La mejor sala de conciertos de Barcelona es una caja de zapatos. Se llama Vol, está en el número 78 de la calle Sancho de Ávila del Poblenou. Rectangular, sólo traspasar la puerta, los lavabos. A la derecha, la barra. Al fondo, el escenario. La Vol, sí, es una caja de zapatos, pequeña y negra, pero con la buena vibra de esos rincones que te hacen creer que ahí cualquier día puedes vivir la mejor noche de tu vida. 

Una sala que levita

“Abrir una sala de conciertos ha sido una experiencia muy física, especialmente en los primeros años, en los que tuvimos que hacer de todo, desde técnicos de sonido a limpiar los lavabos. Empezamos la aventura de la Vol en octubre de 2016. Entonces todavía formábamos parte del equipo que gestionaba la sala Heliogàbal. Lo dejamos cuando empezamos a tener problemas de inspecciones", recuerda Artur Estrada, cantante y guitarrista de la banda de culto de indie rock Nueva Vulcano, y uno de los socios fundadores de la cooperativa que gestiona la Vol. Una aventura en la que Artur está acompañado de Sergi Egea, uno de los agitadores culturales más activos de la ciudad de Barcelona y Miquel Cabal, traductor al catalán de clásicos de la literatura rusa como Fiódor Dostoievski, Antón Chéjov o Lev Tolstoi.

El hecho es que la también muy icónica sala del barrio de Gracia tenía que acoger un concierto de la banda inglesa Crushed Beaks, pero por temas legales aquel bolo no se pudo hacer en la Helio y tuvieron que trasladarlo a la sala BeCool. Los dueños de la sala de Plaza de Joan Llongueras, popular por su pista giratoria, también tenían un local en el Poblenou que se llamaba BeGood, una discoteca bastante concurrida en la zona, pero que llevaba tiempo cerrada. Sólo la abrían para algunas fiestas privadas. Dicen que fueron memorables, las que montavan los crápulas de Sidonie. "La fuimos a ver y nos salió lo tan tópico de: 'tiene mucho potencial'”, explica entre risas Sergi.

Los días 15 y 16 de 2016 volvieron a tronar los amplificadores en la nueva BeCool. Fue un sábado y un domingo. Un día tocaron las bandas de los tres socios de la sala: Nueva Vulcano (Artur Estrada), Polseguera (Sergi Egea) y Sot (Miquel Cabal). Y el otro The Ex, una banda de hardcore experimental de Holanda que se encuentra entre las favoritas de Voleros. "Al principio intentamos replicar lo que nos había funcionado tan bien en la Heliogàbal, y los batacazos fueron impresionantes. Conciertos que en el Helio vendían todas las entradas, aquí sólo vendíamos 30". Rápidamente se dieron cuenta de que el espacio físico condicionaba la programación. "El modelo debía ser una sala como la Wurlitzer de Madrid: rock'n'roll, birra y chupito de whisky". Fue entonces cuando decidieron que debían realizar obras. "Eliminamos un altillo que teníamos para hacer la sala más grande, la pintamos de negro, cambiamos la instalación eléctrica... Y también cambiamos el nombre de la sala, pasamos de ser el BeGood a ser la Vol.

Cuando Artur, Sergi y Miquel pensaban en cambiarle el nombre a la sala, dicen que se iban hacia temas místicos. Filosofaban con el concepto que la música les hacía levitar, y los nombres que les venían a la cabeza estaban relacionados con este ideario. Así llegaron a Levitation y éste acabó derivando hacia Vol. Por todo esto de volar. El primer concierto que dieron con el nuevo nombre, fue de los americanos Sonny & the Sunsets. El cantante, Sonny Smith, también es dibujante y llevaba unas ilustraciones para vender. Una de ellas llevaba escrita la palabra levitation. "Flipamos. Evidentemente, nos quedamos con el dibujo". Una ilustración que ahora es la etiqueta de la sidra de manzana y granada que han empezado a elaborar. El concierto de Sonny & the Sunsets, por cierto, tuvo que suspenderse, porque se marchó la luz. "Era el primer concierto de su gira española. Por suerte, lo pudimos reprogramar 15 días después, siendo ahora el último de la gira. 

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Artur Estrada levitando en la sala Vol.

Doble o nada

Y entonces llegó la pandemia. Y el mundo se detuvo. Y con él la sala, que permaneció cerrada durante meses."Teníamos muchos proyectos por realizar en el 2020, ideas como abrir el mes de agosto y ofrecer una programación especial. Un hecho, abrir en verano, que no habíamos hecho nunca antes. Nuestro lema para aquel año era 20 20 doble o nada", descubre a Artur. Fue nada. "Fue duro, evidentemente. Lo más difícil fue tomar perspectiva y ver toda la programación que ya teníamos cerrada y que no pudimos hacer. Pero, y ahora hablo desde el yo, cuando tienes dos hijas y estás obligado a seguir adelante, te paras a pensar muy pocas cosas".

Sergi y Artur afirman y reafirman que han tenido mucha suerte de estar agrupados formando parte de la Asacc. Insisten que ser miembros la asociación de salas de conciertos de Catalunya fue su principal refugio durante el confinamiento y los meses posteriores en que la sala se vio obligada a seguir cerrada. "La frase de la unión hace la fuerza, tomó todo su sentido. Presionamos a quien tuviéramos que presionar para recibir todas las ayudas que hicieran falta. El trabajo por parte de la asociación ha sido fundamental para evitar que se cerraran muchas más salas de las que desgraciadamente se han cerrado. Unas ayudas que, finalmente, no sólo han beneficiado en las salas, sino que, pudiendo organizar ciclos de conciertos como el Sala BCN, también han ayudado a músicos y técnicos".

Paralelamente, explican los responsables de la Vol que desde el principio se dieron cuenta de que como cooperativa no podían focalizar todas sus energías en la sala. "Esto nos motivó a buscar otros proyectos que beneficiaran a la sala, que es nuestro proyecto deficitario. Proyectos que se nos adjudicaron, la gran mayoría, por concurso, como el Cicle Fabra, la dirección artística del BAM, el cicle Vespres de la UB, el programa Residència de l’ICUB...". O, tal y como se supo días atrás, la gestión de la sala Barts, en este caso en colaboración con la cooperativa Quesoni y los coordinadores de la sala Upload.

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Sergi Egea y Artur Estrada, dos terceras partes del equipo fundacional de la sala Vol. Foto: Oriol Rodríguez

Sólo lo que les gusta

Superado el confinamiento, el primer concierto de reapertura de la Vol fue el 12 de diciembre a las 12 del mediodía. El 12, del 12 a las 12. Los protagonistas fueron La Ludwig Band. "Hizo una mañana espectacular", recuerda Artur. "Antes de venir, pasé por una panadería donde hacen unos chuchos y cruasanes gigantes buenísimos. Compré unos cuantos y los llevé para la gente del público, el grupo, la gente de la sala... Todo fue genial". Después de aquel primer concierto vinieron los de Junco y Mimbre, Salina, Furguson... "Y ya en el 2021 Lluís Cabot, Polseguera, Luces Negras... Este año ya hemos organizado unos 40".

Artur y Sergi coinciden al afirmar en que fueron los grupos los que les hicieron reabrir la Vol más que no al revés. "En un primer momento las condiciones eran complicadísimas. Sólo podían entrar 25 personas, no podíamos tener barra de bar... Pero los grupos nos animaron a hacerlo y poco a poco nos fuimos animando. Y ahora más que nunca siguiendo la filosofía de hacer sólo aquello que nos gusta".