Si te gusta el cómic alternativo —si te gusta el cómic, simplemente— que Daniel Clowes sea tu autor favorito no tiene mucho mérito. Es cómo que te molen los Beatles o respirar. Clowes es esencial, estamos de acuerdo, punto. Y cada vez que el historietista lanza una novela gráfica original (es decir, tres en los últimos 13 años: Wilson, Paciencia y, ahora, Monica), la publicación se convierte en un acontecimiento literario de primer orden —cosa del todo insólita en el denostado mundo del tebeo—, y la retórica promocional discurre invariablemente con aquello de "su obra más personal y ambiciosa" o cosas por el estilo. Yo, con esto, guardo mis reservas: todos sus libros son, por igual, una muy festejable p*** genialidad. Una prueba de que este autor despierta pasiones de forma masiva y consensuada es que, en los estantes de las mejores librerías del país —semanas antes que la edición norteamericana—, podemos encontrar ya la edición de Mònica (en catalán) y Monica (en castellano) de la mano de dos editoriales con catálogos tan dispares —pero igual de heterogéneos— como Editorial Finestres y Fulgencio Pimentel.

La historia de Monica, una hija no deseada con una infancia marcada por las idas y venidas de una madre hippie

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Foto: Retrato de Dios. Foto: Fulgencio Pimentel.

Insisto: si Dios existe, nació en Chicago, tiene el pelo ralo y lleva gafas de pasta. Solo un demiurgo como Daniel Clowes podría entrar al trapo, ya en las guardas del libro, con el eón hádico de formación de la Tierra, para, en la plana siguiente, por donde cinematográficamente transcurren los créditos, hacer un resumen de la historia de la humanidad —de las primeras bacterias a Chuck Berry, pasando por la peste bubónica, Hitler o el Sputnik— en viñetas sincopadas. Y a continuación, de lo universal a lo particular y singular: la historia de Monica, una hija no deseada con una infancia marcada por las idas y venidas de una madre hippie, la bella Penny, una estudiante de arte sin instinto maternal que fluctúa entre la libertad sexual, el auto-boicot a toda forma de estabilidad y la necesidad patológica de tener a un hombre en su vida, que acabará abandonando a su hija para ingresar en una misteriosa secta de chiflados. Y a partir de aquí, el periplo vital de Monica para reconstruir su pasado, resistir la soledad y confrontar los frustrantes enigmas de su vida.

La desemejanza de estilos gráficos de cada título del índice nos deja entrever que estamos ante una obra maestra, con tantas capas como homenajes a los géneros que han definido la historia del cómic

Y todo ello narrado en nueve historias aparentemente inconexas (al menos al principio), llevándose Clowes a su terreno un formato —el de la compilación de historietas protagonizadas por un mismo personaje— que hizo le célebre con libros como Como un guante de seda forjado en Hierro, Ghost World, David Boring o Lloyd Llewellyn, pero en clave de novela holísticamente interconectada. De hecho, la desemejanza de estilos gráficos de cada título en el índice nos deja entrever que estamos ante una obra maestra con tantas capas como homenajes a los géneros que han definido la historia del cómic: el bélico, el romántico, el thriller, el fantástico, el horror... Y si el libro empieza con la génesis de la Tierra y los misteriosos orígenes genéticos y personales de la protagonista, culmina con el ocaso, el inevitable abismo interior y el auto-entierro de esta. O, lo que es lo mismo: las plagas bíblicas (de colibríes), las puertas del averno y el apocalipsis zombi. Y cuando finalmente cerremos el libro, la desesperanza y el aliento de la pérdida que se apoderará de nosotros, lectores o lectoras, como antes se ha apoderado de Monica, pues sabemos que pasarán años, quizás más de una década, sin que volvamos a leer la novela gráfica más "ambiciosa y personal" de Daniel Clowes.

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Foto: Interior de 'Mònica' en la edición catalana. Foto: Editorial Ventanas.