No es fácil que en un festival en el que simultáneamente hay una decena de conciertos la gente sea paciente esperando a su grupo. Depeche Mode puede presumir de tener un aquelarre fuerte. El grupo británico inauguró la noche de la segunda jornada del Primavera Sound, la tercera que la marca confía en un cabeza de cartel boomer para dirigir a la corte. Con el ritmo ochentero en las venas, las caderas y hasta en los rostros del público, ya acostumbrado en esta edición a los músicos expertos, el ahora dueto formado por Dave Gahan y Martin Gore protagonizó el concierto más multitudinario hasta la fecha con miles de personas postradas a sus pies y desafió al paso del tiempo con una elegancia majestuosa que al rato mutó en seducción aterradora.

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Foto: Montse Giralt

Fueron poco puntuales, pero el retraso no les fue a la contra, sino que incentivó el hype y las expectativas de los allí presentes. El pistoletazo de salida lo dieron My cosmos is mine y Wagging tongue, ambas de su nuevo disco Memento Mori (2023), y a la tercera ya el ambiente dio un salto a los 90 con Walking in my shoes para empezar un periplo por todas las etapas de la carrera de los ingleses. El momento tierno fue cuando sonó World in my eyes y recordaron a Andy Fletcher, teclista y fundador del grupo fallecido hace poco más de un año y baja por primera vez en una gira. Era su canción favorita y todos los asistentes le homenajearon con las manos convertidas en corazones apuntando al cielo. El colofón lo puso la mítica Enjoy the silence antes de los bises para cerrar con el triplete infalible de su legado: Just can't gent enough, Never let me down y Personal Jesus.

Con una belleza sobredimensionada, Gahan flotaba por el decorado con una presencia como de diva de la hombrera, el brilli brilli y el chaleco con un carisma oscuro propio de un encantador de serpientes

Más allá de un set list acertadísimo, lo más remarcable fue la buena sensación mayoritaria y la percepción física de estar proyectando energía. Todo fue bombo metido en el pecho y temblor en las cuerdas vocales por la vibración con el suelo, gracias a unos protagonistas del enclave que lo pusieron demasiado fácil. Con una belleza sobredimensionada, Gahan flotaba por el decorado con una presencia como de diva de la hombrera, el brilli brilli y el chaleco, bajo la atenta mirada de su compadre, a quien incluso también deslumbraba con un carisma oscuro propio de un encantador de serpientes. Hasta el brillo del sudor conjuntaba y le favorecía moviéndose de un lado al otro del escenario, pelvis en vibrator constante, mientras el día se iba apagando tras una redondísima luna llena.

También estuvo muy acorde la puesta en escena, algo austera pero con los mecanismos necesarios para despertar a la bestia: luces, imágenes muy picadas y tres pantallas extra grandes para seguir el ritmo perfectamente sincronizado al espectáculo. No pasó desapercibida la pasarela por la que el dúo se acercaba de vez en cuando a los fanáticos aduladores, y que sirvió como elemento metafórico para unir dos maneras de hacer que se complementan en el ecosistema: la incitación atrevida de Depeche Mode y el sometimiento voluntario de sus seguidores, que estaban como ensimismados, fuera de sí en su locura. 

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Foto: Montse Giralt

Hubo algunas pegas: no cabía ni un alfiler y Mordor volvió a ser Mordor. Depeche Mode superó a New Order o Blur en aforo, recordando la lamentable experiencia que se vivió el año pasado con Dua Lipa, Gorillaz o The Strokes vistos por la mayoría a años luz. Las colas desaparecidas hasta el momento saludaron de nuevo para recordar que era viernes y que el sábado no se trabajaba, haciendo que la experiencia religiosa de los británicos quedara algo aguada para el sector fondo. Y a ver qué pasa cuando Rosalía ponga un pie en el suelo del Primavera Sound. Pero ni siquiera estas contrariedades minimizaron el recital rompedor de los padres del rock electrónico, precursores del sampler como recurso y culpables de la pasión millennial por la música techno. Fue una cita de bailar mucho y aburrirse poco, de esas que el tiempo recordará y se contará a los nietos.