Ernest Crusats fue voz, guitarra e impulso creativo de La Iaia, banda fundamental de aquella generación de grupos surgidos a mediados de la primera década del nuevo milenio que denominamos como nuevo pop catalán (colectivo en el que también metimos nombres como Antònia Font, Manel, Mishima, Mazoni...). Cinco años después de la publicación de su último disco, Tornar a ser u, Crusats reaparece en soltario con La font gelada. Un álbum de debut sin compañía sencillo en las formas, catàrtic en el espíritu. Diez canciones, media hora de una belleza tan desnuda que casi araña. Un disco melancólico perfecto para escuchar una mañana del domingo de otoño como hoy. Le echábamos de menos.

¿Sientes vértigo?
Lo sentí en algún momento, al principio de empezar esta aventura en solitario. No había ido nunca por libre y me preguntaba si sería capaz de hacer yo solo lo que me apetecía. Ahora, sin embargo, ya no. Una vez habiendo pasado el proceso y habiéndolo hecho, es todo lo contrario, me siento con más fuerza.

No había ido nunca por libre y me preguntaba si sería capaz de hacer yo solo lo que me apetecía

¿Cuándo fue que decidiste seguir en solitario?
En el 2019, cuando acabamos la gira del último disco de La Iaia, Tornar a ser u. Siempre había tenido el gusanillo de ir por mi cuenta, pero entonces fue cuando empecé a visualizarlo. Aun así, todavía hay momentos que me cuesta entender que estoy en esta fase porque es una cosa muy nueva para mí.

¿Fue complicada, la ruptura?
A mí lo que me costó fue entender que estaba empezando un proyecto personal bajo mi nombre: Ernest Crusats. Una etapa nueva en la que tuve que decodificar emocionalmente que estaba iniciando un capítulo haciendo un disco en solitario.

Ernest Crusats silla / Foto: Montse Giralt
El cantante de La Iaia Ernest Crusats debuta en solitario / Foto: Montse Giralt

Det hecho, La font gelada es un disco que transmite esta sensación de reencontrarse, de estar en aquel momento en qué una cosa acaba y empieza una nueva.
Ummmmm... La font gelada, que es el concepto que estructura el trabajo, no deja de ser un lugar que estaba contenido, helado y, no se sabe exactamente por qué, ha empezar a brotar. Eso seguramente tiene que ver con reiniciar alguna cosa. Esta lectura tiene mucho sentido.

Me costó  entender que estaba empezando un proyecto personal bajo mi nombre

Existe, físicamente, esta fuente helada.
No. El concepto, de hecho, cada vez me interesa más. La fuente helada, como tal, en el mundo... físico, no existe. Es un espacio al cual sólo se puede acceder a través de la música. Me gusta pensar que podemos hacer una excursión hacia la fuente helada a través de las canciones del disco y de los conciertos.

Es un disco muy sencillo, que tiene lo justo y necesario.
Era mi voluntad expresa: las canciones tenían que estar centradas en la letra y las melodías. No quería darle un vestido excesivo. Quería centrarme en el esqueleto central, en contraposición a mucha de la música que me llega últimamente, que la siento muy rellenada, estéticamente, pero al mismo tiempo muy superficial.

¿Te sientes perdido, ajeno a las tendencias actuales?
Agradablemente perdido. Para hacer este disco, no teníamos referentes muy marcados, ni intentábamos sonar ni copiar a nadie.

La fuente helada es un espacio al cual sólo se puede acceder a través de la música

En la hoja promocional te sitúan entre Pau Riba y Sufjan Stevens.
¡Fantástico! (risas). Sí que puedo decir que haciendo el disco no pensaba en Sufjan Stevens, ni tampoco en Pau Riba. Aunque los dos son ultra-referentes. A veces sí que quieres sonar a alguien muy concreto. Incluso, habido veces que a algunas canciones las he titulado provisionalmente con nombres de grupos. 'Wilco', 'Eels'... 

¿No ha sido así en este disco?
En este disco no he puesto ningún nombre de grupo como título provisional. Sí que en su primera versión, en 'La font gelada' el llamaba 'Country', por cómo sonaba. Fue en el estudio que le dimos la forma definitiva, ya alejada del country.

Ernest Crusats plantas / Foto: Montse Giralt
La font gelada es el primer disco en solitario de Ernest Crusats plantas / Foto: Montse Giralt

¿Si miráramos tu perfil de Spotify, qué descubriremos, qué escuchas, últimamente?
Este año, muy probablemente, Big Thief y Adrianne Lenker, su cantante, en solitario, se han llevado el premio a los más escuchados. Trato de mantenerme al día. Aunque pienso que mantenerse al día también es escuchar los viejos discos de los Beatles. Pero sí, cada vez escucho más música y cada vez me interesan más grupos. Cada vez tengo más referentes. Pero en este disco, insisto, simplemente he intentado hacer mi camino. Algo a lo que le doy mucho valor.

En este disco simplemente he intentado hacer mi camino

Tener una voz propia.
Sí. Y si alguna canción me recordaba a alguna cosa que ya había escuchado antes, para mí perdía todo el sentido. La abandonaba.

¿Has descartado muchas canciones?
No. En el proceso de creación, voy escribiendo. Hay ideas que perduran, porque las identifico como válidas. Las que no, las descarto. Aunque a veces, me obsesiono y sigo insistiendo, hasta que me doy cuenta de que no hay nada que hacer.

