El título que encabeza este artículo es, seguramente, el más críptico que este articulista se haya atrevido a presentarle a su paciente editor. Y será un acto de buena fe, el dulce regalo de un padrino a su ahijado en Lunes de Pascua, si hoy se lo publica sin correcciones de estilo. Defenderé la asociación de ideas que me ha llevado a un titular tan anticlickbait: Warhol A To Z: The Life of an Icon, es el diccionario ilustrado, de la A la Z, que celebró la vida, el arte, las películas y colaboraciones, de Andy Warhol, el papa del Pop neoyorquino. Y Plena Pausa, la proyección musicada en vivo del festival D’A, a cargo de J de Los Planetas, recoge la vida, el arte, las películas y colaboraciones de Iván Zulueta, el cineasta de culto que importó las virtudes (y alguno de los vicios) del círculo de The Factory, Lou Reed, The Velvet Underground y el resto de vanguardistas malditos, de la gran manzana a la piel de toro.

"El D'A, Festival de Cine de Barcelona, está dedicado al cine contemporáneo, con un foco especial hacia autores y autoras consagrados, de largo recorrido, y una apuesta muy fuerte por el nuevo talento, tanto nacional como internacional”, me explica Carles Rodríguez Ríos, el director del sarao fílmico. “Siempre ha tenido actividades musicales, y este año hemos apostado por traer los conciertos de Refree y de J al festival. La Filmoteca Española, con la dirección de Josetxo Cerdán, encomendó diferentes conciertos a diferentes músicos. El primero fueron una serie de archivos de nitrato, de comienzos del siglo XX, con música de Pucho, después Refree musicó el espectáculo de La aldea maldita, de Florían Rey y, finalmente, las películas caseras de Iván Zulueta a J de Los Planetas, que ha escrito una serie de canciones para una selección de estas piezas inéditas del mítico director.”

Solo rodó dos largometrajes, pero ocupa un lugar fundamental en la historia del cine estatal encarnando el paradigma del director maldito

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Fotograma de Arrebato, el filme más maldito del cine ibérico al cual no le faltan fans

En los límites de la pausa

Juan Ricardo Miguel Zulueta Vergarajauregui (Donostia, 1943 –2009), más conocido como Iván Zulueta (la burocracia del Régimen no permitió que lo registraran así por su resonancia rusófila), fue un director avanzado a su tiempo. O cuando menos, a los tiempos retrógrados del país donde le tocó nacer. Quizás por eso su técnica de filmación más característica se basa en filmar imágenes televisivas con una cámara de Super-8, parando y avanzando a intervalos de tiempo (de aquí el nombre del proyecto: Plena pausa). 

Hijo del director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y de una pintora, el joven Iván pudo estudiar arte en Nueva York en 1963, donde conoció a Andy Warhol justo cuando este empezaba a serigrafiar latas de sopa Campbell’s y rodar películas undreground. Después, sin embargo, vuelve y se matricula en la Escuela Oficial de Cine, donde los tribunales no aprueban sus trabajos por considerarlos demasiado experimentales, así que sale de allí sin obtener el carné del sindicato (esencial durante el franquismo para poder firmar una película como director). Solo consigue rodar dos largometrajes: Uno, dos, tres, en el escondite inglés -una psicodélica parodia de Eurovisión al estilo de Richard Lester, que tardó en estrenarse en España por escollos del ministerio- y Arrebato -un fracaso comercial trasmutado en obra de culto-, amén de un par de episodios para televisión y un puñado de cortos, muchos de ellos filmados en su casa, pero tan breve currículo no le impedirá ocupar un lugar fundamental en la historia del cine estatal encarnando el paradigma del director maldito. Años después, ya convertido en leyenda viva, ofertas de productores no le faltarán, pero la adicción a la heroína y el bloqueo creativo lo llevarán a pasar el resto de sus días encerrado en casa, como si el fotograma rojo que amenaza al protagonista de su film lo hubiera vampirizado.

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J de espaldas al público, como su bajista original, May Oliver. Foto: D'A Film Festival / Dani Cantó.

Los fans impenitentes de los primeros discos de la emblemática banda de Granada pudimos disfrutar de un retorno a sus orígenes a través de un montón de autorreferencias visuales y sonoras, y ello sin dejar de indagar en la figura de Zulueta y su genio creativo

Rey sombra

“¿Qué puedes ofrecer que aún no haya probado? Si hay algo que quede por hacer / Mientras fuera en la calle, llueve sol como miel / No podrás obligarme a salir / Otra vez...” Sin duda, Rey sombra, es una de las canciones más yonquis (tienen unas cuantas) del Super 8, el disco con que Los Planetas debutaron hará unos treinta años, y hoy en día parecería inspirada en las últimas décadas de la vida de Iván Zulueta, en los años de reclusión opiácea durante los cuales el director se coronó como el auténtico Rey sombra. “Supongo que me hicieron el encargo a sabiendas de mi interés por Iván Zulueta —dice J en una videoentrevista publicada por el D’A—, porque más o menos tenemos las mismas referencias: The Velvet Underground, Lou Reed, cosas así. Entre él y yo hay ciertos paralelismos en la manera de abordar nuestro trabajo.” No le falta razón. Filmaciones en Super-8 de parques de atracciones, carreras de coches, la playa, manchas solares, escenas warholianas y chutes de heroína capturados por la cámara en pleno set de rodaje... A pesar de que en este proyecto a J lo acompañen los integrantes del grupo argentino 107 Faunos, junto con Natalia Drago (una versión remozada de Cecila Roth que inspira la canción Natalia dice), los fans impenitentes de los primeros discos de la emblemática banda de Granada pudimos disfrutar, durante el concierto-proyección celebrado en la sala Paralelo 62, de un retorno a sus orígenes a través de un montón de autorreferencias visuales y sonoras, y ello sin dejar de indagar en la figura de Zulueta y su genio creativo. Sin duda, fue buen día.