La Universitat de Barcelona se enfrenta hoy a elecciones al rectorado. Unas elecciones en las que se presentan siete candidatos: Nobert Bilbeny, catedrático de Ética; Joan Elias, catedrático de Matemáticas; Rafael Franco, catedrático de Bioquímica; Joan Guàrdia, catedrático de Metodología de las Ciencias del Comportamiento; Eduardo L. Mariño, catedrático de Farmacia y Tecnología Farmacéutica; Màrius Rubiralta, catedrático de Química Orgánica; y David Vallespín, catedrático de Derecho Procesal.

Segunda vuelta asegurada

Si ningún candidato llega al 50%, lo que parece muy probable, el jueves 1 de diciembre se celebrará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados. No está nada claro, a estas alturas, cuáles son los favoritos. Los que han sido más activos son David Vallespín, Joan Elias, Joan Guàrdia y Màrius Rubiralta, que parecen ser los que están mejor situados para situarse en la segunda etapa. David Vallespín fue vicerrector del equipo saliente, y por eso se le ve como un candidato continuista, con un marcado carácter neoliberal y nada involucrado en el proceso soberanista. También Joan Elias había sido vicerrector de Dídac Ramírez y por eso también se le atribuyen tendencias continuistas. Màrius Rubiralta, por su parte, había sido rector de la UB, y dejó el cargo para asumir la Secretaría de Universidades en tiempo de Rodríguez Zapatero (se lo considera, pues, próximo al PSC). Frente a todos ellos el filósofo Norbert Bilbeny se presenta como el candidato más rompedor, y Joan Guàrdia se perfila como un candidato progresista aliado de los soberanistas. Algunos auguran una segunda vuelta entre Vallespín, apoyado por los sectores más inmovilistas, y Guàrdia, representando a los más renovadores.

Débil movilización

Ni los sindicatos de docentes y personal de servicios ni las asociaciones de estudiantes han defendido el voto para ninguno de los candidatos. De hecho, en una misma lista a menudo hay candidatos de diferentes partidos y sindicatos. La universidad no vive ningún clima de euforia electoral: hay pocos carteles y sólo una mínima parte del personal y de los estudiantes va a los mítines.

Votación con privilegios

Hay 64.000 personas convocadas a estos comicios. Pero no todos los votos valen lo mismo. En realidad, los miembros de la UB están divididos en cuatro colectivos de electores. Más de la mitad de la capacidad de decisión (el 51%) recae sobre el colectivo de los 4.074 doctores con vinculación permanente con la universidad. Los 2.009 miembros del resto del personal docente e investigador (básicamente profesores precarios) tienen tan sólo un 9% de la capacidad de decisión. A los 2.270 miembros del personal administrativo y de servicios les corresponde el 10% de la capacidad de decisión. Y a los 54.645 alumnos de todos niveles les toca el 30% de la capacidad de decisión. En realidad, habitualmente la tasa de participación global, en este tipo de elecciones, es bajísima, porque a duras penas un 10% de los alumnos van a votar. Generalmente sólo los profesores con vinculación permanente y el personal administrativos tienen altos porcentajes de participación.

Temas abiertos

El personal precario docente considera una prioridad que la universidad vuelva a hacer contratos estables para dar seguridad y condiciones dignas a un personal que está trabajando con unos salarios muy bajos. Casi todos los candidatos se han comprometido a resolver esta situación, pero lo han condicionado a obtener más recursos. El personal administrativo y de servicios quiere prevenir la terciarización de muchos servicios, que podría dejarlos en paro. Los estudiantes se sienten muy irritados por el intento del gobierno de aplicar un sistema de grado de tres años y dos más de máster, que creen que podría encarecer el coste de los estudios universitarios, al ser los máster más caros, y exigen a los candidatos que se comprometan a combatir este modelo (en principio, todos han estado de acuerdo). En muchos temas la discusión de fondo gira entorno a la actitud que tienen que tomar los rectores de las universidades públicas con respecto a los recortes de los presupuestos públicos, que ponen en riesgo el modelo académico actual.