La Eurocopa de Alemania 2024 será la segunda que se celebrará en el país teutón. La primera fue el histórico Campeonato de Europa de 1988, un torneo que dejó para la historia imágenes inolvidables, como la del golazo de Marco Van Basten en la gran final, la volea imposible de uno de los mejores delanteros europeos de todos los tiempos, ante la alegría de Rinus Michels.

En esta ocasión, sin embargo, la final se celebrará, como es lo habitual, en la capital del país anfitrión, Berlín. Y es que en la edición de 1988 la sede escogida acabó siendo Múnich. La elección hay que enmarcarla en el contexto de la Guerra Fría de la época. El bloque soviético se negaba a aceptar a Berlín como ciudad perteneciente a la Alemania Occidental, hasta el punto de amenazar con no participar si Berlín acogía partidos del torneo.

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Logo del Campeonato de Europa Alemania 1988 / Foto: Wikimedia Commons

Las 8 elegidas de Alemania 88

Mientras que en Alemania 2024 habrá un total de 24 participantes, récord histórico de equipos, en Alemania 1988 solo hubo 8 selecciones, ya que en aquellos tiempos las fases finales eran mucho más selectivas. Con Alemania Occidental ya clasificada como anfitriona, las otras 7 selecciones se decidieron de una forma tan sencilla como complicada, 7 grupos en los que llegaban al torneo los 7 ganadores. Y las vencedoras fueron España, Italia, URSS, Inglaterra, Países Bajos, Dinamarca e Irlanda. Selecciones como Portugal, Yugoslavia, Francia, Checoslovaquia o Bélgica se quedaron fuera.

El sistema de torneo fue el de 2 grupos de 4 equipos de los que los 2 primeros de cada grupo se enfrentaron cruzados en unas semifinales a partido único. Para ganar la Eurocopa, pues, se debían superar solo 5 partidos. En el grupo 1 quedaron enmarcadas Alemania Federal, gran favorita al ser la anfitriona, Italia, España y Dinamarca. Y en el 2, Países Bajos, la URSS, Irlanda e Inglaterra.

Alemania Federal y la URSS dominan la fase de grupos

En el grupo 1, Alemania, con un equipazo, con jugadores del nivel de Brehme, Kohler, Littbarski, Matthaus, Völler o Klinsmann, empató 1-1 en la primera jornada contra Italia, que también se presentó al torneo con un gran equipo, con futbolistas de la talla de Baresi, Maldini, Bergomi, Ancelotti, Donadoni, Mancini y Vialli. La España de Miguel Muñoz logró imponerse a la Dinamarca de Michael Laudrup en el primer partido, con un espectacular 2-3, pero no pudo hacer nada contra las dos gigantes, que accedieron a las eliminatorias, Alemania como primera por un gol de diferencia respecto a Italia.

En el grupo 2, la gran dominadora fue la URSS del mítico Valeriy Lobanovsky, que venció a los Países Bajos y a Inglaterra y solo pinchó contra una sorprendente Irlanda, con la que empató 1-1. Con una Inglaterra decepcionante, que no sumó ni un solo punto, la segunda plaza se la jugaron los Países Bajos e Irlanda en un partido dramático disputado en Gelsenkirchen. A los tulipanes solo les valía la victoria, que llegó en el minuto 82 gracias a un gol de Wim Kieft.

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Valeri Lobanovsky, histórico seleccionador de la URSS en 1988 / Foto: Wikimedia Commons

Una remontada para iniciar el sueño

La primera semifinal fue legendaria, la que enfrentó a Alemania Federal con los Países Bajos, entonces conocida como Holanda. En un Volksparkstadion, en Hamburgo, lleno a reventar, el ambiente estaba muy enrarecido por el contexto histórico, ya que los neerlandeses no olvidaban la sangrienta invasión sufrida por la Alemania Nazi en la II Guerra Mundial. Los locales eran los claros favoritos y pusieron un pie en la final gracias a un gol de Matthaus, desde el punto de penalti, ya entrada la segunda mitad. Los tulipanes lograron el empate también de penalti, cometido sobre Van Basten y transformado por Koeman. Y cuando parecía que el partido se iba a la prórroga, Van Basten logró un gran gol, con un remate cruzado, lo que significaba el primer billete para los Países Bajos para la final de una Eurocopa. Alemania Federal estaba fuera.

Menos historia tuvo la segunda semifinal, que enfrentó a la URSS con Italia, en Stuttgart. Y es que el rodillo soviético no tuvo compasión de una selección azzurra con mejores individualidades y se impuso por 2-0, con goles de Lytovchenko y Protasov, ambos jugadores del Dinamo de Kiev, bloque de aquella selección.

La volea imposible de Van Basten

En la final, pues, se iba a repetir el URSS-Países Bajos de la fase de grupos, por lo que la gran favorita para llevarse el título era la selección roja, que ya había ganado a la tulipán con cierta facilidad. En el recuerdo, además, estaba la final del Mundial 74, también disputada en el Olympiastadion de Múnich, en la que la Naranja Mecánica de Johan Cruyff cayó contra Alemania (2-1). La historia empezó a cambiar en el minuto 32, cuando Ruud Gullit abrió el marcador con un gran remate de cabeza.

La URSS no se vino abajo y buscó el empate con insistencia, generando ocasiones de gol muy claras, hasta que Van Basten cazó un centro bombeado de Muhren para inventarse la volea más mítica de la historia del fútbol. La URSS no se rindió y pudo meterse en la final mediante Belanov, que en solo 2 minutos mandó un balón al palo y falló un penalti. Fue el final de la legendaria selección soviética de Lobanovsky y el desquite de los Países Bajos, que después de perder las finales de los Mundiales de 1974 y 1978, logró su primer éxito internacional con una generación de futbolistas fantástica, con el histórico Rinus Michel en el banquillo y estrellas como Van Basten, Gullit, Rijkaard, Koeman y Vanenburg en el equipo.