"Hay que ser tan implacable con los hombres como con escribir", reza Las palabras justas. Y Milena Busquets (Barcelona, 1972), a la hora de hablar, lo es, de implacable. Publicado en catalán por Amsterdam y en  castellano por Anagrama; este dietario, que cubre un año de la vida de la autora en pandemia, es fruto de una autoexploración constante, sostenida. Y muy afilada. Por sus páginas desfilan las reflexiones sobre el oficio de escribir y la 'fauna' de los escritores, sobre la cotidianidad, sobre ser madre y sobre el amor y la seducción. Con un estilo lapidario, que hace leerlo a ratos como un compendio de sentencias, el libro comparte la mirada íntima de una escritora con el lector. Y este puede estar seguro de recibirla sin rastro de autocensura.

"Yo nunca en la vida lo he explicado todo, ni tan sólo a mí misma". ¿Escribir un dietario es una forma de explicar cosas que quizás sin el papel no nos atreveríamos a decir?
Creo que Las palabras justas no es un diario realmente íntimo. Desde el principio sabía que sería un artefacto literario. Es verdad que cuándo te pones a escribir cambia el tono de lo que piensas, pero no creo que me haya servido para atreverme a decir cosas que de otra forma no diría. No es un diario tampoco donde explique grandes secretos, no tengo grandes secretos.

En todo lo que he escrito, el material literario básico siempre ha sido mi vida

El libro sí que es, sin embargo, una ventana en tu cotidianidad y parte de tu intimidad.
Sí, eso sí. Pero en todo lo que he escrito, el material literario básico siempre ha sido mi vida, soy yo. Además, lo que consideras intimidad depende de cada uno. Yo por ejemplo nunca me he hecho una selfie. Y en cambio puedo explicar cosas por escrito que para algunos pueden parecer que son impúdicas o que son muy privadas. Es un tema extraño el de la intimidad y muy diferente dependiendo de la persona.

¿Has tenido en algún momento la sensación que cruzabas alguna línea roja sobre qué explicar?
Cuando escribes no te juzgas así. Entras en otra dimensión en la que el juicio moral o de lo que puedes decir o no, desaparece completamente, porque estás tan preocupado por decirlo bien, por que te parezca que lo que dices es verdad, por que la frase se sea armoniosa... Hay muchas preocupaciones antes de la de sí he explicado demasiado o demasiado poco. Yo sé lo que tengo que decir y me parece que el pudor o la vergüenza no sirven para escribir.

Prefiero meterme en el barro hasta las rodillas o equivocarme por exceso que equivocarme por prudencia

¿Y la autocensura?
La autocensura para un escritor es la muerte. No podemos vivir autocensurándonos, porque además es lo que quieren. La censura ha triunfado cuando ya no la necesitan porque ya lo hace uno mismo. Prefiero meterme en el barro hasta las rodillas o equivocarme por exceso que equivocarme por prudencia. No se puede vivir con miedo, no se puede escribir con miedo, no se puede amar con miedo... Y tenemos todos la tendencia a autopreservarnos pero hay que hacer lo que sea para ir en contra de este instinto.

A lo largo de todo el dietario hay una reflexión sobre el hecho de escribir y de qué o quién es escritor. Haces un retrato a veces muy afilado de la profesión.
Yo nací en un mundo literario. La gente a la cual he podido observar más y que más he conocido son escritores. Ha sido la mayoría de la gente que me ha rodeado durante toda mi vida, primero porque me caí en una familia de editores y después, por acción propia. Me interesan y me hacen gracia los escritores porque es una fauna de gente que conozco muy bien y los descubro al primer momento. Así como hay una categoría de gente que viene a que le firmes el libro en Sant Jordi, podría hacer una categoría todavía más clara y afiladura de escritores, los veo a venir. Somos gente muy frágil, muy chalada... muy especial. Y por otra parte, creo que tengo la obligación de ser crítica y realista e intentar no mitificar un oficio que es magnífico pero que también tiene una tendencia a romantizarse.

Tengo la obligación de ser crítica y realista e intentar no mitificar un oficio que es magnífico pero que también tiene una tendencia a romantitzar-se

"En un escritor la modestia es siempre falsa modestia". ¿Siempre está el ego detrás del escritor?
¡Siempre! Detrás de todo el mundo (río). Detrás del escritor siempre. Cualquier persona que hace alguna cosa y lo ofrece en el mundo, aunque sean unos pendientes, creo que tiene que pensar que vale lo suficiente la pena por eso. Es un equilibrio, porque por una parte el ego se imprescindible para producir alguna cosa artística, sin embargo, por la otra, si estás demasiado cerca de este ego y no eres capaz de juzgar lo que haces, puedes hacer cosas que sólo tengan interés para ti, cosas en que nadie pueda ver reflejado. Nunca te puedes quedar inmóvil, ni demasiado cerca ni demasiado lejos para ver las cosas y para ver lo que escribes. El diario es mucho más largo y tiré una parte que me parecía que simplemente no aportaba nada de nuevo o que nadie leería porque eran sólo cosas mías.

Eso también lo explicas, que lo más difícil para un escritor es borrar, reconocer que una cosa no está a la altura de lo que uno quiere.
Es muy difícil, pero también es una cuestión de práctica. Te acostumbras a aceptar que quizas solo el 30% del trabajo que haces es bueno. La letra escrita hace que todo adquiera solemnidad y peso, por eso también es difícil tirar porque dices: "ostras lo escrito, lo he pensado, me lo he trabajado", etc. Pero tienes que ser capaz de tirar muchísimo, casi todo. Y entonces quizás al año tienes dos o tres buenas ideas y estas servirán, no más. Es una cura de humildad y de realidad.

