Bigote noucentista y mente brillante, Martín Caparrós es uno de los cronistas más brillantes de las últimas décadas. Escritor siempre con pulsión social, Ñamérica es su última referencia. Una obra magna de aquellas que justifican toda una trayectoria en que el periodista argentino traza los comunes denominadores de América Latina. Nos encontramos con él en el bar de un hotel de la Diagonal para hablar del continente, pero empezamos recordando sus años en Barcelona. "Es una ciudad a la que le tengo una estima especial. He vivido en varias temporadas, en el 2018, en el 2013..."
¿La primera vez?
En 1977, creo.
¿Huía de la dictadura argentina?
Me marché de Argentina en 1976, huyendo, sí, de la dictadura. Fui a París, a estudiar. Pero a menudo visitaba Barcelona. Tenía muchos amigos argentinos en la ciudad. Tenía 18 años.
¿Cómo era aquella Barcelona?
Era una ciudad fascinante. No sé si decir más auténtica, pero era más salvaje. Si ibas al Xino, que entonces todavía no se llamaba Raval, pasaban cosas (risas). Había mucha gente llegada de todas partes pero muy pocos turistas. Era una ciudad muy poco vendida. También recuerdo haber corrido delante de los grises.
¿También?
También, también. En las Ramblas. Los bares cuando las cosas se ponían feas recogían las mesas. Era el preludio de las corridas delante de la policía franquista. "Libertad, amnistía y estatuto de autonomía". El año 1980 fui a vivir en Madrid y seguía viniendo a menudo. Menos cuando volví a Argentina. Retorné en el 2006, cuando empecé a publicar con Anagrama. Amo Barcelona, pero la invasión turística lo ha cambiado. Algunas de las zonas más bonitas de la ciudad se han convertido en parques temáticos.
Martín Caparrós explica el continente latinoamericano a Ñamérica. Foto: Sergi Alcazar
Ñamérica es mi intento por sintetizar todo un continente en un libro
Acaba de publicar Ñamérica, que no sé si es su obra culminante pero sí la más ambiciosa.
Intentar sintetizar todo un continente en un libro, ciertamente, es un proyecto ambicioso. Creí que hacía mucho que nadie intentaba pensar y explicar que es América Latina.
¿E intentando pensar y explicar el continente, ha encontrado respuestas o le han surgido más preguntas?
El primero que intenté fue desmentir los tópicos y clichés. Hay toda una serie de espacios comunes que se utilizan reiterativamente para explicar la región.
Unos espacios comunes que son los capítulos en que está dividido el libro.
Cierto. Y en ellos intento decodificar qué hay de cierto y qué no que se dice que América Latina es la región más violenta del mundo, la más de desigual o donde hay más corrupción.
¿Y son ciertos o no?
Hay que sí y hay que no, sin embargo, en general, la mayoría admite muchos matices.
Eduardo Galeano fue uno de estos intelectuales que ya habían intentado explicar el continente, en su caso en una obra tan referencial como Las venas abiertas de América Latina (1971).
Cuando tuve la idea de este proyecto una de las primeras cosas que hice fue releerme Las venas abiertas de América Latina.
¿Qué le pareció?
Un libro capital, pero que es el reflejo de un continente en un momento muy concreto. En aquella época, América Latina era una región que respondía a un cliché que entonces era bien cierto: era un continente muy natural.
Martín Caparrós es uno de los grandes cronistas de las últimas décadas. Foto: Sergi Alcázar
¿Muy natural?
Era un continente salvaje, con muchas grandes extensiones de campo, bosques, selvas... En aquella época, la década de los setenta, la mitad de la población del continente todavía vivía en el campo. Ahora sólo es el 20%. Todo cambia y lo más interesante es intentar descifrar hacia donde nos llevan estos cambios.
¿Lo ha descubierto?
Todo apunta que vamos hacia la gentrificación en las ciudades. Grandes ciudades que ya acogen el 80% de la población. Por eso, una de las primeras cosas que también hice para materializar este proyecto fue visitar las principales ciudades del continente e intentar explicarlas. No es la única diferencia, sin embargo.
Explique.
Diría que también es muy importante el cambio de perspectiva. Casi tan importante como explicar lo que pasa es explicar desde dónde pasa. Libros como Las venas abiertas de América Latina reflejaban cómo ciertos movimientos políticos legitimaban la lucha incluso armada contra ciertos gobiernos y organismos de poder.
Una lucha izquierda-derecha todavía muy presente a la sociedad del continente.
