Xavier Graset sale al plató del Més 324 cada día entre semana para analizar la más estricta actualidad política, acompañado de periodistas y tertulianos diversos. Pero también lo hace para hablar con escritores, ensayistas y poetas, catalanes e internacionales, que acuden a su programa (un mínimo de dos en cada emisión) para presentar novelas y poemarios. Son precisamente estas charlas las que se han convertido en uno de los rasgos distintivos de un programa (y un presentador) que regalan un espacio a la literatura y los libros no muy habitual en la televisión. No es extraño, pues, que los libros sean una de sus pasiones – 'vivencias placenteras' dice él. Y no es extraño, tampoco, que el periodista que se sumerge entre las páginas de obras y obras para encontrar la sustancia con sus autores, se haya vuelto a pasar al otro lado del arco. Graset publica La pausa dels dies (La Campana) una recopilación de los artículos que ha ido escribiendo durante más de diez años para el Diari de Tarragona, El Punt Avui y el Econòmic. En total son unos trescientos, que ha ordenado para que cubran la duración de una año natural. Es, dice él, un 'catálogo de obsesiones', por dónde desfilan la cocina, las festividades del calendario, el teatro y un abanico de reflexiones ligadas a una cotidianidad que linda con el mismo espíritu seductor y afable con el que se sienta cada noche en el plató de 3/24. Y que todavía conserva más de dos décadas después a la primera línea informativa en nuestro país. Hablamos con él de las liturgias del calendario, del papel de la cultura en la televisión y de su ya famoso versito de Navidad.

El subtítulo del libro es 'dietario de vivencias placenteras'. ¿Tienes facilidad para disfrutar de la vida, de las cosas pequeñas?
Me gusta celebrar la vida, buscar cosas que me la hagan placentera, porque es muy dura y hay mucho sufrimiento. Siempre he buscado este abrigaño, ya sea en el teatro, que es una de mis pasiones, o en la lectura. Y el libro está plagado de referencias a otras obras. Es un libro de libros, de teatro y de cocina y de vivencias placenteras porque las necesito como el aire que respiro.

​Me gusta celebrar la vida, buscar cosas que me la hagan placentera, porque es muy dura y hay mucho sufrimiento

Con los años te has ganado una fama de bon vivant que veo que es esmerada...
¡De hecho me gustaría serlo más! En el título hay una cierta ironía porque se llama La pausa dels dies, pero si tú lo repasas, son días sin pausa, los míos. Y quizás estas píldoras de lectura, de teatro y de cocina que conformarían la vida de una persona que llevara un ritmo más tranquilo, o el que entendemos por un buen vivant, son mi modelo, mi patrón. Es un patrón, sin embargo, que se rompe porque hago un programa cada día de lunes a viernes cada día.

Citas el slow movement de Carl Honoré en el libro. ¿Nos hace falta una vida más pausada?
Es alguien que entrevisté en su momento y con el que estoy de acuerdo. Comparto el objetivo de tener una vida más lenta. Pero tengo la sensación que cada día me faltan tres o cuatro horas, que voy tarde a todas partes. Sí que es verdad, y el libro juega con eso, que el calendario se nos ha acelerado, que vamos demasiado deprisa. Eso afecta a la comida, el ocio y las relaciones interpersonales. En mi caso, y el del mucha gente, tenemos un ritmo que solo está pensado para trabajar, trabajar y trabajar. Y realmente necesitamos frenar.

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Xavier Graset publica La pausa dels dies / Foto: Carlos Baglietto

Una vía para encontrar esta pausa, dices, es vincularnos al ritmo que marcan la naturaleza y las estaciones.
Esta ha sido siempre una de mis obsesiones. Mi padre era campesino y, aunque después se dedicó al sector del turismo, sí que me ha atraído este ritmo natural que ahora también está absolutamente enloquecido por|para la crisis climática y la sequía. Ir de una estación a la otra y ver cómo crece un árbol o una planta, que necesita que la cuides y la riegues, es el ritmo que a mí me gustaría acabar teniendo. No lo tengo y que seguramente no lo tendré, pero entiendo que es el calendario que hemos perdido.

