Xavier Theros, gran conocedor de la ciudad de Barcelona, acaba de publicar Vida i miracles de la plaça Reial, un libro auspiciado por la Asociación de Amigos y Comerciantes de la Plaça Reial, publicado por Albertí y coeditado por el Ayuntamiento de Barcelona, en que se explica la historia de esta emblemática plaza del centro de Barcelona. Una plaza que Xavier Theros recuerda que siempre ha tenido una doble vertiente: señorial de día y canalla de noche. La tuvo cuándo la crearon, y la tiene hoy.

Xavier Theros - Sergi Alcàzar

El mundo canalla

El libro pone en evidencia, repetidamente, la parte canalla de este rincón de la ciudad. Uno de los primeros episodios relatados nos habla, ya, de un burdel y de un caso de pederastia. En 1848 se inició la construcción de la plaza. En aquellos tiempos hubo muchas protestas porque muchos niños sin hogar se instalaron en la zona. Los Menas de la época generaron muchas protestas ciudadanos, pero si tenemos en cuenta que estas se prolongaron durante tanto tiempo, podemos deducir que ni la situación de estos menores mejoró, ni las acciones policiales consiguieron alejarlos de la plaza. En realidad, en algún momento de mediados del siglo XIX, un vigilante descubrió a un grupo de niños que jugaban con el cráneo de un monje, que habían obtenido de las tumbas del convento de los capuchinos mientras las trasladaban. Los vecinos de la plaza siempre han intentado que la autoridades intervinieran para sacar de sus puertas a prostitutas y mendigos, con un éxito más que dudoso. A finales del siglo XIX no era excepcional que paseando por la plaça Reial a alguien le robaran la cartera o el reloj. Los delincuentes de aquella época están muertos, pero siempre encontraron quien les tomara el relevo. Hasta hoy.

Plaza Real Bazar Andaluces

Calendario de 1872 del Bazar de los Andaluces.

Un mundo burgués

Dicen que en la plaza Reial estuvo el primer establecimiento de Barcelona donde se sirvieron, a partir de 1862, bebidas con hielo, café granizado y helados. En la época, obviamente, éstos no estaban al alcance de todo el mundo. En uno de los edificios de la plaza estuvo la cholocatería Juncosa. También estuvo ubicada allí la Camisseria Furest, una de las tiendas de ropa más emblemáticas de la ciudad. Y fue en esta plaza donde se instalaron los primeros almacenes de la ciudad: El Águila. En la plaza invirtieron destacadas familias de la ciudad. No faltaban ni los Samà, los famosos esclavistas de Vilanova i la Geltrú, propietarios de una pequeña parte de las viviendas. Antes de la guerra civil, según Xavier Theros, la plaça Reial (entonces plaza Macià) vivió su momento de esplendor. La guerra la afectó mucho (el lujoso Glacier se convirtió en un comedor popular), pero todavía más la crisis de posguerra: llegó a instalarse un trapero en los que unos años antes habían sido lujosos locales. Fue en este tiempo que los grandes pisos de la plaza se llenaron de pensiones, algunas de las cuales todavía perduran.

Plaza Real José Antonio Sancho Albertí Ed

El pasaje Madoz y la plaça Reial. Foto: © José Antonio Sancho.

La plaza de los americanos

Xavi Theros es autor de un detallado estudio sobre la Sexta Flota en Barcelona, y por lo tanto conoce a la perfección la relación del barrio chino con los marines americanos. Recuerda el papel que tuvo el bar Brindis en acogerlos, como el Zodiac. Y también pone de manifiesto la importancia de la cervecería El Tobogàn donde se instaló un organismo de apoyo a los soldados americanos. Fue gracias a ellos que el jazz se introdujo en la ciudad de Barcelona, con el Jamboree como a punto emblemático (donde actuaba la cantante Gloria Stewart, implicada en el publicido "crimen de los existencialistas"). Pero también fue con ellos que la prostitución se expandió. La plaça Reial también fue lugar de reunión de los hippys, algunos de ellos camino de Ibiza, punto de peregrinación de los alternativos de la época. En los años ochenta la plaza se convirtió en un centro de tráfico de drogas, cada vez más importante, y cada vez más conflictivo.

