Los ojos de Pol Guasch son como persianas abriéndose a un nuevo día, tiene aquel destello cálido del sol de verano que chisporrotea y hace más agradable y cálida una tarde de febrero. En sus palabras hay alguna cosa de refugio, proféticas, comprensivas y atentas. Quizás él no lo sabe, pero todo el mundo habla de Ofert a les mans, el paradís crema (2024, Anagrama), incluso unas cuantas amigas están en la lista de espera de mi estantería. El también poeta y autor de Napalm en el corazón ha querido precisamente hacer una novela sobre la amistad, sobre los vínculos y sobre cómo se desarrollan en un mundo en llamas, un mundo agotado por los fenómenos extremos que nos llevarán al colapso. Rita y Líton, los protagonistas, tienen una historia atravesada por tantas aristas que el autor ha querido hacer un podcast sobre diferentes temas relacionados con esta relación afectiva. Hoy nos centramos más bien en las primeras amistades sin quererlo, o quizás en su escritura, tan poética y dulce a la lectura, nos ha hecho recordar aquel tiempo pasado, que no siempre fue mejor.

¿Crees que a veces romantizamos determinadas amistades, sobre todo las que parten de la infancia?
Yo creo que tanto el encuentro como la separación de la amistad son dos momentos súper poderosos, potentes, fuertes y especiales porque tratan la afirmación o la negación global de la otra persona. Cuando decidimos ser amigos de alguien o compartir una compañía lo que estamos diciendo, en el fondo, es que queremos su presencia en nuestra vida. Queremos convertirnos en otra persona a través de otro. Cuando nos alejamos de una amistad lo que estamos diciendo es "necesito separarme de ti, no quiero que formes parte de mi mundo". Por eso es muy fácil romantizar las amistades, porque muchas veces las relaciones de amistad nos acompañan en la soledad de nuestra existencia. La amistad convierte la soledad en una cosa más soportable y sientes que tienes una red que te sostiene. Mientras somos amigos de alguien, nos podemos olvidar de que aquella persona nos está sosteniendo.

El libro me ha recordado que las primeras amistades, cuando somos pequeños, son más puras, hay un intercambio desinteresado. A veces, cuando somos adultos, depositamos muchas expectativas en las amistades, somos exigentes y proyectamos demasiado. ¿Crees que cambia mucho la manera de relacionarnos?
Sí, bien visto. Es importante decir que la amistad no es solo, o no siempre, un vínculo desinteresado y libre, como nos ha hecho creer el imaginario colectivo, y que la idea de la amistad como un vínculo desinteresado y libre es un tipo de amistad muy concreta que se gesta en un momento muy concreto y que crean unas personas muy concretas. La amistad está atravesada siempre por la idea de necesidad. Y podríamos decir que la amistad incluso está atravesada por la idea de egoísmo. Es decir, a veces queremos a la otra persona o queremos lo que la otra persona me permite ser, o las puertas que la otra persona nos abre del mundo. Y esta idea es transgeneracional. Hay momentos, como la edad adulta, en que somos más conscientes de eso y en una manera más transparente. Pero en las amistades infantiles es diferente, pienso la relación infantil de Rita y Lena, en la novela, y representa la posibilidad de acceder a un mundo completamente nuevo y descubrirlo una a través de la otra, ¿no crees?

