Carles Santacana Mestre es profesor de Historia Contemporánea en la Universitat de Barcelona. Se ha especializado en la historia del deporte y en la historia del franquismo. Ha coordinado algunas obras colectivas sobre el franquismo. Con Xavier Pujadas publicó, en 1990, L'altra olimpíada. Barcelona '36, un homenaje a los Juegos que no se realizaron por culpa del golpe de estado. Ha sido entrevistado, por El Nacional, en Montjuïc, poco antes del acto del Gobierno de homenaje a la Olimpiada Popular.

 

El franquismo acusó a la Olimpiada Popular de ser una maniobra comunista para infiltrar agitadores con el objetivo de organizar una revolución. ¿Fue así?

Fue así como lo vendieron durante mucho tiempo. Se presentaba la Olimpiada Popular como una estrategia para concentrar comunistas aquí y llevar a cabo una revolución comunista. Así, el golpe de estado militar del 18 de julio se podía presentar como una estrategia defensiva para frenar la subversión comunista. Eso lo defendió Ricardo de la Cierva, historiador oficial del régimen franquista, pero incluso el historiador Enric Jardí, en los años 1970, escribió un artículo en que daba credibilidad a esta idea. Una idea que es absolutamente falsa y eso se ha demostrado claramente.

El COI advertía que sancionaría a los atletas que fueran a Barcelona

El boicot a las Olimpiadas nazis de Berlín fue un fracaso. ¿Porque?

El Comitè Olímpic Internacional (COI) organizaba los Juegos Olímpicos de Berlín y ninguno más. El COI tiene la exclusiva de organizar los Juegos, y el hecho de que en Barcelona se decidiera organizar una cita alternativa es como si a una multinacional le sale competencia. Los Juegos de Barcelona eran claramente alternativos, y para el COI la Olimpiada Popular era un enemigo a combatir. Cuando las federaciones nacionales se reunían para decidir qué hacer, el COI las advertía que sancionaría a los atletas que fueran a los Juegos de Barcelona, que se celebraban unos días antes, y que no permitiría que participaran en las dos convocatorias. En algunas federaciones internacionales como la de Atletismo, o en el Comité Olímpico de Estados Unidos hubo discusiones sobre si se tenían que boicotear los Juegos de Berlín, pero los partidarios de no ir perdieron. Como mínimo, estas instituciones discutieron la iniciativa: el resto ni se lo planteó. Incluso el gobierno francés, que apostó mucho por Barcelona, ofreció financiación para que los atletas franceses fueran a Berlín.

¿El COI, pues, era claramente partidario de Berlín?

Sí, y por eso durante muchos años no se ha hablado de la Olimpiada Popular de Barcelona. En Lausana no se habla en ningún sitio de la Olimpiada Popular. La versión oficial del COI es que los Juegos de Berlín fueron unos grandes Juegos. Lo dijo el mismo barón de Coubertin. Ahora podemos tener una visión crítica de Berlín 1936, pero en la época a los miembros del COI les parecía fantástico.

En 1936 vino a Barcelona mucha gente procedente del mundo del olimpismo obrero

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Carles Santacana en el acto de homenaje a la Olimpiada Popular. Foto: Marc Puig Pérez.

¿Quién se apuntó, finalmente, a participar en la Olimpiada Popular de Barcelona?

Las federaciones, lo máximo que hicieron, fue dar libertad a los atletas que venían a Barcelona y decir que no los sancionarían, porque la consigna del COI era que las federaciones los sancionaran. Pero tenemos que tener en cuenta que en aquella época había, además del olimpismo oficial, todo un universo de olimpismo obrero (muy potente en países como Bélgica o Francia). Se trataba de organizaciones creadas por grupos de izquierdas que organizaban olimpiadas independientes, con muchísima participación. La Olimpiada Popular quería acoger a gente de los dos sectores, el oficial y el obrero. Quería sumar a todos los que quisieran mostrar públicamente su rechazo a los Juegos de Berlín. En 1936 vino a Barcelona mucha gente procedente del mundo del olimpismo obrero, y también de agrupaciones cívicas de los Estados Unidos, sobre todo judíos. La cuestión judía era la más punzante en la época, la que más debates generó... Porque los nazis en aquellos momentos ya no dejaban a los atletas alemanes de origen judío participar en competiciones deportivas.