Plaza Real Archivo Ambos Mundos

Josep Lluís Yéboles y Nieves Sirera, actuales propietarios, del Ambos Mundos, en la terraza del local, en 1961. Foto: Archivo Ambos Mundos.

Rincón intelectual

La plaça Reial no sólo ha sido un lugar de encuentro de burgueses y personajes marginales. También a lo largo de la historia ha sido un centro de intercambio entre intelectuales. Una especie de think tank avant la lettre. En las retrastiendas de este espacio se organizaron célebres tertulias, en qué participaron personajes tan diferentes como el doctor Robert (el alcalde que encabezó el "cierre de cajas"), el mago Fructuós Canonge, el escenógrafo Soler Rovirosa, los políticos Valentí Almirall y Alejandro Lerroux, el dibujante Ricardo Opisso, el pintor Ramon Casas, el periodista Francisco Madrid o los escritores Narcís Oller, Santiago Rusiñol y Pitarra (o incluso el futuro dictador Miguel Primo de Rivera). Pero el debate político no sólo afectaba a las élites. En la plaza se instalaban los "corrillos" donde la gente discutía de política y de religión (afirman que no era extraño que las discusiones subieran de tono y acabaran a bofetada limpia). Allí estuvo ubicado el Café Español, donde los militares españoles se organizaron para ir atacar la sede del Cu-Cut!, en 1905. Pero allí también vivieron algunos de los intelectuales más inconformistas de los años setenta, como Ocaña o Nazario (y más tarde allí se ubicaría la revolucionaria Radio Contrabanda).

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La plaça Reial nevada, entre 1880 y 1889. Foto: AFB / Antoni Esplugas.

No cualquier tiempo pasado fue mejor

El libro de Xavier Theros nos permite aproximarnos a una Barcelona del pasado que es radicalmente diferente de la que encontramos hoy. Nos habla de establecimientos y de personajes hoy impensables, como La Linneana, la tienda de Josep Vilà que incluía un famoso criadero de sanguijuelas... Y del Circo de los Campuchinos donde se exhibía a un oso que bailaba y bebía vino, un caballo montado por una mona que se enfrentaba a varios perros o el combate de un oso de Asturias contra perros. Incluso ofrecía combates entre un feroz lobo y cualquier perro que llevaran los asistentes: si el perro aguantaba cinco minutos del asalto, el que llevaba el animal era premiado con doscientos reales. En tiempos más recientes, todavía se podía ver el Museo Pedagógico de Ciencias Naturales, establecido de Luis Soler Pujol, que se dedicaba, básicamente, a la taxidermia y que mostraba en el escaparate, entre otros vistosos animales, un gigantesco gorila. El libro de Theros también recuerda una de las grandes atracciones de la plaça Reial: los campeonatos de bebedores de cerveza de los años cincuenta. Y, realmente, uno no puede dejar de sentir una cierta vergüenza por aquel espectáculo, que hoy nos suena tan lejano. Pero quizás lo que más sorprende es que hasta los años ochenta, los coches entraban y aparcaban en la plaza.

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Mujeres y criaturas recogen agua de una fuente de la plaza Reial, entre 1920 y 1930. Foto: AFB / Autor desconocido.

Todo lo que isted quería saber sobre la plaza Reial

Xavier Theros hace un impresionante vaciado de biblioteca y de hemeroteca para seguir la historia de la plaza y consigue ofrecer informaciones poco conocidas, como el hecho de que en el primer proyecto de plaza, de 1823, tenía que llamarse Plaza de los Héroes Españoles, y tenía que estar decorada con bustos y relieves de 48 héroes. El proyecto no cuajó. También nos explica cómo abrió el conde de España la calle Ferran: a media mañana el ejército ocupó el barrio donde se ubicaría la nueva vía, rompió las escaleras de vecinos y después evacuaron a los habitantes por las ventanas, para evitar cualquier resistencia a los desahucios. Después derribó los edificios a toda prisa.

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Las hijas de los trabajadores del Ambos Mundos el día de Reyes de 1967. Foto: Nieves Sirera / Archivo Ambos Mundos.

