Montpellier (corona catalanoaragonesa), 13 de junio de 1262. Hace 760 años. Se casaban Pedro, futuro Pedro II el Grande, heredero al trono de Barcelona y cuarto hijo —primer macho— del conde-rey Jaime I y de su segunda esposa, Violante de Hungría, y Constanza Hohenstaufen, hija única del rey Manfredo I de Sicilia y de su primera esposa y heredera al trono de Catania, Beatriz de Saboya (aunque había descendencia masculina del segundo matrimonio). Aquella unión matrimonial comportaría el ingreso de Sicilia al edificio político catalanoaragonés. Pero esta incorporación no sería fácil e incruenta, sino compleja y violenta, y escribiría una de las crónicas bélicas más importantes de la edad media catalana: la conquista de la estratégica Sicilia y la aparición en escena de un cuerpo militar que ganaría un protagonismo destacado en los años sucesivos: los almogávares.

Miniatura que representa un nombramiento funcionarial

Miniatura que representa un nombramiento funcionarial

¿Quién era y de dónde venía Constanza?

Constanza había nacido en Catania, sede de la corte siciliana, en 1249. Era la primogénita y heredera del rey Manfredo y la bisnieta de Enrique Hohenstaufen (Nimega, 1165 – Mesina, 1197). Precisamente este bisabuelo, Enrique, había sido el iniciador de la estirpe Hohenstaufen de Catania al casarse con la reina titular, Constanza I (Palermo, 1154 – 1198), decimocuarta soberana de la estirpe normanda Hauteville, que ostentaban el dominio de Calabria y de Sicilia desde 1043. Por lo tanto, Constanza era el resultado de la fusión de varias tradiciones: la normanda de los Hauteville (de raíz vikinga), que habían aparecido en aquel escenario meridional en torno al año 1000 como mercenarios del Pontificado y con la misión de expulsar a los árabes, y la germana de los Hohenstaufen (de origen neerlandés), que ejercían como una las familias más poderosas del Sacro Imperio Romanogermánico.

¿Qué pasó con el padre de Constanza?

La historia de Manfredo tuvo un recorrido trágico que explicaría la posterior reacción de la hija y del yerno; es decir, la conquista catalana de Sicilia. Manfredo I (Venosa, Calabria siciliana, 1232 – Benevento, Estados Pontificios, 1266) había llegado al trono en circunstancias difíciles. Era un hijo bastardo de Federico II (el primer Hohenstaufen-Hauteville en el trono de Catania), y había estado oportunamente legitimado poco antes de la muerte de su padre. En 1258, adelantando por la derecha y por la izquierda a hermanastros y sobrinastros, fue coronado rey por las clases populares sicilianas. Pero el desconfiado papa Inocencio VI lo condujo a un campo de batalla que sería una trampa: allí sería asesinado y usurpado por Carlos de Anjou (1266), el favorito del Pontificado para gobernar Sicilia.

Manfred I, Inocenci VI i Pere el Gran. Font: Wikimedia Commons
Manfredo I, Inocencio VI, y Pedro II el Grande. Fuente: Wikimedia Commons

El exilio de los partidarios de Manfredo

La muerte de Manfredo y su suplantación por parte del Anjou se extendieron por las templadas Calabria y Sicilia como una sopladura de aire gélido. La mayoría de las familias nobiliarias del reino —de origen normando— se fueron al exilio, perseguidas por la brutal represión angevina y pontificia. Y su destino fue, por razones evidentes, Barcelona. Constanza, la hija y heredera del asesinado Manfredo, los reclamó y les acogió en la capital catalana; naturalmente con el visto bueno del suegro, el conde-rey Jaime I. Entre aquel masivo exilio había la familia Llúria, procedentes de la Calabria siciliana, que llevaban un jovencísimo Roger que se formaría como militar en la corte de Barcelona y que, dieciséis años más tarde, sería el almirante de la armada catalana en la operación de conquista de Sicilia. Aquella historia se había empezado a escribir con el exilio de los manfredianos (1266).

Representación de los almogávares. Fuente: Museu Nacional d'Art de Catalunya
Representación de los almogávares. Fuente: Museu Nacional d'Art de Catalunya

La reacción catalana

La reacción catalana no fue inmediata. La cancillería de Jaime I estaba totalmente entregada a la empresa valenciana. Veintiún años antes del asesinato de Manfredo (1244), las tropas de Jaime I habían alcanzado el puerto de Biar (entre Alcoy y Villena), considerado, en aquel momento, el límite meridional de la expansión catalanoaragonesa. Pero hacía falta fortificar la nueva frontera y repoblar aquel amplio territorio -—ganado en tan solo quince años (1229-1244)—, que casi duplicaba los dominios matrices. Hasta más allá de la muerte del rey conquistador (1276), las energías catalanas estuvieron casi exclusivamente orientadas a consolidar la conquista, reparto y colonización del nuevo reino valenciano. Pero eso no quería decir que la cancillería barcelonesa renunciara a nuevas empresas expansivas. El matrimonio de Pedro y Constanza tenía una orientación y un propósito claros.

¿Por qué Sicilia?

Desde la antigüedad, Sicilia ha sido el pasadizo obligado para transitar del Mediterráneo oriental al occidental, y al revés. Desde la época de los griegos y de los fenicios, hace 3.000 años, los barcos que atraviesan el Mediterráneo pasan por el estrecho de Mesina. Pero, además, Sicilia ha sido, históricamente, uno de los principales productores de trigo de Europa. A mediados de la centuria de 1200, los catalanes y los franceses —que se disputaban el liderazgo naval del Mediterráneo occidental— ya habían fijado la mirada sobre la isla de Sicilia. El matrimonio de Pedro y Constanza o el asesinato de Manfredo y la usurpación de su trono por parte de Carlos de Anjou se contextualizan en aquel paisaje de rivalidad entre las cancillerías de Barcelona y de París y entre las potentísimas clases mercantiles catalanas y francoprovenzales.

Fragmento del Atlas Catalán, obra del cartógrafo Abraham Cresques (1375). Fuente: Bibliothèque Nationale de France
Fragmento del Atlas Catalán, obra del cartógrafo Abraham Cresques (1375). Fuente: Bibliothèque Nationale de France

Los almogávares

La cancillería de Barcelona promovió una rebelión popular contra los Anjou en el episodio conocido como las Vísperas Sicilianas, la masacre de más de cuatro mil militares franceses (abril, 1282) que prepararía el terreno para una intervención militar de gran alcance (agosto-septiembre, 1282). En aquella operación, que se saldaría con la derrota y la expulsión del Anjou y la coronación de Constanza, tuvo un papel protagonista un cuerpo de infantería ligera catalana llamado almogávares. Este cuerpo no era de nueva creación (era una milicia formada por convictos y fundada en el siglo XII), pero en Sicilia, en el bando de la reina Constanza, ganarían una operatividad como no la habían tenido nunca. Tanto es así, que de Sicilia pasarían al Mediterráneo oriental y conquistarían y fundarían los ducados catalanes de Atenas (1311) y Neopatria (1319).

Representación del desembarque de los almogávares catalanes en Trapani. Fuente: Museu Nacional d'Art de Catalunya
Representación del desembarque de los almogávares catalanes en Trapani. Fuente: Museu Nacional d'Art de Catalunya