Los floristas ya advirtieron hace unos días que temían, que un año más, Sant Jordi diera pie a un gran intrusismo en la venta de rosas en Barcelona. En realidad, entre los puestos legalizados por el Ayuntamiento, los puestos de los floristas son una minoría, frente a las mesas de institutos, grupos juveniles, clubs de jubilados, ONG o simples vendedores ocasionales. Pero, además, hay numerosas personas y organizaciones que venden rosas de forma ilegal. La Guardia Urbana se ve incapaz, un año más, de evitarlo.

La guardia urbana desbordada

En un pequeño cruce de la calle Sant Antoni Maria Claret, en una zona sin especial actividad, hay 3 puestos de flores a las 8 en punto de la mañana, quizás se añadirán más durante el día. En la Avenida Gaudí, cerca de Sagrada Familia, en un tramo donde hay una floristería, se acumulan 10 puestos diferentes. Además, se ven ya algunos vendedores que ni siquiera tienen puesto: llevan las rosas en la mano. Una pareja de Guardia Urbana intenta evitar la instalación de puntos de venta ilegales, pero parecen desbordados ante la acumulación de vendedores. A medida que avance el día todavía les será más difícil de actuar, ya que se tendrán que destinar más efectivos a la seguridad ciudadana.

Rosas solidarias

En muchos puestos de no profesionales las rosas valen en torno a 4 euros. Al no haber grandes diferencias en el precio, los vendedores tratan de competir con la presentación de las rosas, con la motivación del comprador o incluso con el atractivo del vendedor. Al lado de las rosas se venden pins, dragones de peluche, piruletas, juguetes, colgantes, rosas de cerámica... Para estimular a los compradores a menudo las rosas se presentan como flores "solidarias" o incluso como la solución para que los jóvenes vayan de campamentos. Algunos puestos recurren al argumento ecológico y anuncian con letras grandes que no usan plástico. Algunos vendedores se presentan disfrazados, incluso con pijamas; los chicos de los ​caus van con sus fulares, y los estudiantes de Medicina con sus batas...

¿Batalla perdida?

El intrusismo es mucho menor en la venta de libros. Además de las librerías, hay algunas editoriales y asociaciones que organizan puestos de Sant Jordi. Incluso un quiosco al lado del Cinc d'Oros vende libros de ocasión a 2 euros. Pero no alcanza las mismas dimensiones que la venta de flores (legal e ilegal). El Ayuntamiento reconoce que es muy difícil controlar la venta de flores, además del resto de tareas que tiene que cumplir la Guardia Urbana en un día como hoy. Por eso llama a la colaboración ciudadana y pide a todo el mundo que compre las rosas y los libros en los lugares autorizados. Y recuerda que los tenderos son los que dan vida en los barrios.