¿Podemos considerar que los Juegos Olímpicos de Berlín fueron un triunfo de la propaganda nazi?

Evidentemente. En 1936 Hitler que era observado en el mundo con mucha prevención, y a pesar de eso, consiguió que todo el mundo tuviera pasar por Alemania. Con este acontecimiento, Hitler se consolidó como líder internacional. Los Juegos fueron un gran escaparate publicitario para la Alemania nazi. Hitler incorporó a los Juegos algunas innovaciones que le sirvieron como propaganda. Por ejemplo, la cuestión de la antorcha olímpica que viene de Olimpia la inventaron los nazis, para presentarse como herederos directos del mundo griego... Y la puesta en escena de los Juegos Olímpicos fue brutal, espectacular... Una gran operación de propaganda...

Los nazis antes de llegar al poder eran completamente antiolímpicos

¿Qué relación tenía el nazismo con el olimpismo?

Los nazis antes de llegar al poder eran completamente antiolímpicos. Básicamente, porque los Juegos Olímpicos eran cosmopolitas, y eso no gustaba a los nacional-socialistas, que querían un deporte puramente alemán. Cuando llegan al poder, en cambio, los nazis dan un giro y apostarán por los Juegos Olímpicos. Incluso, para no enfrentarse al COI, mantuvieron al presidente del Comité Olímpico Alemán, que era un judío (lo tuvieron en el cargo hasta los Juegos, y después se lo cargaron). En principio, estaban en contra de los Juegos, pero se apuntaron a ellos porque vieron su potencial.

Barcelona, al organizar los Juegos Olímpicos de 1992, ¿reivindicó el legado de la Olimpiada Popular?

Lo hicieron sólo simbólicamente, con una referencia de Pasqual Maragall en el momento de la inauguración. Pero cuando Barcelona presentó su candidatura en Lausana, muy pronto detectaron que los miembros del COI no tenían ningún interés en que Barcelona reivindicara la Olimpiada Popular. Los barceloneses, en aquella ocasión, fueron muy prudentes. No hablaban del tema, hablaban de que Barcelona había querido ser sede de los Juegos Olímpicos de 1924 y de 1936, pero se callaban que Barcelona había organizado la Olimpiada Popular. Para el COI, que tiene la exclusiva de los Juegos, la Olimpiada Popular fue un desafío muy grave.

En una ocasión dijo que la Barcelona de 1992 fue la losa que enterró la Olimpiada Popular. ¿A qué se refería?

La importancia de Barcelona 92 no la niega a nadie. Pero para llegar a 1992 era evidente que no era conveniente hablar de la Olimpiada Popular. Y para mucha gente de Catalunya, Barcelona 92 es su única referencia con respecto al olimpismo. Sería interesante estudiar qué que pasó en la propuesta de los Juegos Olímpicos de Barcelona para 1972, al final del franquismo (en el que el gobierno español cambió de rumbo y la pidió para Madrid). También habría que ver qué implicó la apuesta para los Juegos Olímpicos de 1924. Barcelona 92 se ha convertido en la referencia fundamental del olimpismo que lo ha tapado todo. Porque la Olimpiada de 1992 es la exitosa.

Barcelona, en 1936, se convirtió en un punto de referencia del antifascismo en el mundo, y eso hace falta reivindicarlo

¿Cree que el homenaje de hoy a la Olimpiada Popular era una deuda pendiente de la ciudad?

Es evidente que había que hacerlo, por varios motivos. Hacía falta recordar y homenajear a las asociaciones de base que estaban detrás de eso. Aunque la Generalitat de Catalunya se puso al frente de la Olimpiada Popular, sin estas asociaciones de base, esta no se hubiera hecho nunca. Pero además, Barcelona, en 1936, se convirtió en un punto de referencia del antifascismo en el mundo, y eso hace falta reivindicarlo. Hay que recordar que en Catalunya el movimiento popular era muy fuerte y no se limitaba a la vertiente interna, fue capaz de involucrarse en una reivindicación de dimensión internacional.