Enric Sió (1942-1998) fue un badalonés que sobresalió en el arte del cómic y ahora su ciudad natal le rinde homenaje. Sió pasó por publicaciones míticas, muy diversas, desde el primer número de Cavall Fort (cuándo tenía tan sólo 19 años) hasta el Rambla, pasando por las francesas Pilote y Charlie Hebdo. Fue el más internacional de los artistas catalanes del sector, y participó en destacadas publicaciones francesas e italianas. Fue el autor de álbumes míticos como Mara, pero también hizo muchos trabajos en otros ámbitos: fue caricaturista del Avui, diseñador de Edicions 62, empresario del sector de los juegos de mesa e incluso se lanzó a una humorística fotonovela. Y, no lo olvidemos, fue el responsable que el Snoopy se empezara a publicar en Catalunya. Josep Maria Beà, otro de los grandes del cómic de su generación, decía: "Enric Sió no fue uno de los nuestros. Fue mucho mejor. Por el hecho de adelantarse dos décadas en el tiempo". La exposición Enric Sió. El dibujante que rompió moldes, comisariada por Jordi Riera, ha sido organizada por el Museu de Badalona y se muestra en la Sala Josep Uclés del Centre Cultural El Carme de Badalona. Se podrá ver hasta el 14 de abril y la entrada es libre.

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Un artista moderno

Lo que distinguía a Sió de otros dibujantes de su generación era su vocación de convertir el cómic en un arte homologable a todos los otros. Sió estuvo en contacto con Umberto Eco, quien ya a mediados de los años 1960 había reivindicado el cómic como herramienta de la cultura de masas. El dibujante de Badalona fue el autor del primer cómic para adultos con crítica social en catalán, que publicó en Oriflama (aunque el proyecto se acabó prematuramente, porque era demasiado atrevido para su época). Pero Sió también fue un gran innovador a nivel técnico: dibujaba sin separar las viñetas, usaba el color de forma muy atrevida (por influencia de la cultura pop), incorporaba referencias pictóricas a sus viñetas, se situaba él mismo y su familia como personajes de autoficción... Pero quizás fue demasiado lejos para el público de su entorno: en Catalunya, Sió fue siempre adorado por el mundo intelectual, pero sus obras no llegaron muy lejos a nivel de público.

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El inicio de la exposición. Foto: Twitter @AjBadalonaBdn.

Surgido de la factoría Bruguera

Enric Sió, como tantos otros dibujantes catalanes, empezó a trabajar, siendo muy joven, en la "factoría Bruguera". Y como muchos otros pasó algún tiempo, al principio, haciendo de "negro", dibujando historietas de carácter bélico o romántico que no firmaba y que tenían que adaptarse estrictamente a las pautas del mundo editorial. Tras hacer varias colaboraciones editoriales, en las que daba rienda suela a su creatividad, a finales de los años 1960 empezó a publicar las series Aghardi y Mara, una historietas de creación propia, muy personales, en las que era evidente la influencia de la cultura pop. En este último álbum, de forma muy atrevida, recurría a referentes familiares. El 1974, harto de la España franquista, se instaló en Milán, un centro muy activo del mundo del cómic. Trabajó con los mejores profesionales del sector, como Crepax, en Francia e Italia, y no volvió a Barcelona hasta 1979. Durante algún tiempo vivió el boom del cómic para adultos (con colaboraciones con revistas y editoriales míticas como Totem o Rambla), un género que él siempre había defendido. Pero en poco tiempo el sector se hundiría. En 1984 decidió dejar de publicar cómics, "por la degradación del sector" y dedicarse a otras cosas.

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La exposición. Foto Twitter @AjBadalonaBdn.

