No ha habido milagro. El Olympique de Lyon ha vuelto a ganar al Barça y lo elimina de la Champions League en los cuartos de final (0-1). Las blaugrana plantan cara, pero no pueden hacer nada para difuminar las diferencias entre las dos plantillas.

Un escenario inmejorable

El club ha conseguido movilizar la afición para que llene las graderías del Miniestadi en una jornada que supone un nuevo récord de asistencia en el fútbol femenino de can Barça: 12.178 espectadores. Con pocos agujeros en las gradas, las jugadoras blaugrana han saltado sobre el césped entre banderas y dos pancartas gigantes que reclamaban la libertad de los presos políticos.

La gesta era casi imposible. Pero Fran Sánchez, entrenador del Barça, ha querido apurar sus opciones al máximo. El técnico ha variado el dibujo para poblar el medio del campo. Alexia y Bussaglia eran la pareja de mediocampistas, mientras que Patri Guijarro retrasaba su posición y se convertía en central. Marta Torrejón pasaba al lateral derecho. El 4-2-3-1 lo fiaba todo al talento en ataque de Lieke Martens y Toni Duggan.

La consigna era no encajar ningún gol para seguir vivas. Y la portera Sandra Paños ha vuelto a ser decisiva, como en el partido de Lyon. Sus paradas han hecho buena la propuesta de un Barça centrado en defender y con tenía muchos problemas para cruzar la línea del medio del campo con la pelota controlada. A pesar de la voluntad del público, el Olympique no sufría.

El Barça ganaba metros con faltas que eran pequeñas conquistas, pero se le fundían los plomos cuando tenía que proponer en ataque. Las delanteras perdían todos los duelos individuales y no generaban peligro. La sensación de superioridad de las francesas daba miedo y lo más positivo era el marcador. El 0-0 al descanso lo dejaba todo abierto. El equipo sabía que con un gol eliminaba a las vigentes campeones de Europa.

¿Un gol injusto?

El Lyon no modificaba su planteamiento, porque entendía que la mejor manera de proteger su margen era tener la pelota. Las francesas seguían sometiendo al Barça con posesiones largas que iban de un lado al otro. Melanie Serrano ha evitado el 0-1 bajo palos con un cabezazo. Alexia, minutos después, ha hecho lo mismo, pero la linier ha interpretado que el remate de Le Sommer ya había cruzado la línea.

El premio era justo, aunque la jugada del gol genera muchas dudas. El 0-1 ha confirmado las tendencias de los dos equipos. El Barça ha intentado sacudir la eliminatoria, muy cuesta arriba, desde el banquillo, pero no lo ha conseguido. El Lyon ha hecho valer su condición de mejor equipo del mundo para abortar cualquier intento de rebelión.

El público animaba a unas jugadoras a las que les faltaba gasolina y puntería. El Barça, con el paso de los minutos, asumía un desenlace inevitable. El equipo, a cada error, se despedía de una competición donde siempre ha plantado cara. La mala suerte en el sorteo de los cuartos de final lo envía a casa antes de tiempo, pero vuelve a señalarle el camino: cada temporada se acercan un poco más a la élite europea.