp Nou, sino que lo ha convertido en una suerte de respuesta simbólica. Si entonces se lo negaron con contundencia, ahora la estrategia apunta a asumir el coste y los recursos necesarios para lograr su incorporación. No se trata solo de reforzar la plantilla, sino de enviar un mensaje claro: el Barça no olvida ni tolera desplantes institucionales.

Una operación deportiva con trasfondo emocional

Aunque en términos estrictamente futbolísticos Nico encajaría perfectamente por perfil y edad en el proyecto de Hansi Flick, lo destacable en este caso es la carga emocional que ha adquirido la operación. Laporta no ve ya a Nico solo como un refuerzo estratégico, sino como una pieza clave en su particular ajuste de cuentas tras el desencuentro con la directiva rojiblanca.

Desde el punto de vista económico, el club ya ha movido ficha para activar los mecanismos que le permitirían afrontar la cláusula de rescisión y cumplir con el registro financiero exigido por la Liga. Internamente, el nombre de Nico se ha convertido en una prioridad y su llegada, de producirse, se leería no solo como un triunfo deportivo, sino como un golpe institucional a uno de los focos de tensión más recientes en el entorno del presidente.

Laporta, firme en su estilo de liderazgo, ha transformado un objetivo de mercado en una cuestión de orgullo. Si el Barça logra cerrar el fichaje, no será solo una victoria en los despachos: también se interpretará como una revancha silenciosa tras el desprecio recibido. Nico Williams se perfila así no solo como el gran refuerzo del próximo proyecto, sino como el símbolo de una partida que Laporta no está dispuesto a perder.