¿Qué pasaría si los dirigentes independentistas pensaran con el método de Angela Merkel? La excanciller alemana usa una forma de análisis basada en los estudios que hizo de Física, y eso le dio una extraordinaria visión de gobierno a largo plazo. El método Merkel se basa en montar las estrategias al revés, de forma inversa a la cronología. "Pienso las cosas empezando por el final, desde el resultado deseado, y avanzo hacia atrás. Lo más importante es lo que se conseguirá dentro de dos años, no lo que leeremos mañana en el diario", explica en el libro La cancellera (La gran odissea d'Angela Merkel) de Kati Marton (Columna). ¿Qué habría sucedido si los líderes independentistas hubieran empezado por el final, estudiando cómo se podía defender la DUI proclamada y a partir de aquí hubieran deducido los pasos anteriores? Es una incógnita, pero eso es lo que les habría aconsejado Merkel si hubiera estado en la war room.

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La canceller de Kati Marton, editada por Columna

Una segunda característica de Merkel es que hizo el paso más ambicioso para definir qué significa ser alemán en una sociedad democrática, un debate que llevó de cabeza a la política germánica después del nazismo de los años 30. Merkel resolvió definitivamente la cuestión, de una forma que ni la izquierda ni la derecha española han hecho nunca con el franquismo, donde ni siquiera existen cordones sanitarios contra la extrema derecha. La excanciller nació en Hamburgo en 1954 pero su padre, que era pastor luterano, fue destinado por su iglesia a la DDR, la Alemania comunista, y allí se crio. La DDR era entonces un estado policial sometido al paraguas soviético, y de una dureza más férrea que la de Moscú. "Incluso los niños tenían que intentar pasar desapercibidos del estado que todo lo veía. La penetración de la Stasi era más profunda y extendida que la de su predecesora, la Gestapo. El Ministerio de Seguridad Estatal tenía 173.000 empleados, informadores incluidos, comparados con los 7.000 del Tercer Reich. Había un informador por cada 63 personas", señala el libro de Kati Marton. Merkel fue interrogada varias veces por la Stasi, una de ellas antes de ir a estudiar a la Universidad de Leipzig. Simplemente por eso.

Merkel es fruto de esta realidad claustrofóbica de vivir en un país con dos dictaduras consecutivas e hizo un planteamiento que también podría servir para la violenta historia de España. El libro lo explica: "Han pasado más de 75 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero una pregunta persigue a Alemania hasta hoy: ¿puede llegar a ser "normal" un país que creó Auschwitz y organizó el genocidio sistemático más despiadado de la historia? Angela Merkel probablemente respondería afirmativamente, pero con reservas. Sí, pero sólo si Alemania sigue asumiendo la responsabilidad como perpetradora de uno de los capítulos más oscuros de la historia. Bajo su liderazgo se ha esforzado por asegurar que sea así. Como hija de un pastor, cree en el trabajo silencioso y persistente de la salvación diaria", detalla. Merkel se convenció de que había que cerrar esta deuda pendiente después de escuchar los discursos de los entonces presidente de la RFA, el democristiano Richard von Weizsäcker, cuando reclamó que Alemania se enfrentara seriamente a su pasado nazi. Se acercó así a los democristianos. Ayudó que estaba hasta la coronilla de discursos marxistas.

Merkel fue la primera canciller alemana que fue recibida en la Knesset, el Parlamento de Israel, desde la independencia de este país en 1948. La histórica visita fue en 2008, cuando en Israel todavía existia mucho recelo hacia el país germánico. "Seis de los ciento veinte miembros de la Knesset habían salido en señal de protesta por haber escogido a Merkel para hablar en el órgano israelí "en la lengua de los asesinos"", explica el libro. Pero la canciller empezó en hebreo: "ָAní modá lajem" (Os doy las gracias). E hizo la autocrítica más contundente que nunca había hecho un político alemán de la historia de su país. Una lección moral que mantuvo durante su mandato.