Me pegó tan fuerte que llegué a dudar de si debía seguir escribiendo sobre música. Era escucharla… y me subía, me subía algo más que la bilirrubina. Como si le hubiese puesto dos cucharadas de MDMA al café: me volvía directamente lelo. Notaba cómo me cambiaba el gesto de la cara, cómo pasaba a ser un dibujo de Las Ramblas. Uno de esos en los que todo el mundo parece un lunático sobre un kart. Era como un resorte. Ponerla y sonreír como un bufón. En aquella época curraba además en un sitio serio: estaba mal visto –por favor– trabajar con música. Intentaba evitar la canción durante la jornada laboral. Que no me la recomendara YouTube. Pero el puñetero algoritmo me traicionaba, como te traiciona el Espanyol cada vez que le das la victoria en casa en una quiniela.

El puñetero algoritmo me traicionaba, como te traiciona el Espanyol cada vez que le das la victoria en casa en una quiniela

Pecados originales

Un día sonó. Y no lo pude evitar. Empecé a mover los pies así. Mi compañero de delante, un auténtico idiota, aquella vez no le faltaba razón, me dijo: “Perdona, me estás desconcentrando. ¿Puedes par…?”. No le dejé acabar la frase. “¡No lo entiendes!”. Por Carnaval, con la cuadrilla, nos disfrazamos como en el videoclip. Hacíamos las coreos, por la calle. Ni siquiera el Carnaval era suficiente excusa para camuflar la sobreexcitación.

Todos hemos tenido pecados originales. Cosas que… son difíciles de justificar. Pero lo de The Fox (What Does The Fox Say?) de Ylvis era demasiado

Llegué a dudar de si debía seguir escribiendo sobre música el día en que se me nubló tanto la cabeza que le propuse al editor de un medio de música nacional en el que hacía años que colaboraba si podía escribir sobre la dichosa canción. Fue por Whatsapp. Me mandó la cara con la gotita: el emoji que expresa vergüenza ajena. Aquello detonó la terapia. Todos hemos tenido pecados originales. Cosas que… son difíciles de justificar. Pero lo de The Fox (What Does The Fox Say?) de Ylvis era demasiado. Yo era de la iglesia de Ylvis. Todos hemos tenido pecados originales, unos más que otros. Por qué negarlo. Antes me había gustado Junior Míguez y su terrible Down, por ejemplo. Canciones pegadizas, bailongas, absurdas, descaradas… No es malo que te gusten. Simplemente, con el tiempo se aprende a saber con quién compartirlas (evitar miraditas). Con vosotros, sé que puedo.

Boye - NA

Donde a ti te gusta más

Sé que sabréis valorar el estribillo a lo The Fox (What Does The Fox Say?), ese flow sobreactuado a lo Junior Míguez, la deliciosa base funky, la rima rápida, llena de aliteraciones, tipo Bejo. Si os gustaron todos estos, os gustará Boye, un actor (As bestas) y músico con algunos otros temazos que lleva camino de causarme problemas –otra vez– en el trabajo. “Te he puesto las palmitas donde a ti te gustan más”, dice el cabrito en la canción.

A Triquell le hubiese gustado tener para sí mismo este tema, seguro. Y hubiese podido: detrás de los dos artistas está ​​el ex batería de Manel, Arnau Vallvé. El más zorro de los tres

Literal. Boye es un camello que te da a probar drogas nuevas para que te envicies. En fin, si os gustó Triquell, al que ya destripamos en esta sección, os gustará Boye. A Triquell le hubiese gustado tener para sí mismo este tema, seguro. Y hubiese podido: detrás de los dos artistas está ​​el ex batería de Manel, Arnau Vallvé. El más zorro de los tres.

BOYE CASTELLA