Los vecinos hablan

Rosita Salvador, con 97 años, es la vecina de más edad de la plaza. Y Xavier Theros recoge en su libro cómo explica los bombardeos y cómo un avión ametralló la plaza. No es la única entrevistada. Xavier Theros entrevista a los familiares de los creadores del famoso bar Ambos Mundos, a los descendientes del propietario de la cervecería Tirol y el de la churrería Vivancos... Y también a numerosos vecinos de las viviendad de la plaza. Explican anécdotas divertidas, pero también historias terriblemente duras, sobre todo del periodo del boom de la heroína, cuando las peleas con cuchillos llegaron a ser cotidianas. Y también hablan del último gran susto: el atentado de las Ramblas de 2017.

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La plaza Reial, hacia 1874. Foto: AFB / Joan Martí.

Una plaza bonita

Xavi Theros anima a los barceloneses a mirarse la plaza Reial liberándose de los prejuicios habituales. Asegura que verán "una plaza bonita", "una de las únicas plazas de Barcelona que tiene una unidad arquitectónica". En realiad, Francesc Daniel Molina, el arquitecto que la planificó, también es el autor de la plaza del Trabajo, otro espacio especialmente bonito, pero hoy en día absolutamente invisible, ya que allí se ubicó la Boqueria. En realidad, Theros asegura que "es extraordinario que en Barcelona se respete un plan urbanístico" y celebra que en el caso de la plaza Reial se pudiera respetar. Theros recuerda que en sus tiempos incluso tuvo su fuente luminosa. Y además se ha convertido a lo largo del tiempo en lugar de encuentro de sardanistas, punkys, coleccionistas, filatélicos... Y hippys, y militantes de extrema izquierda, y mercenarios y narcotraficantes... Es, pues, una plaza con múltiples rostros.

Xavier Theros - Sergi Alcàzar

Xavier Theros. Foto: Sergi Alcàzar.

Un autor para un libro

Desde la Asociación de Amigos y Comerciantes de la Plaza Reial aseguran que cuando decidieron publicar este libro tuvieron claro quién tenía que ser su autor: Xavier Theros. Y es que este escritor acumula un inmenso conocimiento de la ciudad, al mismo tiempo enciclopédico y sentimental, con una vivencia personal de la plaza, donde acumula muchas experiencias de juventud. Desde sus actuaciones como poeta con los Accidents Polipoètics en el Sidecar, hasta muchas copas en el Glaciar, el más local de los bares de la plaza, pasando por estancias en los pubs más canallas de los alrededores y por larguísimas noches en la discoteca Karma (aguantaba hasta que desalojaban a los clientes después de que sonara el Goodnight Laides). Theros no sólo conoce la plaza Reial, sino que la ha vivido, y sabe transmitir sus vivencias al lector. Además, el libro cuenta con una magnífica colección de fotografías, algunas de las cuales, inéditas hasta ahora, han sido cedida por los vecinos y comerciantes de la plaza.

Recuperar la plaza para los barceloneses

Muchos de los que tienen entre 40 y 60 años recuerdan la plaza Reial como un lugar plagado de yonquis, donde se sufría el acoso de los camellos y camellos, y donde se repetían los enfrentamientos entre bandas urbanas. Hoy en día este rincón de la ciudad está mucho más pacificado (aunque, como por toda la ciudad, más vale no dejar el bolso sin control). Y no sólo eso: en pleno centro de la ciudad se ha librado de la masificación turística. Frente a una calle Ferran o un Portal del Ángel lleno de franquicias de grandes marcas, la mayoría de los establecimientos de la plaza de la Rambla continúan en manos de familias barcelonesas, y algunos de ellos llevan décadas en las mismas manos (probablemente, gracias a la vertiente canalla del lugar). El público principal de la plaza, a pesar de todo, está integrado por turistas. Xavi Theros quiere invitar a los barceloneses a recuperar este espacio y a volver a reconquistar una de las plazas más bonitas de Barcelona. El que un mediodía tenga un rato por tomar un vermú, en el Glaciar, en el Canarias o enl Ambos Mundos podrá ver cómo la plaza Reial, ahora más que nunca, merece una visita.

 

Foto de portada: Niños jugando en la plaza Reial, en 1965. Foto: AFB / Autor: Josep Postius Saura.