Me gustaría ir de una estación a la otra y ver cómo crece un árbol o una planta

Un calendario, con sus festividades y liturgias, que demuestras que te gusta mucho seguir.
Con este dietario, al haber hecho capas y capas de años, acabas teniendo un mapa de tus obsesiones. A mí eso de la liturgia o de la ceremonia... Cuando se murió la reina de Inglaterra pensé: 'estos tios lo tienen todo bien medido por palmos y bien calculado'. Es una cosa que siempre me ha gustado, sobre todo cuando gente de muy diversas circunstancias o procedencias saben qué se tiene que hacer en cada momento. Este tipo de cartografía de movimientos ceremoniales me atrae. Y en el calendario hay ciertas fiestas, como la mona, un ritual de bienvenida a la primavera que ha ido teniendo otros nombres pero que viene de muchas civilizaciones antiguas. Encuentro que es una cosa mágica que tenemos que tratar de no perder. Si perdemos el ciclo de la naturaleza y estos rituales de calendario dices: ¡ya no sé dónde estoy!

 

Otra de las presencias destacadas del libro es la de las lecturas. ¿Cuántos libros llegas a leer en una semana o en un mes?
Uf... Es que ahora eso se ha multiplicado. Cuando empezamos el Més 324, introdujimos los libros como un elemento de contrapeso y de complemento a la tertulia política. Hay mucho libro de ensayo, de historia y filosofía que ayuda a entender ciertas realidades políticas. Pero después entró también con fuerza la ficción, y ahora vamos a un mínimo de dos libros por programa. Cuando empezamos me los podía leer todos; ahora todos pasan por mis manos, de todos hago una lectura en diagonal. Pero claro está, son uno mínimo diez libros por semana: acabo los que me pican más la curiosidad y los que no, un mínimo de cincuenta o cien páginas sí que las tengo leídas.

Las entrevistas con autores se han convertido en un rasgo distintivo del programa, ayudado por el hecho que no es habitual dedicar tanto de espacio a la literatura en televisión.
La televisión, quizás también fruto de este cambio de calendario que decíamos antes, necesita diversidad continua, estímulos permanentes, etc. Y una lectura reclama lo contrario, que es pausa y calma. Pero nosotros nos lo cogemos como saco de ideas. Detrás de cada libro hay alguien que se ha sentado, que ha reflexionado, que ha sistematizado lo que piensa y siempre defendemos que nos puede ayudar a entender el mundo. Llegamos casi por decantación, pero ahora sí que ha acabado siendo un rasgo distintivo: el libro es un actor más del programa y de la vida, sin que esté aparte. Las ideas que hay en los libros son al final las ideas que delatan a los políticos, que es el primer sentido de existencia de nuestro programa, el análisis político. Aquí está el vínculo entre un mundo y el otro.

Las ideas que hay en los libros son las que delatan a los políticos

¿La cultura tendría que tener más presencia en la televisión?
La cultura, los libros, el teatro, etc. ayudan a alimentar el sentido crítico de las sociedades. Quizás hay ciertos momentos en los cuales no interesa que haya. Yo entiendo que la televisión ya hace su parte de trabajo, tampoco es como la escuela. A la escuela le encargamos la seguridad vial, la educación sexual, la alimentaria... Todo lo cargamos sobre la escuela y a veces parece que hacemos lo mismo con la televisión. Es un medio más, que ha tenido mucha preeminencia pero de otros: medios digitales, Twitter, Instagram, Tik Tok, etc. Todo eso hace que haya mucho canales de difusión y las responsabilidades son compartidas. Primero de las mismas familias. Son estas que tienen que tener la asunción de si quieren más cultura para cada uno de sus integrantes. Yo entiendo que hay un canal generalista que es TV3, que va dirigido a un público de masas, ofreciendo todo el abanico que hacen todas las televisiones del mundo. Pero después hay otros canales.

"A medida que vas viviendo te das cuenta de que es difícil transmitir lo que vives", dices en el libro. ¿Este ha sido un aprendizaje ligado a tu carrera como periodista y comunicador?
Como periodista y como padre. La dificultad en explicarte y entender. ¿Si hay hechos que hemos vivido todos y cada uno los explica de forma diferente, cuál es la lectura correcta? Seguramente no hay una sola, sino que es la mezcla de todas. Y después como padre y como hijo: estoy convencido que lo que me quería explicar el mi padre, hay un momento que yo cerraba las orejas y me sonaba una cosa pesada y cansina. Y cuando yo ahora intento explicar cosas a mis hijos, también ellos tienen esta reacción. Los valores no se ven, se viven. Vivir es la mejor manera de comunicar y de transferir. A veces no todo son palabras, no todo son órdenes o exigencias.

