La Universitat de Barcelona (UB), la mayor de Catalunya, celebrará elecciones el próximo 28 de noviembre. Están llamadas a votar a más de 64.000 personas. Se han presentado siete candidaturas. Por orden alfabético estos son los candidatos a rector:
- Norbert Bilbeny, catedrático de Ética,
- Joan Elias, catedrático de Matemáticas,
- Rafael Franco, catedrático de Bioquímica,
- Joan Guàrdia, catedrático de Metodología de las Ciencias del Comportamiento,
- Eduardo L. Mariño, catedrático de Farmacia y Tecnología Farmacéutica,
- Màrius Rubiralta, catedrático de Química Orgánica, y
- David Vallespín, catedrático de Derecho Procesal.
En caso de que ningún candidato obtenga la mayoría absoluta el 28 de noviembre, se hará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados el 1 de diciembre. Las elecciones se presentan muy inciertas, porque no hay claros favoritos. El presupuesto de la campaña es de 20.000 euros, que se tendrán que dividir entre los siete candidatos.
Votación bien desigual
Pero no todos los votos valen lo mismo. En realidad, los miembros de la UB están divididos en cuatro colectivos de electores. Más de la mitad de la capacidad de decisión (el 51%) recae sobre el colectivo de los 4.074 doctores con vinculación permanente con la universidad. Los 2.009 miembros del resto del Personal Docente e Investigador (básicamente profesor precarios) tienen tan sólo un 9% de la capacidad de decisión. A los 2.270 miembros del personal administrativo y de servicios les corresponde el 10% de la capacidad de decisión. Y a los 54.645 alumnos de todos niveles les toca el 30% de la capacidad de decisión). Es decir: el voto de un profesor doctor funcionario vale tres veces lo que vale el voto de un profesor precario. El voto de una secretaria o de un conserje tiene el mismo valor que el de un profesor precario. El voto de diez alumnos equivale al de un profesor precario, y el de treinta, a un profesor doctor estable. En las últimas elecciones en el rectorado, en el 2012, Dídac Ramírez consiguió imponerse gracias al voto ponderado de los profesores doctores con vínculo permanente.
La distorsión de las tasas de participación
Pero en la práctica estas ratios no funcionan exactamente así, porque la participación es muy diferente según los colectivos electorales. En el 2012, en las últimas elecciones en el rectorado, los que más votaron fueron los profesores doctores con vínculo permanente (llegaron al 74,33% de participación). También el personal de administración y servicios habitualmente tiene una alta participación en este tipo de elecciones (el 69,97% en el 2012). En cambio, la participación del profesorado docente e investigador no permanente es mucho más baja; en el 2012 sólo llegó al 32,33%. Y la tasa de participación de los alumnos acostumbra a ser irrisoria; en el 2012 sólo alcanzó el 9,31%. Como los alumnos son el principal colectivo en las votaciones, la tasa de participación media total es bien baja, de la orden del 14,94% en la primera vuelta del 2012.
Tendencias
En principio, el candidato más claramente continuista es David Vallespín, que ya formaba parte del equipo del rector saliente. También tiene un perfil continuista Màrius Rubiralta, que ya había sido rector de la UB. Norbert Bilbeny, Joan Elias y Joan Guàrdia, en cambio, tienen perfiles más rupturistas. Las candidaturas de Elias y Guàrdia tienen un perfil bastante similar y no sería extraño que acabaran apoyándose. En cambio Rafael Franco y Eduardo L. Mariño son bastante desconocidos en la comunidad universitaria: ha sorprendido mucho que se presentaran y no se cree que consigan muchos votos.
Norbert Bilbeny, el más mediático
El más conocido de los siete candidatos es Norbert Bilbeny (Barcelona, 1953), un filósofo que colabora a menudo con la prensa y ha publicado numerosos libros de divulgación sobre ética. En los últimos tiempos se ha especializado en el estudio del multiculturalismo. Se le considera un candidato de izquierdas y un defensor de la autodeterminación. Pero no se cree que tenga muchos apoyos, a pesar de su popularidad.
Joan Elias, el matemático
Joan Elias, aficionado a la montaña, ya tiene a punto su página web donde ofrece su programa. Se presenta de forma muy tecnocrática, haciendo referencia sobre todo a la excelencia y a la internacionalización del conocimientos. Afirma de forma contundente que "no tenemos ningún mandato de ninguna fuerza política". En cualquier caso pide "un diálogo constructivo con el Personal de Administración y Servicios". Se le considera a uno de los candidatos progresistas, aunque su programa electoral no es nada radical.
