Esta mañana se ha levantado como anocheció: calurosa. Las horas sin sol han menguado las temperaturas un par de grados. Pero la humedad ha mantenido la sensación de asfixia. Las palomas tiñen de gris el borde de una pequeña fuente cercana a una biblioteca en Barcelona. Sus excrementos tiñen de blanco el hormigón. Un hombre se queja al pasar. Lleva la camiseta empapada y, con la punta de los dedos (porque quema), una barra de pan recién horneada. Las envidia. Cada dos por tres, las aves estrellan sus panzas contra el fondo, rascando algo de agua: hasta ellas están hasta los testículos y ovarios, sí, tienen testículos y ovarios, de la ola de calor. 

📱 'Mi bebito fiu fiu' y la canción del (no tener) verano
 

La fauna de las bibliotecas

La fauna de las fuentes cambia en verano. También lo hace la de las bibliotecas, que se amplía cuando llega el calor. Los hay, como siempre, con colores fosforitos preparando oposiciones; los ya habituales, herencia del teletrabajo tras la pandemia, y muchas personas jubiladas. Pero también un par de chicas rubias con maletas y cojines para el avión que esperan la hora de salida del vuelo. Jóvenes que juegan con sus móviles. Una mujer mira un programa de cocina con cascos de hilo. La gente, más allá de lo que nos hagan creer los hacks (trucos) en Internet, no es tonta. Pese a que la explosión de contenido sobre “cómo pasar el calor”, “trucos caseros para pasar el calor” y similares aumenta exponencialmente en estas fechas, en la vida solo prospera aquello que funciona. Y un año más, las bibliotecas resisten como uno de los pocos espacios donde mitigar la calima de forma gratuita.

Un año más, las bibliotecas resisten como uno de los pocos espacios donde mitigar la calima de forma gratuita

Refugios climáticos

No todo el mundo puede recurrir a bares, gimnasios o casas de padres. Ni siquiera a las piscinas municipales, de precios populares. No todo el mundo vive cerca de la playa. Los centros comerciales son una alternativa. Más bulliciosa. Pasa lo mismo con el transporte público, pero también hay que pagarlo. Mucho menos cómodo que la biblio. Los sillones, el arrastrar de los carros, el casi silencio, hacen de las bibliotecas un lugar imbatible. Lo dicen también las instituciones, que han marcado estos espacios de libros y cultura como 'Refugis climàtics (refugios climáticos)'. “El calor excesivo y sostenido comporta un aumento de la mortalidad, especialmente en los grupos más vulnerables (situación socioeconómica o condición). Por este motivo el Ayuntamiento de Barcelona, desde el año 2019, pone en funcionamiento una red de espacios de refugio climático, donde se podrá proteger del calor”, dicta el consistorio.

Cómo sobrevivir a una ola de calor???

Los sillones, el arrastrar de los carros, el casi silencio, hacen de las bibliotecas un lugar imbatible

Compartiendo la factura de la luz

Barcelona es una ciudad con muchísima infravivienda. Ya no aquella que no cumple ni los mínimos para habitarla. Aquella que, como reconocía la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en la Revista Deriva, nos toca a todos de cerca: sin climatización adecuada, con mala ventilación. El parque de vivienda de la capital es, por lo general, antiguo e ineficiente energéticamente: el 65% de las personas encuestadas para un informe sobre emergencia habitacional realizado por entidades sociales destacaba que vivía en pisos construidos antes de 1979 y que casi la mitad tenían goteras o humedades. Y ya no es solo eso: puedes tener aire acondicionado y, tras la última subida de la luz, no poder pagarlo. Siempre puede compartirse el gasto: el que tiene, invita y Bizum cuando llegue la factura, mancomunar el aparato. Mucho mejor eso que dejar en manos de las redes sociales o de los medios de comunicación tu confort: buscas y te deprimes. Porque que no te engañe la prensa con los recopilatorios de memes y calor… El calor nos pone de mala hostia. Y sentir que los demás tienen menos calor que tú, todavía más.

El parque de vivienda de la capital es, por lo general, antiguo e ineficiente energéticamente

biblioteca villanua / foto: arxiu europa press
Las bibliotecas son el mejor remedio contra la calima. Foto: EuropaPress

¡Tomemos las fuentes!

Para ver buenos hacks, no hace falta más que echar la vista al pasado o bajarse a alguna plaza: mi ahijada el otro día andaba jugando con agua en el parque. Acabó empapada y con una sonrisa de oreja a oreja. Otros niños hacían lo mismo, ellos con globos. Los adultos mirábamos la escena, con alguna riña puntual, como el viejo gruñón con las palomas: envidia. Tras las bibliotecas, ¡tomemos las fuentes!