Lamine Yamal ya no es la sorpresa de la temporada. Con solo 17 años, el canterano se ha ganado a pulso el dorsal '10' del FC Barcelona, una responsabilidad que va mucho más allá del marketing. Su irrupción en el primer equipo fue fulgurante, con actuaciones decisivas en Liga, Champions y Copa del Rey, y con una madurez impropia de su edad. Sin embargo, este curso 2025-2026 no será igual. La advertencia es clara: ya no es el niño prodigio, ahora es el jugador al que todos miran, el que todos querrán frenar, y también criticar.

Desde el vestuario, el cuerpo técnico y su entorno ya se le ha trasladado el mensaje: debe estar preparado para ser el objetivo. Rivales que ajustarán marcajes para limitarle, prensa que no tendrá piedad si su rendimiento baja, y un entorno mediático que lo pondrá bajo lupa en cada actuación. Lamine ha elegido llevar el número más simbólico del barcelonismo y eso, en un club como el Barça, implica un precio: no hay margen para la relajación ni para los errores inocentes.

Lamine Yamal Barça Seul
Lamine Yamal Barça Seul

La presión del ‘10’ y la madurez como reto

En la historia del Barça, llevar el ‘10’ ha sido un privilegio reservado a los distintos: Messi, Ronaldinho, Rivaldo... Ahora es Lamine quien carga con ese peso en la espalda, y lo hace tras una temporada en la que asombró por su desparpajo, su calidad en el uno contra uno y su personalidad en los grandes escenarios. Pero la exigencia cambia. En su segundo año como profesional, no bastará con los destellos de talento, tendrá que mantener la regularidad, mejorar su toma de decisiones y saber convivir con la presión.

Hansi Flick ya trabaja para protegerlo del desgaste físico y mediático. No quiere que Lamine lo juegue todo, sino que lo haga bien, dosificado y con margen para crecer. El problema es que con la camiseta del Barça y el dorsal ‘10’ en la espalda, el margen para fallar es mínimo. A la mínima mala racha, llegarán los señalamientos, los análisis oportunistas y las dudas externas.

Rivalidad interna y marcajes especiales

Dentro del propio equipo, la competencia también se intensifica. Flick no regalará minutos, y eso también obliga a Lamine a no bajar la guardia. Además, los rivales ya saben cómo juega, cómo recorta, dónde busca el perfil zurdo... Los marcajes serán más duros, las ayudas más rápidas y las provocaciones más frecuentes.

Lamine Yamal Gol Barça EFE
Lamine Yamal Gol Barça EFE

Por eso, el gran reto del joven crack no será técnico, sino mental. Superar esa segunda temporada en la élite, la que separa a los talentos fugaces de las verdaderas estrellas, será su examen definitivo. El club confía en su personalidad y en el entorno familiar que lo protege, pero saben que todo lo bueno que tiene Lamine también lo convierte en un blanco fácil.

La temporada no ha empezado aún, pero el aviso ya está sobre la mesa: Lamine Yamal está en el punto de mira. Será atacado, analizado y puesto a prueba como nunca antes. Y ahora, más que talento, necesitará carácter.