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Xavier Graset, un periodista sin prisas, pero sin pausas / Foto: Carlos Baglietto

¿Cómo encaras la conciencia de esta dificultad con el hecho de tener que comunicar cosas diariamente?
Hay un momento en que también te descargas de responsabilidad. Dices: "Yo os doy una serie de pistas". Consideras que la gente es lo bastante madura y si una cosa le interesa lo acabará encontrando. Es verdad que cuando era más joven y trabajaba en la radio quería gustar a todo el mundo. Pero después llegan los estudios de EGM y gustas a unos cuantos, pero a otros menos. Cuando descubres que no puedes seducir a todo el público, das un paso para crecer. La suerte que tengo yo, que me considero uno afortunado, es que trabajando en el Més 3/24, si quiero hablar un día de Bukowski, un poeta maldito que hoy no cumpliría los estándares de la corrección política, lo puedo hacer. Y si me quiero interesar por una autora portuguesa que ha escrito un libro que habla de los exiliados de la dictadura de Salazar, que no es noticia hoy, también. La gracia es tener el lujo de hablar de ciertas cosas y de dar pistas. Quien quiera, ya subirá a bordo.

Vuelvo a citar el libro: "hechos de la historia política reciente que después los escuchas explicados por un punto de vista que no es el tuyo hasta el punto de pensar que no son los mismos". ¿Tienes esta sensación con lo que ha sido el procés?
Sí, sobre todo habiendo pasado. Nosotros siempre hemos velado para que haya sensibilidades y miradas diferentes, porque es lo que enriquece. Y sí que a veces, ya sea al mismo programa o fuera, cuando sientes ciertas visiones dices: "¡Ep! Si aquella noche nosotros estábamos aquí, estábamos en directo y vimos cómo pasaba". Cada uno tiene sus gafas personales, su mirada, su mochila, su ideología, su pensamiento... Todo eso pesa a la hora de construir el relato y por eso después, políticamente, sobre un mismo hecho hay enfoques diferentes. Estos han sido años tumultuosos. Ha sido, no hay que decirlo, muy interesante. A mí la política me gusta seguirla y entender a cada mandatario. Es apasionante siempre que sea un juego limpio.

Los valores no se ven, se viven. Vivir es la mejor manera de comunicar y de transferir

¿Y cuándo se ensucia?
Cuando se utilizan las cloacas del estado, que ha pasado siempre, te das cuenta de que muchas veces es un juego desigual, el de la política. Hay siempre quien de entrada tiene más puntos que el otro para hacer triunfar sus tesis.

 

¿Te ha llegado a agotar el ritmo informativo del procés?
No. Mucha gente me decía: "¡Avui seguro que tendréis tema!", pero tema hay siempre! Hay temporadas en que las noticias son menos vibrantes y otras que parecía que siempre viviéramos una jornada histórica. Es verdad que ha habido un abuso de ciertas palabras en este últimos años, que parecía que cada día se tuviera que acabar en el mundo y cada día vivíamos uno página de la historia. Seguramente hemos exagerado o hemos hecho un mal uso de ciertos adjetivos. Pero no me agota la realidad porque me interesa el periodismo y es mi trabajo. No me canso de ser periodista.

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Xavier Graset, la cultura de la política / Foto: Carlos Baglietto

El verso de Navidad, que recitas subido a la silla del plató del Més 324, se ha convertido también en una tradición con todas las letras. Defiendes que todo el mundo lo tendría que decir.
¿Sabes qué pasa? A veces hay gente que considera que estás haciendo el ridículo. Pero sensación de ridículo y Graset son conceptos que no ligan. Aquello importante es saber qué haces en cada momento. Y si alguien no sabe entender ni la ironía ni el hecho ensartar dentro de un plató de análisis político un día al año y recuperar una tradición, malo. Tiene alguna cosa de ejercicio, de ponernos todo en torno al niño que recita el versito y después la madrina le da la paga... ¡Tienes un primer público, un teatro de proximidad muy potente!

La política es apasionante siempre que sea un juego limpio

¿Para acabar, qué recomendación de libro haces para este Sant Jordi?
La dona més pintad, la nueva novela de Màrius Serra, porque pasa también en mi pueblo, Vilaseca. Este pintor y este urbanista, Miquel Pairats, tuvieron una disputa que acabó con una protesta en los tribunales. Y una vez pagada la deuda que tenía con el promotor urbanístico, el pintor, Palau Ferrer, quemaba sus cuadros. Me lo compraré para regalarlo.

Banda sonora de Revers para escuchar mientras se lee nuestra entrevista a Xavier Graset, elegida por el mismo.