No estoy de acuerdo. Es uno de estos clichés que desmonto en el libro. Estudiando datos, he podido comprobar que entre los años 2000 y 2015, periodo en que muchos países experimentaron una gran mejora social, estos avances se produjeron por igual en los países que se llamaban de izquierdas que en los que se llamaban de derechas. La situación de los más pobres en Colombia era muy parecida a la de los del Ecuador, la de los del Perú en la de los de Bolivia. Ser de izquierdas no se limita a subir a una tribuna y decir que eres de izquierdas. Es practicar políticas que distribuyan equitativamente la riqueza.
¿Sus ideas se han tambaleado haciendo el libro?
No, porque yo ya hace tiempo que digo que lo que en América Latina se denomina izquierda en realidad no lo es.
¿Cuándo inició el viaje por las ciudades más importantes del continente?
En el 2018. Para poder materializarlo conté, por suerte, con la complicidad del País Semanal, con que me encargaron una serie de artículos relacionados con la materia. De la misma manera, en el libro hay fragmentos de artículos muy anteriores. Y es que ya hace más de 30 años que vengo recorriendo el continente. La historia más antigua del libro es de 1991.
¿Cuál es esta historia?
Fui a Bolivia a conocer a los campesinos cocaleros. Su líder sindical era un chico muy joven y muy entusiasta que se llamaba Evo Morales. Me pareció un personaje muy interesante, pero, evidentemente, entonces no podía imaginárseme hasta dónde llegaría.
¿Más allá del idioma América Latina tiene una identidad propia y común?
El idioma no es poca cosa, es la única región del mundo en que más de 20 países comparten una lengua. Pero también hay una historia común y una estructura económica muy similar: casi todos los países del continente son productores y exportadores de materias primas. También hay una religión común, el catolicismo, aunque ahora haya una guerra religiosa por hacerse en el control de la fe en el continente.
¿Una guerra religiosa?
Una guerra de que se habla muy poco entre católicos y evangélicos. Por eso creo que han puesto a un Papa argentino. De hecho, otro hecho común, el de la corrupción de los gobiernos tiene que ver con este catolicismo.
Martin Caparros durante su visita a Barcelona presentando Ñamérica. Foto: Sergi Alcàzar
Durante décadas nuestros líderes han promulgado la desunión en el continente creando países que no existían
¿Cómo!?
El catolicismo es una fe en qué si pecas, pero haces el necesario: rezas, te fustigas o compras una bula papal, te perdonan. Y una bula no es más que poner dinero para no cumplir las normas, o cosa que es lo mismo, la perfecta definición de corrupción. ¿Si Dios acepta dinero a cambio de perdón, por qué no les tiene que aceptar a un funcionario?
¿De la suma de todos estos factores comunes sale el concepto Ñamérica?
Sí, un recorrido por América Latina a través de sus países de habla castellana, es decir, excluyendo Brasil, que es un país que en él mismo es un continente. Es un país tan grande que sus datos falsean los datos globales del continente. Y para explicar todo, me hacía falta un nombre. Existía el término Hispanoamérica sin embargo...
Suena naftalínico.
Es una palabra que ya no utiliza a nadie. Una expresión burocrática que no pronuncia nadie. Fue entonces cuando me vino eso de Ñamérica teniendo en cuenta que la 'ñ' es el rasgo diferencial del castellano, que es el idioma que se habla en toda la región. Con todo, también es cierto que durante décadas nuestros líderes han promulgado la desunión creando países que no existían. Y nos han querido hacer creer que ser argentino es una cosa totalmente diferente a ser uruguayo, cuando la única cosa que nos separa es un río.
Al inicio del libro afirma que América del Sur es un invento de los españoles.
Sí, así es.
¿Cuál es la relación entre el continente y España?
Este sí que es un factor que varía dependiendo del lugar . Con la consecución de la independencia hay países que mantuvieron viva su vinculación con España, como México o el Perú, mientras que de otros como Argentina que rechazaron sistemáticamente todo aquello que fuera español. Por otra parte, durante casi todo el siglo XX España se olvidó del continente. Eso fue así hasta los años ochenta o noventa, que España entendió el continente como la ofrenda que podía ofrecer en Europa, y quiso apoderarse de muchas compañías públicas, argumentando que la empresa privada funcionaba mucho mejor: irónicamente, eran emprendidas públicas españolas eran las que adquirían empresas públicas latinoamericanas.
Una especie de colonización 2.0.
Este fue el sentimiento que se impuso entre mota gente. Actualmente, y en términos generales, a Latinoamérica no le interesa España. La presencia de España a los países latinoamericanos es mínima, especialmente en términos culturales: no se leen escritores españoles, no se escucha música española, no se ve cine español... La presencia más fuerte sea como eco de las migraciones.