La primera derrota del Espanyol de Rubi se explica por dos jugadas consecutivas. El Alavés ha conseguido remontar el partido con un córner y un contragolpe (2-1). Dos minutos fatídicos que han llegado después de la intervención del VAR, protagonista decisivo en Mendizorroza.

El Espanyol llegaba a Vitoria en dinámica ascendente después de exhibirse contra el Valencia. Rubi no ha querido tocar nada para repetir un once que ha tenido que sudar sangre en unos primeros minutos de desgobierno. La pelota sólo se jugaba en medio del campo y no tenía dueño. Las ocasiones, a excepción de un gol bien anulado a Manu García por manos, brillaban por su ausencia. La falta de control ha derivado en golpes y tarjetas. Los dos equipos han empezado a cargarse de amarillas mientras el partido transitaba en la monotonía.

Leo Baptistao era el único futbolista que proponía algo diferente con diagonales desde la banda hacia el centro. Sus disparos han sido las primeras aproximaciones del Espanyol al área de Fernando Pacheco, portero del Alavés. El partido ha dado un giro de 180 grados gracias al VAR, que ha señalado un penalti de Víctor Laguardia sobre David López a la salida de un córner. Baptistao no ha fallado desde los once metros para avanzar a los blanquiazules.

Con el marcador de cara, el Espanyol ha movido la pelota con más criterio, ayudándose otra vez de la fiabilidad en el pase de Marc Roca. Rubi tenía el partido en su mano y no ha tocado nada al descanso para buscar el segundo gol. La estrategia ha tenido un resultado inmediato, pero el VAR ha vuelto a escena por anular el 0-2 de Sergio García. El Alavés ha interpretado la decisión del videoarbitraje como una vida extra y en dos minutos le ha dado la vuelta al marcador. Borja Bastón y Rubén Sobrino han dinamitado el partido.

El Espanyol estaba obligado a reaccionar y Rubi ha acabado jugando con seis delanteros para intentar no marcharse de Vitoria con los bolsillos vacíos. Los cambios no han funcionado, pero han demostrado otra cara del equipo, mucho más ambiciosa. El silbato final ha certificado una derrota tan inmerecida como evitable.