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Foto: Eli Don / ACN

A veces este intercambio o estas expectativas no son satisfactorias.
De hecho, creo que también para eso hay tantas rupturas de amistad en los años de infancia y de adolescencia, porque muchas veces sabemos quiénes no queremos ser por las personas que nos rodean. Y para llegar a ciertos lugares o para conseguir ciertas cosas, o en este momento de exploración de la identidad en que nos estamos configurando como personas, rompemos muy rápidamente con amistades porque tenemos la sensación que nos limitan las posibilidades de ser quienes queremos ser o de ir a los sitios que queremos ir. En la adolescencia hay rupturas de amistades dolorosas porque son los años en que estamos configurando nuestra identidad, y en el fondo somos conscientes de que las personas que nos acompañan configuran la persona que somos y que seremos. Y por lo tanto, sobre si hay esta idea de utilidad o de interés en las amistades infantiles, yo diría que también. Quizás desde un sitio menos consciente y por lo tanto, desde un sitio más cruel. Los niños son muy conscientes de que les permite estar en un lugar, tener una u otra relación. Una conciencia muy infantil, muy naif, muy primigenia, pero la tienen. Piensa por ejemplo en las fiestas de cumpleaños de cuando somos pequeños, quién queda dentro y quién queda fuera. Piensa en los espacios de la escuela, quién ocupa los espacios y quién no los ocupa. Quién se encuentra en los rincones del patio y quién se hace amigo por necesidad en estos rincones donde siempre todos son los raros: el marica, la persona con gafas, la persona gorda. Estas personas se encuentran por casualidad en un rincón del patio y se hacen amigos, y son plenamente conscientes de que se están salvando los unos en los otros. Pero después pueden llegar a convertir la casualidad en una elección o en una decisión.

Muchas veces sabemos quiénes no queremos ser por las personas que nos rodean

Volviendo al capítulo de Lena, también cuando somos pequeños y pequeñas nos solemos fascinar por las personas, hay una especie de iluminación en las amistades.
Cuando escribí este capítulo tenía muchas ganas de hablar de esta primera amistad que es, dijéramos, la entrada al mundo, y a la vez es también la salida de la familia. Este momento en que descubrimos que el mundo o los códigos con los cuales nos podemos relacionar con nuestro entorno no son solo los de nuestra familia. Son nuestros núcleos más pequeños. Yo creo que de aquí viene la fascinación. Como yo recuerdo a mi amigo de infancia de cuando tenía 6, 8, 10 años, y como todo lo que esta persona me enseñaba era fascinante porque era una realidad nueva que por primera vez entraba en mi vida. Las primeras amistades son tan intensas porque son una especie de ensayo de qué quiere decir querer en todos los sentidos. Con estas primeras amistades descubrimos qué es la traición, los celos, la envidia, el sufrimiento, el abandono. Todas estas emociones que nos atravesarán el resto de nuestra vida, que forman parte de la vida, del existir, y no hemos descubierto todavía con nuestra familia. Por eso es tan intenso. También creo que es un vínculo muy interesante porque todavía no está muy atravesado por la categoría. Sí que tus padres o tu entorno dicen "es tu amigo", pero tú exploras con aquella persona un vínculo sin categoría. Porque eso no es entre el enamoramiento, la amistad, la hermandad, la familia, es una cosa extraña. Y como todavía eres pequeño y no tienes la mirada de tu amigo, puedes explorar este vínculo sin un adjetivo. Y creo que tenemos nostalgia de este tipo de amistad.

¿Querías transmitir con este relato una especie de nostalgia de las primeras amistades?
Yo creo que sí que sentimos nostalgia porque cuesta construir vínculos tan intensos como los de la infancia y de la adolescencia, en que todo es un descubrimiento y todo es fascinación e iluminación. Y creo que cada vez estamos más condenados, acostumbrados o resignados, incluso, a crear vínculos más superficiales. También porque, socialmente, el hecho de crecer y de distanciarnos de estos vínculos primigenios tiene que ver con una norma social que nos dice que la gente que nos cuida y la gente que nos sostiene es la familia. Y primero es el núcleo familiar donde tú has nacido y después es el núcleo familiar que tú creas. Entonces, si el relato social es este, si la norma es esta, ¿cómo puedo crear yo vínculos intensos, profundos, con amigos? ¿Cómo puedo desplegar toda esta complejidad emocional en que mi relación con un amigo pueda casi ser, como tú decías antes, una amistad romántica? ¿Por qué no podemos tener vínculos así hoy? Porque en el fondo hay unos códigos muy marcados sobre qué pueden hacer a los amigos.

