Pisa (República de Pisa), año 1117. Hace 905 años. Se publicaba el Liber Maiolichinus de Gestis Pisanorum Illustribus (Libro mallorquín de las gestas ilustres de los pisanos), que relataba la empresa militar conjunta de castigo contra el emirato de Mallorca de los años 1114 y 1115. En aquel momento, Mallorca era la base principal de la piratería musulmana en la mitad occidental del Mediterráneo; y aquella iniciativa, participada por las repúblicas de Pisa, de Lucca y de Florencia, y por los condados independientes de Barcelona, de Montpellier, de Nimes y de Niza, sería la primera empresa expansiva catalana al mar y la primera vez ―por lo menos, documentalmente― que los habitantes de los condados independientes de la antigua marca de Gotia serían denominados catalanes. El surgimiento del gentilicio catalán y la expansión marítima barcelonesa tienen una reveladora coincidencia en el tiempo.
Fragmento de un mapa de la península Ibérica (siglo XV) / Fuente: Cartoteca de Catalunya
¿Por qué una expedición a Mallorca?
Según la profesora Coral Cuadrada (de la Universitat Rovira i Virgili), que ha estudiado ampliamente el fenómeno del comercio marítimo catalán durante la edad media, a principios del siglo XII, la isla de Mallorca era un dominio musulmán independiente ―surgido de la desintegración del califato andalusí de Córdoba― que basaba su fuerza económica en la piratería contra las naves mercantes de las potencias emergentes del Mediterráneo occidental cristiano. Según la misma profesora Cuadrada, la respuesta que explica aquella empresa de castigo pone de relieve el protagonismo destacado que, en aquellas potencias marítimas emergentes, habían adquirido las clases mercantiles y la actividad comercial. Una composición de poder y un dibujo del paisaje económico que, en aquel escenario general de picas y mallas, resulta especialmente relevante.
El vestuario ideológico de aquella empresa
No obstante, aquellas clases mercantiles emergentes no podían ni querían prescindir del discurso ideológico general que impregnaba el mundo cristiano europeo de la época. Y si bien es cierto que Pisa, Niza y Barcelona ―las promotoras iniciáticas de la empresa―, entre otras cosas, tenían en común que formaban parte del enjambre de pequeños estados mediterráneos que gravitaban en la órbita política del Pontificado (permanentemente enfrentado al Sacro Imperio Romano Germánico en una especie de guerra fría medieval); también lo es que en el momento en que se articula la alianza militar solicitan al papa Pascual II que categorice aquella iniciativa como una cruzada. En este punto es importante destacar un detalle que completa el dibujo de aquella escena: Pascual II era de la orden de los benedictinos, tradicionalmente enfrentada a la clase nobiliaria, enemiga secular de las clases mercantiles.
Fragmento del Liber Maiolichinus donde aparece el sustantivo 'catalania' / Fuente: Biblioteca Universitaria de Pisa
El resultado de aquella empresa
El mando militar del grupo de aquella cruzada fue asignado a Ramón Berenguer III, conde independiente de Barcelona. Este detalle también es muy importante, porque revela los pesos de los diferentes actores que participaban en aquella alianza. Y partió del mismo puerto de Salou, desde donde 114 años más tarde (1228) Jaime I, bisnieto de Ramón Berenguer III, iniciaría la empresa exclusivamente catalana de conquista definitiva de Mallorca. Y, en el caso de Jaime I, decimos definitiva porque si bien la cruzada comandada por Ramón Berenguer III consiguió sus objetivos iniciales (destrucción de toda la infraestructura naval y terrestre de los piratas mallorquines e ibicencos), no alcanzó la conquista efectiva de las Islas. Después de una dominación efímera (de unos meses de duración), la alianza comandada por Ramón Berenguer III abandonó Mallorca.
Los efectos de aquella empresa
Después de aquella expedición de castigo ―que tanto las fuentes cristianas como las musulmanas relatan como una campaña de una brutalidad aterradora―, la piratería musulmana mallorquina e ibicenca desapareció. Aquel nuevo escenario de seguridad no tan sólo impulsó el comercio marítimo en el Mediterráneo occidental en cotas hasta entonces desconocidas; sino que, también, Mallorca se convirtió en un mercado de intercambio entre comerciantes cristianos y musulmanes. La definitiva conquista catalana de Mallorca, que se produciría un siglo largo más tarde (1228-1229), se explica por el conocimiento y por el interés de los armadores catalanes en aquellas islas. La empresa mallorquina de Jaime I, heredera de la de Ramón Berenguer III, obedecía a una estrategia clarísima: el dominio comercial del mar Balear y la proyección de las rutas comerciales catalanas hacia la península italiana.
Fragmento del Atlas Catalán de Abraham Cresques (1375) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France
Otros efectos de aquella empresa
El éxito de la cruzada de Ramón Berenguer III estrechó la relación entre los socios de aquella empresa. No tan sólo en el terreno defensivo, que habría sido la consecuencia lógica en aquel contexto extremadamente militarizado de la época; sino, también, en el terreno comercial. La profesora Coral Cuadradra, en sus trabajos de investigación, destaca que antes de la cruzada las relaciones comerciales entre Barcelona, Montpellier, Nimes, Niza y Pisa ya eran muy fluidas, en buena parte promovidas por sus respectivas comunidades judías locales. Pero después de la cruzada, y en aquel nuevo escenario que invitaba a multiplicar los negocios, formalizaron varios tratados que garantizaban la seguridad comercial y jurídica de sus armadores en cualquiera de los puertos de aquella alianza. Una especie de Unión Europea medieval, de ámbito marítimo y de alcance mediterráneo.
Representación moderna de Ramón Berenguer III, obra de Marià Fortuny / Fuente: Museu de Belles Arts Sant Jordi, Barcelona
La primera vez que nos llaman 'catalanes'
El Liber Maiolichinus se refiere a Ramón Berenguer III como "dux catalanensis". Pero, en cambio, no se refiere al conde de Nimes (territorio de nacimiento de la marca carolingia de Gotia) con el mismo gentilicio. Y las huestes de Ramón Berenguer III (las propias, las del obispo de Girona y las del conde del Rosselló), como "catalanenses", originarios de la "Pyrenee regionis" que se denomina "Catalania". Y si bien es muy probable que estos sustantivos y estos gentilicios en aquel momento ya tuvieran cierto recorrido cronológico y que, según algunos investigadores de esta etapa histórica como el profesor Flocel Sabaté (de la Universitat de Lleida), se refirieran a "tierra de castillos"; también lo es, y resulta especialmente revelador que la primera vez que son documentados coincida con la primera empresa expansiva hacia el mar de nuestra historia nacional, y de clarísima factura comercial.