Milena Busquets Pau Cortina ACN
Milena Busquets acaba de publicar Las palabras justas, dietario de uno escritora en pandemia. Foto: Pau Cortina / ACN

¿Por qué escriben los escritores? ¿Para ellos mismos, para los lectores, para la historia de la literatura universal? ¿Cuál es la que te pesa más a ti?
Yo creo que uno escribe porque quiere saber. Quiere saber qué pasa, quiere saber quién es, quiere saber quiénes son los otros... hay un deseo de entender las cosas. Y no sólo de eso, sino también de dejar constancia que han pasado, que hemos vivido, que hemos sido aquí. Y que no todo volará por los aires, como pasará realmente.

"La amistad ya la sé hacer, el amor también, ahora tendría que aprender a escribir novelas." ¿Tienes la sensación que como escritora todavía estás aprendiendo?
Estoy aprendiendo constantemente. Creo que escribiendo desde el convencimiento y la seguridad de tu talento y de tu excelencia no sale nada bueno. Se tiene que dudar y no conozco a ningún escritor serio que no tenga dudas graves o inseguridades graves, incluso gente con muchísimo reconocimiento. Hay una inseguridad que es muy buena para escribir y para crear en general. ¡Y para vivir! La gente con convicciones muy fijas están medio muertos ya. Como personas y como escritores.

La gente con convicciones muy fijas ya están medio muertos. Como personas y como escritores

Coges también como referencia los diarios del escritor francés Jules Renard al libro.
Si, Renard hizo un poco lo mismo que he hecho yo. Hizo primero una novela que se llamaba Poile de carotte, que es un clásico, y después empezó a publicar sus diarios. Y se dio cuenta de que eran su gran obra, su gran medio de expresión. Decidir no sólo el que quieres decir sino por|para qué medio lo dirás es muy importante. Renard es para mí una influencia porque los suyos son diarios no sentimentales. A mí me daba miedo, en un diario, soltarme y hacer una cosa muy autocomplaciente y dar muy de valor a los sentimientos. Me da mucho miedo la cosa sentimental porque lo soy mucho y es una pendiente por la cual bajo muy rápidamente. Y Renard me gusta porque tiene un autocontrol máximo de lo que dice. No me gustan ni la dejadez literaria ni el sentimentalismo gratuito.

Otro de los temas es el de la seducción y el amor como partes fundamentales de la vida.
Son dos cosas centrales porque son terrenos donde reina la libertad. Todo lo que te lleva hacia un conocimiento mayor de ti mismo me parece interesante. Las pasiones, como pensar por ti mismo, son peligrosas porque te pueden llevar muy lejos. Pero ir lejos es lo que interesa porque tenemos esta vida y nada más. Y en el terreno del amor, la seducción, etc., como es una cosa tanto individual, todavía está permitida la libertad, una cierta capacidad de ir muy lejos. Es un campo donde quien está en juego eres tú mismo. Es una herramienta de autoconocimiento y una herramienta de salvación. No nos salvamos nunca (río), pero si te salvas de alguna manera es a través de otra persona.

Las pasiones son peligrosas porque te pueden llevar muy lejos

¿El amor y la pasión se viven tanto con veinte años como con treinta o cuarenta?
Totalmente, aunque también depende de las normas que te impones a ti mismo. Yo tengo cincuenta años y a partir de los cuarenta hay una tendencia, porque ya has vivido y ya te han sacudido bastante, a protegerse, a querer una vida organizada: a que todo, incluso lo que pueda ser enamorarse o tener un novio o un amante, entre en un orden y que nada te interrumpa tu trabajo, tus perros, tus niños, etc. Y claro está, la gracia es todo el contrario: la gracia son las cosas suficientemente fuertes como para interrumpir tu vida y desordenarla. Si estás dispuesto, evidentemente te puedes enamorar a cualquier edad. Si no, es que estás muerto. Cuando dejas de querer seducir es cuando empieza la vejez de verdad. Yo pienso que el desorden está bien y que la mínima posibilidad de enamorarse que tengamos hace falta cogerla.

"Hay que ser tanto implacable con lo que escribes como con los hombres". ¿Qué quieres decir con eso?
Quizás es más wishful thinking eso, yo después soy muy blanda (ríe). Pienso que en las cosas importantes de la vida, como la pasión y la escritura, se tiene que ser híper honesta, híper lúcida, no engañarte. No puedes engañarte pensante que has escrito alguna cosa que es muy buena cuando quizás está a medias y lo tienes que trabajar mucho más o de pensar que estás en la relación que quieres porque te es cómodo o porque tienes estima por esta persona pero que ya no es el que te hace vibrar, ni te abrirá ya ninguna puerta. Hay un momento en una relación en que realmente ya le has enseñado al otro todo lo que le podías enseñar. Y entonces qué haces cuando ya no queda nada para mostrar al otro. No sé hacia dónde puedes ir desde este punto. Yo creo que hay que ser implacable con el otro para no dejar que las cosas decaigan: ni las frases, ni los amores, ni las amistades.

En las cosas importantes de la vida, como la pasión y la escritura, se tiene que ser híper honesta, híper lúcida, no engañarte

En el dietario aparece a menudo tu psiquiatra. ¿Ha sido importante la terapia para encontrar material para escribir el libro?
Si, él es uno de los protagonistas del libro. Yo ya había ido a terapia hace unos años pero no empecé una terapia seria hasta el año pasado, como explico al libro. Es parte del libro y es un campo interesante. Pero no sé si es un campo que quiero explorar más porque es muy difícil no engañarse y no engañar a tu psiquiatra.