La femme fatale, la mujer sensual que usa su atractivo para manipular a los otros es un clásico de la literatura. La novela negra, con su afición por los personajes estereotipados, no podía privarse de recurrir a ella. Abundan las tramas en que una mujer, consciente del poder que le da esta sexualidad, la usa con finalidades criminales. Brigid O'Shaughnessy, en El halcón maltés, de Dashiell Hammett, ya constituía un ejemplo perfecto de femme fatale: la mujer sin ningún escrúpulo, que se servía de los otros aprovechándose de la aureola de atracción que sienten hacia ella. Chester Himes, en Por amor a Imabelle, sacó a la femme fatale de su nicho de clase alta y la incorporó a las clases populares. Ahora, Arnaldur Indridason, un grande de la literatura policíaca, da una nueva vuelta de tuerca al mito de la femme fatale en Bettý, su última novela.

Mujer 10

Bettý, la mujer que protagoniza la novela y le da nombre, desborda sensualidad: es una mujer extraordinariamente bella, y además, es una auténtica bomba sexual. Y a todo eso, por si fuera poco, se le suma el atractivo del dinero: Bettý maneja mucho dinero, y con eso puede comprarlo casi todo. Y Bettý es una mujer muy segura de sí misma, que sabe con qué cartas cuenta y sabe hasta qué punto puede hacer que todo el mundo baile al son de su música. Además, como buena femme fatale, Bettý no tiene escrúpulos. Ninguno. Puede mentir, puede herir, puede usar su sexo, puede enamorar a quien sea... Está decidida a hacerlo todo para obtener sus objetivos. Y no tiene ninguna duda en involucrar a otra gente en su peculiar escalada en busca del dinero y del poder. Obviamente, no faltarán los voluntarios dispuestos a dejarse engañar.

Con los ojos vencidos

En una sociedad dominada secularmente por los hombres, la femme fatale produce, al mismo tiempo, fascinación y terror. Es una mujer que jugando las pocas armas que le deja la sociedad machista, y especialmente la seducción, se llega a imponer sobre su entorno. En la novela de Indridason, en realidad, el protagonismo no lo tiene Bettý, sino la víctima del engaño y la seducción. Desde la conciencia plena de lo que ha pasado y del triste papel que Bétty le ha hecho jugar, sigue manifestando su profunda fascinación por esta mujer sexi, fascinante, hipnótica... ¿Puede el amor sobrevivir al engaño? Esta es la gran cuestión que plantea la novela de Indridason.

La novela negra que viene de la Europa más blanca

Arnaldur Indridason (Reykiavik, 1961) es el escritor más conocido de Islandia y ha sido traducido a muchas lenguas. Es conocido sobre todo por sus novelas negras protagonizadas por Erlendur Sveinsson, un policía marcado por la desaparición de su hermano cuando era niño y por la drogadicción de su hija (este investigador no aparece en la novela Bettý). Sus personajes, a menudo, son individuos torturados por el pasado, y sus novelas suponen no sólo una investigación policial, sino también una búsqueda psicológica y vital sobre el pasado. Gracias al boom de la novela negra escandinava, sobre todo a partir del éxito de Henning Mankell, la obra de Indridason ha podido difundirse por toda Europa. Y el autor islandés no ha hecho más que acumular premios.

Más allá de la muerte

En Bettý, obviamente, hay un asesinato, pero esta novela negra va mucho más allá de la simple intriga sobre quien es el asesino. En realidad, desde el principio Indridason deja vislumbrar el desenlace. Es más, el auténtico giro narrativo se produce a medio libro, y es el que permite dar unas características peculiares a la víctima de esta femme fatale, que se aleja de los personajes estereotipados existentes. Lo que preocupa, sobre todo, a Indridason es estudiar las relaciones enfermizas que se generan entre los personajes: odio, engaño, adoración, amor, sumisión... Bettý, en el fondo, aspira más a analizar la psicología de los protagonistas que a reflejar el proceso de investigación de un crimen. Una novela negra, con personajes bien negros, pero que quiere ir bastante más allá.