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Recordaba antes la mesa redonda del CCCB, dónde Miquel Missé dijo que estamos construyendo unos vínculos muy "consumistas" —hablaba de los amigos de Instagram— y que a veces nos imposibilitan crear relaciones más profundas. ¿Estamos creando vínculos basados en la superficialidad y dejando de lado la amistad como una fuente de cuidado?
Estábamos con Miquel Missé haciendo una charla sobre la amistad y la novela con 200 adolescentes en un ciclo del CCCB, y en un momento les preguntamos: ¿cuántos de vosotros habéis tenido una ruptura de amistad? Y todos levantaron la mano. Después, preguntamos: ¿cuántos de vosotros habéis tenido una ruptura amorosa? Y todos levantaron la mano. Y entonces preguntamos, ¿cuántos de vosotros os habéis sentido acompañados en la ruptura de amistad? Y levantaron la mano tres personas. ¿Y cuántos de vosotros os habéis sentido acompañados en la ruptura amorosa? Y casi todo el mundo levantó la mano. Yo creo que tiene que ver con qué esperamos de la amistad y creo que últimamente estamos hablando mucho de ella. Laso Huecas están haciendo una obra sobre la amistad, se están haciendo no sé cuántos podcasts sobre el tema... porque creo que colectivamente nos empezamos a preguntar qué esperamos de este vínculo y qué queremos que pueda llegar a pasar con él. Cuando empecé Ofert a les mans tenía ganas de explorar hasta qué punto de la amistad podemos esperar muchas más cosas de las que esperamos hoy día, y que la amistad nos puede dar muchas más cosas de las que estamos acostumbrados. Y de hecho el otro día pensaba si Líton no fuera marica, cuántas personas —lectores, entrevistas, clubs de lectura— me habrían preguntado si los protagonistas están enamorados. Todo el mundo habría dicho que están enamorados. Pero en cambio, porque yo pongo la frontera del deseo sexual, nos hemos podido concentrar en hablar de la amistad.

La amistad también tiene un deseo, hay amor en la amistad... es una línea muy fina.
La amistad no es un vínculo puro y no es un vínculo claro, y no es un vínculo transparente y monolítico, es un vínculo que se transforma. Yo he estado enamorado de mis amigos. Para mí es una historia de amor. Como Napalm en el corazón, la historia entre la madre y el hijo también era una historia de amor, porque las madres y los hijos también se enamoran.

He estado enamorado de mis amigos

¿Y por qué has escogido un escenario tan duro para explicar una historia tan bonita?
Para mí escribir es una manera de explorar la idea del límite. Escribir esta novela me permitía ensayar o preguntarme por una serie de relaciones que se encuentran al límite de muchas cuestiones y una de ellas es la del límite con el entorno. Es cierto que la literatura me permite como, no diría exagerar, sino resaltar ciertas cuestiones que en nuestro entorno pasan casi desapercibidas por el ruido en que estamos acostumbrados a vivir. Pero el entorno de estos personajes entiendo que tú me digas que es un entorno desolador. No hay ninguna situación que se explique en este libro que no se haya vivido en algún trozo del mundo muchas veces ya. Todo lo que se expone ha pasado en nuestra casa, ha pasado en algún momento de la historia en Catalunya, en el mundo, o está pasando ahora mismo. Los incendios del verano pasado, las sequías y la pérdida de especies y de biodiversidad es una cosa constante. La literatura nos permite dirigir la mirada del actor hacia algún lugar. Y es verdad que para mí era muy importante que la mirada del lector en esta novela estuviera concentrada en las relaciones de los personajes, entre ellos, pero también y sobre todo en la relación de los personajes con su entorno. Como en Napalm en el corazón, me interesa mucho pensar el paisaje, no como un escenario ni como una alegoría del sentimiento de los personajes, sino como una condición de posibilidad. Como decir que lo que está pasando en este mundo y con estos personajes viene marcado por el territorio donde viven. Por decirlo de otra manera, la tierra connota, como el entorno dice cosas, como el entorno crea realidades. Y por eso para mí es tan importante siempre hablar de este entorno, de esta tierra, de este mundo.

