Quién hubiese vivido un primer amor en el Estany de Banyoles. Un lugar infinito para un enamorado, de agua plana y patos y patitos parlanchines. Sólo algunos de la sala habrán tenido esa suerte, esas horas en el muelle de pies colgando y mosquitos picando, de cuando el tiempo pasaba lento y refrescaba en las tardes de verano. A juzgar por la reacción del público, eso sí, cada uno tiene su Estany en la memoria. O quisiera, porque todo el mundo se aferra como un salvavidas a las guitarras nostálgicas y emotivas de Cala Vento. Como un tesoro. 

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David Carabén, un clásico infalible en el (a)phònica / Foto: Archivo (a)phònica

El dúo, como cada cuál en su rincón particular, tendrá en Montgrí algún estany. Son unos maestros del recuerdo. Y así lo hicieron patente en la jornada grande del festival (a)phònica, en su veintiún edición en la capital del Pla de l’Estany. Pero, ¿qué hace una banda de rock liderando el festival de las voces? El evento liderado por el equipo de Alter Sinergies ejerció una edición más su derecho a decidir qué son las voces. Las hubo impecables, seguro, como las de Roger Mas i la Cobla Sant Jordi-Ciutat de Barcelona (viernes), las de Alba Pujol y Magalí Saré el sábado o Queralt Lahoz, en acústico el domingo. Carismáticas, como la de David Carabén, también en domingo y en acústico en el Claustre, explorando de otras formas el repertorio de Mishima; no todo es técnica a la hora de erizar la piel. De eso vive también la gira Brindis de los citados Cala Vento, que celebran diez años sobre las tablas. ¿Diez ya? ¿Un evento de futuros musicales anquilosado en guitarra-batería? ¿No es acaso la música popular recuerdo y celebración colectiva? El futuro es una repetición del presente. Como demostró la intergeneracionalidad del concierto de los autores de Casa linda (2023), o más claro todavía, los eternos Els Pets en el arranque el jueves del certamen.

Guitarras rotas y letras nostálgicas

Volviendo a los del Empordà: Cala Vento protagonizaron uno de los bolos de la edición. Y demostraron que las guitarras son vehículos para que lleguen los mensajes. Más rápido si cabe. “Brindis” se llamaba la gira y así lo ejecutaron con espumoso. Guitarras rotas y letras nostálgicas, se dedicaron a desgranar con energía power pop todos sus éxitos, además de los sumados en su último proyecto de versiones. Especialmente bonita esa Insurrección de los resurgidos El último de la Fila. Se la dedicaron al todoterreno Quimi Portet, que al día siguiente (domingo), contó las interioridades de su nuevo libro, Cançons en bell llemosí, en las actividades paralelas del certamen (hubo, como siempre, también exposiciones de diverso pelaje). Quinta vez que actuaba en Banyoles el dúo. A juzgar por la reacción en el Auditori, tienen ya derecho al carné del Club Natació Banyoles. Pese a que el cartel tuvo excusas para mirar a otras músicas, como las de la última propuesta de Refree con Maria Mazzotta, las de la alucinación (¿el calor de mediodía en la Galería Joan Coromines o la intención ritualística?) de sonidos orgánicos como el pandero y electrónicos y atmósferas animales, ejercicio de antropología musical de los flixenses Terrae o las de las siempre experimentales e inquietantes Tarta Relena, lo ya sabido fue suficiente para motivar al público: entusiasmo y actitud. 

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Dan Peralbo, entusiasmo y actitud / Foto: Archivo (a)phònica

Dan Peralbo i El Comboi han protagonizado uno de los bolos más potentes de esta celebración de relaciones y lenguajes que es el (a)phònica, un acontecimiento accesible, mimado con detalle y en que todos querríamos habernos enamorado

Entusiasmo y actitud. las armas de Dan Peralbo i El Comboi, revelación de la temporada pasado con su disco homónimo. Con guitarras y estética más posmoderna, son herederos naturales de Surfing Sirles. Además, culminaron su espectáculo en La Muralla con un mashup con Cala Vento. El batería, Jimmy, lleva los últimos bolos recuperándose de una operación de muñeca, y toca a una sola mano. Y cómo toca. Pero sus padrinos les echaron una mano; nunca mejor dicho. Volvió a sonar Abril. Qué bonito todo. Qué bonito ver que hay bandas que todavía creen. Uno de los bolazos de esta celebración de relaciones y lenguajes que es el (a)phònica, un evento accesible, mimado al detalle y en el que todos nos querríamos haber enamorado. Pero, oye, hace falta un estany para recuperar fantásticas sensaciones. Que se lo digan a los de Torelló, que se fueron del festival empachados de Cupido.