El caso de los papeles de Panamá ha reabierto el debate sobre los paraísos fiscales. Cada vez hay más consenso en que los paraísos fiscales juegan un papel clave en la evasión de impuestos, y que eso tiene un coste muy elevado para los Estados, y, en consecuencia, para los ciudadanos. Sin embargo, más allá de los escándalos puntuales, normalmente se sabe poco de cómo funcionan y cómo nos afecta su existencia. Pocos economistas se han dedicado a hacer investigación en este campo. Pero el economista Gabriel Zucman, profesor de la London School of Economics, es una excepción. Y lo explicó, en clave divulgativa, en su libro La riqueza oculta de las naciones. Investigación sobre los paraísos fiscales (editorial Pasado & Presente).

Las sociedades panameñas limpian más limpio

Una de las cosas curiosas que apunta Zucman es que las sociedades panameñas ya fueron muy usadas por los evasores después de la II Guerra Mundial. Los bancos suizos tenían muchos activos bloqueados en los Estados Unidos, que los habían paralizado por miedo a que fueran usados por los nazis. Para desbloquearlos, exigieron que Suiza certificara de quién eran los bienes, y que la Hacienda francesa garantizara que aquellos activos habían sido declarados. Suiza organizó una gran empresa de falsificación, mediante la cual se atribuía la propiedad de los capitales franceses invertidos en títulos norteamericanos a ciudadanos suizos o en sociedades pantalla con sede en Panamá.

Cifras

Zucman hace un esfuerzo para valorar el coste actual de la existencia de paraísos fiscales, y lo hace cruzando datos de diferentes fuentes. Reconoce que su sistema puede tener deficiencias, pero es una estimación sobre la cual trabajar. Asegura que el 12% del patrimonio financiero de las familias europeas está en los paraísos fiscales. Su estimación se sitúa muy por debajo de las de otros autores. Para él hay 7,5 billones de dólares evadidos, y no entre 21 y 32, como había valorado James Henry. Eso supondría, anualmente, unas pérdidas de 130.000 millones de euros en impuestos no recaudados en los Estados de todo el mundo.

Entre el pesimismo y la esperanza

Los atentados del 11S desencadenaron una ofensiva contra los paraísos fiscales, sospechosos de conservar los fondos de organizaciones terroristas. Pero los grandes capitales enseguida maniobraron para encontrar nuevas formas de opacidad. Zucman asegura que los paraísos fiscales "nunca han disfrutado de tan buena salud como ahora" y que "la impunidad de los defraudadores es absoluta". Y, a pesar de todo, cree que se puede acabar con estas prácticas: "La evasión fiscal de los adinerados y de las grandes sociedades se puede detener". Eso sí, avisa de que hay que aplicar medidas contundentes con urgencia, porque si no, las políticas que se apliquen fracasarán, como fracasaron las aplicadas anteriormente.

Previsible

Gabriel Zucman, al ser preguntado por El Nacional, no ha mostrado ninguna sorpresa por la publicación de los papeles de Panamá. Cree que se ha evidenciado lo que él ya denunciaba en su libro. Con estos documentos se ha evidenciado la complicidad de las entidades financieras y los gobiernos de determinados territorios con los evasores. Y cree que la única posibilidad, para que no se vuelvan a producir estos hechos, es que se apliquen sanciones ejemplares a los países y a las instituciones implicadas en estos hechos. 

¿Qué hacer?

Zucman apuesta por crear un registro mundial de títulos financieros, con intercambios de información continuos entre los Estados. A pesar de ser consciente de las reticencias que eso generaría a los paraísos fiscales, cree que con presiones políticas y económicas, las grandes potencias conseguirían doblarlos. Pero va más allá, y sugiere crear un impuesto global progresivo sobre las grandes fortunas, y cree que el Fondo Monetario Internacional tendría que ser el responsable de hacerlo.

Más claro, el agua

Una de las grandes virtudes de Zucman es su capacidad divulgativa. Zucman afirma que aquello que hacen los defraudadores no es tan complicado. Y asegura que hace un siglo que estas prácticas ya eran comunes en Suiza. Y en su libro, de forma fácil y ágil, describe las triquiñuelas de los evasores, e intenta explicar a los que tienen pocos conocimiento de economía los puntos más débiles de nuestro sistema financiero. Porque los paraísos fiscales, como lo demuestra La riqueza oculta de las naciones, también son cosa de todos.