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Foto: Eli Don / ACN

¿Crees que las redes de amigos serán muy importantes para afrontar el futuro que viene? No solo los amigos, también un espíritu comunitario de acompañamiento y de cuidado, de un compartir.
Estoy súper de acuerdo y creo que es una pregunta súper adecuada. Y era un poco también el punto de partida, la pregunta que me aportó la escritura. Recuerdo una pregunta que me hice y así fue cuando empecé a escribir un libro: ¿bailaremos cuando todo eso se esté acabando? ¿Tendremos ganas de encontrarnos cuando cada vez seamos más conscientes del punto de no retorno donde nos encontramos? Estoy convencido de que este momento no será un acontecimiento, sino que es un proceso en el cual estamos instalados. Me preguntaba al respecto, como de aquí veinte años, cuando la sequía sea la norma, cuando la falta de recursos naturales sea una evidencia ingestionable, ¿qué haremos? Y para mí la respuesta fue la escritura de la novela y, habiéndola escrito, pude decir: necesitaremos encontrarnos, necesitaremos estar juntos. Hay un libro muy bonito que se llama Hay un mundo por venir, de la editorial Caja Negra, de dos antropólogos brasileños que se llaman Viveiros de Castro y Débora de Noffs, y exploran varias culturas indígenas y hablan de cómo Occidente nos marca un final definitivo para la especie y para el mundo. En cambio, hay otros relatos de final que auguran o apuntan ciertas transformaciones en el mundo en que el ser humano nunca desaparece. Y dicen que eso es muy interesante porque estas otras narraciones de final que no son las occidentales y canónicas insisten en que es necesario que estemos. Si pensamos un mundo sin nosotros estamos resignándonos a la propia desaparición.

Tú eres poeta, eso se nota en todas tus publicaciones porque el texto es muy lírico. El proceso de escritura también forma parte de la personalidad y de la ciencia del libro. ¿Porque has hecho una narración tan fragmentada? 
En Napalm en el corazón lo hice sin decirlo, y aquí lo he hecho diciéndolo. Lo que me interesa mucho de escribir, o lo que me gusta mucho de la escritura, es intentar pensar formas que nos permitan experimentar como vivimos la realidad y es de una manera caótica, desordenada.

La literatura es crear historias para entendernos mejor o para entender mejor el mundo

Como la vida, que no es lineal.
Para mí, representar así o escribir así tiene un sentido clarísimo, no quiero ordenar las cosas que de entrada se nos presentan como muy ordenadas. Pero a la vez quiero transmitir una sensación a través del libro que tiene que ver con que si experimentamos la vida de una manera desordenada, pero poco a poco vamos creando pequeñas cápsulas sobre quién somos nosotros y sobre qué es nuestro entorno. Estos personajes viven su vida de una manera desordenada, pero tienen conceptos claros sobre quiénes somos, quiénes quieren ser, quiénes son las personas que los rodean o cuáles son las cosas que les hacen daño. Intentan ir creándose como pequeñas historias sobre ellos mismos para poder entenderse. La literatura es crear historias para entendernos mejor o para entender mejor el mundo.

¿Cómo construyes a los personajes?
Descubro sus personalidades con ellos. Eso quiere decir que después tengo que hacer mucho de trabajo de edición y tengo que ir muy atrás con cosas que he escrito. Pero descubro cómo son, como conozco a la gente en la vida real. Por casualidad y con paciencia, quizás sonará como ridículo, pero es bastante así. Me sorprende a veces, y encuentro que tiene sentido porque las personas también nos sorprenden, y a veces creamos relatos sobre quién son y cómo son las personas que nos rodean, y después hacen una cosa que no nos esperábamos, ¿no? Cuando tengo la novela acabada, sí que me hago preguntas sobre los personajes. ¿Qué le ha podido pasar en el trozo de vida que yo no he narrado? Y me lo pregunto. Pero de entrada no condeno a mis personajes antes de escribirlos. Dejo que puedan vivir.