El Museu de las Aigües de Cornellà es un centro museístico especial. Y lo es porque a la vez que muestra un patrimonio industrial excepcional, de un siglo de existencia, es un polo de servicios en plena actividad. Desde esta planta se inyecta a la red, cada día, en torno al 40% del agua que llega a los grifos de los ciudadanos de Barcelona y de su área metropolitana.

Jardín y museo

Se accede al Museu de las Aigües por un gran jardín, un espacio acogedor, con unos inmensos cedros, unos pequeños estanques, que devuelven el protagonismo a las aguas, y una gran chimenea, por donde salían antiguamente los humos de la instalación. En torno al jardín, se sitúan las diferentes instalaciones de la antigua planta de captación de aguas: las viejas viviendas de los trabajadores, las salas de máquinas, el viejo depósito, los pozos... El Museu cuenta con un magnífico espacio de reuniones, el Ágora, que se ha situado en un antiguo depósito de agua reconvertido; ahora, con una magnífica acústica, se usa para acoger actos culturales y corporativos. El edificio principal, donde se sitúa el Museo, es una construcción de ladrillo de obra vista del arquitecto Josep Amargós i Samaranch y es un ejemplo de arquitectura industrial modernista. Amargós es el autor, también, de obras tan emblemáticas de la ciudad de Barcelona, como el Hivernacle del Parc de la Ciutadella o la Torre de les Aigües del Tibidabo, donde se situó uno de los primeros ascensores del Estado.

Exterior del Museo. © Archivo Museo Agbar de las Aguas.

Impecable

Sin duda los espacios más emblemáticos de este museo son la sala de calderas y, sobre todo, la sala de la electricidad. En la primera se han conservado dos de las seis calderas que, cuando se inauguró la instalación, en 1909, suministraban energía a todo el complejo (porque la electricidad todavía no llegaba a Cornellà). También se preserva un fragmento de la vía con una vagoneta, de las que se usaban para transportar el carbón que alimentaba la instalación. Ahora bien, la sala más espectacular es la sala de la electricidad. Allí, cuatro gigantescas dinamos producían electricidad para alimentar las bombas que sacaban agua de los pozos. Ahora, las máquinas están perfectamente restauradas, e incluso se reproduce por megafonía el ruido que producía una instalación de este tipo. El puente grúa también está en perfecto estado y en fechas recientes se lo ha usado. Los elementos de la arquitectura modernista están perfectamente cuidados, hasta el último detalle: baldosas, barandillas, escaleras.... En los paneles situados en la balconada del piso superior, se sitúa el cuadro de control de toda la maquinaria, también en muy buen estado. Más bien parece una instalación a punto de inaugurar que una estación de captación y bombeo de hace cien años. Incluso una de las dinamos se ha restaurado para que se pueda poner en marcha. Eso sí, las salas que en otros tiempos estaban llenas de polvo y de humos, ahora brillan. Incluso relucen las viejas herramientas que se exponen en un panel.

Sala de las calderas. © Archivo Museo Agbar de las Aguas.

Los otros espacios del Museo

El Museo de las Aigües quiere ser un museo corporativo, con voluntad de mostrar el patrimonio de la companyia Aigues de Barcelona, pero también aspira a ser un museo temático. Por eso la parte inicial del Museu, la exposición permanente, es una explicación del ciclo del agua y de las peculiaridades del agua. Y, más adelante, el visitante puede hacer un recorrido por el papel del agua en la historia de Barcelona, desde la antigüedad hasta nuestros días. En la parte final de este recorrido se intenta explicar, de forma muy gráfica y muy simple, las dificultades que representa el abastecimiento de la ciudad de Barcelona: la necesidad de tener depósitos intermedios para garantizar el bombeo, el problema derivado de las oscilaciones en el consumo, el desafío del control de calidad, la cuestión de la falta de agua en esta región del Mediterráneo... A través de todo este circuito se quiere que el visitante sea consciente de hasta qué punto es esencial el agua, ya que por ser un bien de tan fácil acceso, a veces olvidamos su importancia estratégica. Al fin de la visita, el público puede contemplar, desde un mirador, la Sala de Máquinas, dónde hay las bombas que, todavía hoy, inyectan el agua del Llobregat hacia las cañerías que las encaminan hacia nuestros hogares; unos aparatos completamente digitalizados que se controlan a distancia, desde un centro de control operativo. Pero al lado de las bombas actuales, en esta gran sala sin ningún trabajador, hay las antiguas, las que hace cien años cumplían la misma función, gracias a la energía salida de las calderas de vapor. Todo un acierto exponerlas conjuntamente.

Exposición permanente del Museo. © Archivo Museo Agbar de las Aguas.

Sobre el acuífero

El Museu de las Aigües, y la estación de captación y de bombeo están situados sobre el acuífero del Llobregat. De hecho, una cuarta parte del agua que se inyecta desde esta central a la red viene de aquí mismo, del conjunto de diez grandes pozos que rodean el Museu, rodeados de huertos. El más antiguo, de 1905, todavía saca hoy en día agua desde 34,35 metros de profundidad. Pero no se inyectan directamente a la red: primero pasan por la planta potabilizadora de Sant Joan Despí, donde, tras pasar por un proceso de potabilización, se mezclan con las aguas tratadas que han sido captadas en el río Llobregat, en superficie, y que tienen peor calidad que las del acuífero. De la potabilizadora vuelven a esta central, que las inyecta a la red con destino a los depósitos intermedios, situados en las zonas altas de la ciudad.

Ir

Muchos barceloneses son reacios a salir de su ciudad para ver cultura. Asocian la cultura con el centro urbano y no piensan que el área metropolitana les pueda aportar nada bueno. Esta es una buena ocasión para eliminar prejuicios y para comprobar que bien cerca de la ciudad tenemos un gran caudal de conocimientos. Ahora bien, este es un Museo de una cierta complejidad. En un museo de pintura o de fotografía, el visitante un poco informado puede sacar conclusiones por sí mismo. Aquí, en cambio, para sacar buen provecho a la visita es muy recomendable optar por la visita comentada (en la que además, se suele poder ver cómo funciona una de las bombas). Hay visitas comentadas cada domingo, a las 11 h en castellano y a las 12h en catalán, y se puede acceder a ellas con una entrada normal, sin coste adicional. Y si se va en grupo se puede solicitar una visita guiada a la dirección del Museu (incluso se pueden acordar visitas combinadas al Museu y también a la potabilizadora).