Combate contra la censura

Sió, desde sus inicios, tuvo problemas con la censura, a menudo por el alto contenido erótico de sus viñetas (en realidad, incluso ilustró su particular y explícita versión de las memorias de Casanova). Entre los motivos para salir al extranjerose encontraba, justamente, la voluntad de poder crear libremente. Sus atrevidos dibujos sufrieron la censura continua de las autoridades españolas. A Sió le gustaba mucho dibujar chicas desnudas (identificaba la desnudez con la libertad), y sus álbumes publicados en el extranjero tenían que aparecer, en el Estado español, en "versión española". Se tenía que sustituir algunas de las viñetas más atrevidas y gastar ríos de tinta para vestir a algunos de sus personajes femeninos. Pero ni siquiera en Italia Sió conseguiría liberarse de la censura. En algunos de sus álbumes le recortaron escenas, como un expresivo beso lésbico.

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Firme en sus convicciones

Sió manifestó siempre unas firmes convicciones catalanistas y antiautoritarias. Cuando el régimen franquista ordenó las últimas ejecuciones, el dibujante dibujó una tira que acababa con un tiro contra un guardia civil (hoy en día quizás sería perseguido por eso). Sion publicó poco en catalán, porque el mundo del cómic nunca ha sido muy sensible en este sentido. Pero fue un catalanista radical, próximo a la Crida a la Solidaritat.

El hombre que conocía a todo el mundo

Enric Sió trabajó con los grandes del mundo del cómic: Guido Crepax, Sergio Toppi, Oski... Estuvo en contacto, en proyectos muy distintos, con personajes muy heterogéneos del panorama cultural catalán. El primer cómic lo elaboró con la colaboración de Emili Teixidó. Fue pareja, entre otras, de Guillermina Motta, que le inspiró el personaje principal de Aghardi (Sió también diseñó una genial portada para el disco Visca l'amor!). Trabajó con Andreu Martín, el autor de novelas negras, y se hicieron amigos. Pero también colaboró en una editorial presidida por J.M. Castellet, en una revista dirigida por Juan Marsé y en un diario que llevaba Vicenç Sanchís. Y fue reconocido como gran artista, en un momento en que el cómic no gozaba de su mejor fama, por intelectuales de la talla de Terenci Moix.

El dibujante de la gauche divine

Los que le conocieron coinciden en que Sió era un dandy, un seductor al que le gustaba presumir de nivel de vida y que conducía un ostentoso coche. Mantuvo estrechos contactos con la gauche divine e incluso colaboró con una publicación del Bocaccio, una revista donde se reflejaría la "gente guapa" de la ciudad. Fue representado por la agencia de Carme Balcells y estableció relación con García Márquez, el más famoso de los autores del boom latinoamericano. Y fue miembro de los círculos progresistas más chic de la ciudad.

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La exposición. Foto: Twitter @AjBadalonaBdn.

Contra el cómic marginal

Sió siempre se opuso a aquellos que identificaban el cómic con lo marginal (y especialmente con la revista Víbora). Creía que se podía hacer otro tipo de cómic, con referentes de altura, y llegó a pensar que fue la baja calidad de los productos lo que había provocado el derrumbe del cómic para adultos. Intentó crear su propia revista de cómic, La oca, una publicación que pretendía estimular la producción local de calidad y al mismo tiempo traducir títulos clásicos. Pero el proyecto empresarial quebró y sólo llegaron a publicarse 4 volúmenes. En realidad, la obra de Sió entronca mucho más con el cómic que se hace en la actualidad que con el que triunfaba en su época.

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Reivindicación de un legado

La exposición Enric Sió, el dibujante que rompió moldes, quiere reivindicar el legado de Sió, en Badalona, pero también mucho más allá, reivindicando su dimensión de artista con eco internacional. Hacerlo con una exposición era todo un desafío: es difícil hacer exposiciones sobre cómic. Cuesta dar suficiente relieve a las pequeñas viñetas. Y a veces pierden mucho cuando se amplían y se presentan desvinculadas del conjunto. Por otra parte, Sió sobresalió en varios campos, y era difícil ofrecer una panorámica global de su vida (en la que incluso hay mucha obra no firmada). La exposición resuelve con ingenio este problema. Da más protagonismo al dibujante que a su obra y nos ofrece excelentes catas de las diferentes facetas artísticas de Sió. Pero sufre de una cierta dispersión y, en ocasiones, de un exceso de volumen de información, y por eso el catálogo es esencial para acabar de conocer a un hombre que se avanzó a su tiempo.