A la altura de la calle Hospital una larga hilera de turistas cruza las Ramblas con sus bicicletas. Interrumpen el paso de gente durante un buen rato. A la altura del Liceu un grupo de veinte extranjeros con maletas circula por el paseo central, entre las paradas de libros, creando un terrible embotellamiento. La circulación de gente es complicada y muchos de los que pasan son turistas. Pocos compran rosas. Libros, ni pensarlo, porque probablemente no los entenderían. Incluso algunos de los que pasan se muestran molestos porque los puestos de libros y rosas no les dejan circular cómodamente.

Ramblas turísticas y alternativas

En realidad, los catalanes que van a comprar libros han dejado de lado las Rambles. En las Rambles se acumulan los puestos de libros de entidades más alternativas: editoriales antiglobalización, partidos comunistas diversos, museos de arte, agrupaciones nacionalistas, editores independientes... Incluso está la tradicional parada de una librería teatral que también edita libros nacionalistas. En les Rambles se encuentran los libros más originales y, a veces, también los mejores, pero las grandes comercializadoras de libros hace años que rehuyen las Rambles y buscan emplazamientos alternativos.

Sant Jordi cruza Pelai

Paradas de libros en Rambla Catalunya. Laura Gómez

Paradas de libros en Rambla Catalunya. Foto: Laura Gómez.

Las grandes librerías, en cambio, se concentran en la Rambla Catalunya, que se ha convertido por un día en la gran avenida comercial para los que quieren comprar libros. Si los laterales están llenos de simples ciudadanos que pasean, la parte central acoge a mucha gente que mira libros y que, en algunos casos, incluso los compra. Y el lugar preferido para los que quieren una firma es la plaza Catalunya: las colas que se organizan en los puestos de los grandes establecimientos de la zona dan pavor, pero no disuaden a los lectores que buscan a su autor favorito. Hay los que, tras hacer cola durante una hora y no conseguir la firma del autor, se van a la otra punta de la plaza para perseguirlo de nuevo haciendo cola en otra librería. Y el Passeig de Gràcia también se convierte en un polo atractivo para los que buscan libros, aunque no hay tanto ambiente como en Rambla Catalunya, porque el paseo central, con sus coches, se convierte en una barrera, y porque las terrazas rompen el ambiente.

Y también cruza los Jardinets

La intención del Ayuntamiento, para frenar la concentración excesiva por Sant Jordi, es situar puestos en otros lugares para crear polos de atracción alternativos. Y, como mínimo en Gràcia, le ha salido bien. La plaza de la Vila se ha llenado de puestos que rodean la torre del reloj, con libro nuevo y viejo; la plaza de la Revolució también tiene algunas paradas de libros, y la calle Verdi está llena hasta los topes de peatones, muchos de los cuales llevan un libro o una rosa. Pero también en la Travessera y en muchas otras calles del barrio se respira el ambiente de Sant Jordi, con paradas de rosas y libros, y una multitud de gente en las terrazas de los bares.