Rafael Franco, el hombre del café
Rafael Franco, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universitat de Barcelona, es un referente en la investigación de las terapias para el Parkinson. Es conocido por su defensa del consumo de café, que considera que en dosis moderadas puede ayudar a prevenir Parkinson, Alzhéimer y algún tipo de diabetes. Pero hasta ahora no había ocupado cargos destacados de gestión y en el conjunto de la UB no es un hombre muy conocido.
El psicólogo Joan Guàrdia
El equipo de Joan Guàrdia (1958) también ha puesto en marcha ya su página web. Apuesta por una universidad pública al servicio de la sociedad, el medio ambiente y la economía. Pone el énfasis de su programa en la innovación docente y en la internacionalización de la universidad. Pero también insiste en la necesidad de mejorar la divulgación científica para dar más visibilidad a la Universitat de Barcelona. Guàrdia parece ser el candidato progresista con más posibilidades, y hay a quien augura que puede llegar a la segunda vuelta frente a los candidatos más continuistas: Vallespín i Rubiralta.
Eduardo L. Mariño, ¿de la farmacia a la gestión?
Mariño es uno de los candidatos más discretos. Tiene un currículum muy destacado en el ámbito de la farmacia, pero hasta ahora no ha ocupado grandes cargos de gestión en la universidad, ni ha realizado tareas administrativas. No se cree que pueda tener muchos apoyos.
Màrius Rubiralta, ¿retorno al cargo?
Màrius Rubiralta (Manresa, 1954), catedrático de Química en la Facultad de Farmacia, ya fue rector de la UB del 2005 al 2008. Desde este cargo impulsó el Parque Científico de la Universitat de Barcelona, una infraestructura que tuvo muchos malos resultados y que cargó un fuerte deuda a la universidad. Rubiralta dejó el cargo para ser Secretario de Estado de Universidades durante el mandato de Rodríguez Zapatero, donde se vio obligado a implementar recortes absolutamente drásticos que fueron muy contestados. Desde hace cuatro años dirige el Campus de la Alimentación de Torribera, en Santa Coloma.
Vallespín, el joven
David Vallespín, de 48 años, es profesor de Derecho y había sido vice-rector de Infraestructuras y Gobernanza con el equipo saliente. Es el candidato más joven y se presenta como el representante del relevo generacional, aunque algunos le definen como un candidato continuista. Critica los recortes y reivindica, prioritariamente, una vía de financiación estable y el fin de la injerencia política en la universidad. Se plantea como un candidato por encima de las discusiones políticas y del debate independentista: "En la Universidad, ni trincheras, ni banderas", afirmó en una entrevista.
Los problemas más graves
Sin duda, uno de los problemas más grave de la Universidad de Barcelona es el de su plantilla, muy afectada por los recortes. El número de profesores se ha reducido, y eso ha provocado un envejecimiento de los departamentos, con la pérdida de algunos de los investigadores y docentes más renovadores, muchos de los cuales se han echado a la calle; algunos de ellos se han visto afectados por la "fuga de cerebros" y se han marchado al exterior. Por otra parte, hay más de 2.000 profesores asociados con salarios irrisorios (muchos cobran en torno a 500 euros por casi una jornada completa), que aspiran a alcanzar una plaza de funcionario cada vez más difícil de conseguir. Eso provoca problemas graves dentro del mismo cuerpo de profesores. Hay también un cierto debate sobre la financiación de la universidad; algunos candidatos tienen claro que se tiene que priorizar la búsqueda de financiaciones privadas para complementar unos recursos públicos muy escasos; otros consideran que la financiación privada puede acabar condicionando el funcionamiento de la universidad y haciéndole perder su vocación pública. El equipo directivo saliente presume de que la UB figura en los ránquings como la mejor de España, pero los sindicatos acusan a la UB de haber cedido a un modelo elitista de universidad: el precio de las matrículas se ha multiplicado en los últimos años y los alumnos de familias más pobres han ido siendo expulsados de la universidad. El problema es especialmente grave en el tercer ciclo: cada vez hay más master privados (más caros) y menos master públicos (los más económicos). Pero hay un problema clave de fondo: la Generalitat de Catalunya debe 80.000.000 de euros a la Universitat de Barcelona, y sin estos fondos la UB va muy escasa de recursos.