¿Frustra?
No. No lo vivo como una frustración, prefiero quedarme con las ideas de las que sí que acaban surgiendo canciones. Y las que no entran en el saco no las considero ni canciones. Quizás son precalentamientos para llegar a las buenas, que son aquellas que para mí tienen un sentido, un interés y una razón de ser. Las canciones tienen que tener una magia. Hacer por hacer, ya no hago nada.

Las canciones tienen que tener una magia. Hacer por hacer, ya no hago nada

¿Cuándo sabes que una canción está acabada?
Son intangibles. Hay canciones en que ves claro que ya has acabado, que ya no hay que tocar nada más. Y si las tocas más, las estropearás. Otras, en cambio, te piden más horas. A veces, eso lo acabas consiguiendo en el estudio: entras con una canción que no está del todo terminada y allí acabas de darle forma.

¿Aquí es donde entraría la figura del productor, no?
Sí. Para mí es importantísimo. Más yo, que trabajo las canciones muy solo. Es cuando la confrontas con otra persona a quién respetas por su criterio, que lo que te pueda decir puede ayudar a modular la opinión que tienes sobre tus canciones.

En tu caso, esta figura ha sido Jordi Matas.
Sí. Y tenemos una anécdota que muy paradigmática de esto que estoy diciendo. El single del disco, 'Porta oberta', fue el último tema que grabamos. Era una idea que tenía medio perdida en una carpeta en el ordenador. Recuerdo que estábamos en el estudio escuchando algunas de las ideas en que estaba trabajando y me fui hacia esta canción. Sabía que tenía alguna cosa especial, pero ni mucho menos era candidata a entrar en el disco. Finalmente, gracias a la intuición de Jordi, ha sido el single.

¿Por qué él como cómplice?
Es una persona a la que admiro. Además, para este disco quería a un guitarrista, y Jordi, además de ser un súper productor, es un guitarrista extraordinario. Quería grabar el disco tocando en directo, era la persona indicada para hacerlo. Quería darle protagonismo como productor, pero también como intérprete.

Jordi, por su trabajo con Ferran Palau y El Petit de Cal Eril, es el gran gurú del pop metafísico, pero en La font gelada, a pesar de percibirse ciertas pulsiones metafísicas, ha dejado fluir toda tu personalidad.
La intención era hacer un disco genuino. Hacer un camino juntos que no hubiéramos recorrido, ni él ni yo, previamente.

Hablábamos de la importancia de las letras, y este, ciertamente, es un disco casi poético.
Las letras es la parte del proceso a que he dedicado más rato. Aunque trataba de crear al mismo tiempo música y letra. Si no surgían en paralelo... Anteriormente, ya había intentado trabajar primero la melodía y después la letra, pero así corres el riesgo de que tengas una buena melodía pero que la letra parezca impostada. En La font gelada quería que todo sonara natural. Que nada resultara artificial.

Este es un proyecto en el que vengo trabajando desde hace tiempo. Un disco que tengo muy aprendido. Ahora necesito empezar a tener feedbacks de cómo lo ve y siente la gente

Tocaste el disco en directo por primera vez en el Mercat de Música Viva de Vic. Jugando en casa, debió ser una noche especial.
Fue especial, claro. Este es un proyecto en el que vengo trabajando desde hace tiempo. Un disco que tengo muy aprendido. Ahora necesito empezar a tener feedbacks de cómo lo ve y siente la gente. Con sólo un concierto, cuando el público todavía no conoce las canciones, es muy complicado.

¿Cuál es la primera persona a quien enseñas las canciones?
Depende. Algunas las escuchó uno persona en particular. También tengo algún amigo íntimo que a veces me ayuda a repasar las letras. Pero esta vez el gran grueso de las canciones las escuchó por primera vez Jordi Matas. Aunque no es un proceso que comparta mucho. En esta sentido soy bastante solitario.

Este es un disco que he escrito para mí

¿Cómo es el momento en que enseñas una canción a la persona a quien va dedicada, a quien tenías en mente cuando la escribiste?
Sinceramente, no sé qué decirte. Aunque sí puedo afirmar que este es un disco que he escrito para mí.

Ahora que has publicado el disco, ya no es tuyo, es de todo el mundo. ¿Te cuesta abandonar las canciones?
No. Necesito que las canciones dejen de ser mías y compartirlas con otras personas. Ahora que ya están publicadas, exacto, son tan mías como vuestras.

Ernest Crusats escala patio / Foto: Montse Giralt
Ernest Crusats, vuelve a ser él / Foto: Montse Giralt

¿Cuándo ha sido la última vez que has escuchado el disco?
Ya me cuesta escucharlo. Estoy un poco saturado. Pero justamente ayer estuve escuchándolo. Me llegaron unas imágenes que estuvimos grabando este verano con una cámara de súper 8. Queremos que sea un videoclip, pero quiero encontrar la canción que mejor encaje con las imágenes.

Las canciones las escribiste el 2019. ¿Todavía te sientes identificado con el Ernest que las compuso?
Más que sentirme identificado con estas canciones, me siento a gusto. A nivel emocional, sin embargo, ya no estoy en el mismo punto en el que estaba entonces. Y es agradable darse cuenta de que emotivamente ya no soy la misma persona que escribió estas canciones. Eso quiere decir que he evolucionado.

Necesito que las canciones dejen de ser mías y compartirlas con otras personas

Crecer como persona, de eso va el disco.
Mola que este sea el feeling que te transmite el disco.

¿Y los discos de La Iaia, los sigues escuchando?
A veces me pongo alguna canción... Siempre que me pongo discos de La Iaia pienso que no lo hacíamos mal (risas). Me gusta lo que escucho. Me siento muy a gusto con mi pasado con el grupo.