Robert O. Paxton es un veterano historiador norteamericano especialista en la Francia de Vichy y en los regímenes fascistas. En 2004, con 72 años, publicó, en inglés, Anatomía del fascismo, un libro que ahora llega en castellano, en traducción de José Manuel Álvarez Flórez, de la mano del editorial Capitán Swing. Se publica, por fin, una de las obras clave para la comprensión del fascismo, que se convierte en una lectura idónea en plena precampaña electoral en momentos de regresión de libertades.

El fascismo, más allá de los discursos

Paxton sorprende por su abordaje del hecho fascista. No lo considera un fenómeno ideológico equivalente al socialismo, al liberalismo o al anarquismo, sino una práctica que muy a menudo adopta unas dinámicas contradictorias con su discurso político primigenio. Constata que si llega al poder en algunos casos es gracias a un pragmatismo que se contradice con la grandilocuencia de sus discursos, y que frente a los llamamientos revolucionarios a menudo opta por políticas muy beneficiosas para las élites dominantes. Se trataría más de "la dialéctica de los puños y las pistolas" de que hablaba José Antonio Primo de Rivera que de una gran construcción ideológica (en realidad, no es extraño que los fascistas y fascistizantes argumenten que no son "ni de izquierda ni de derecha"). El historiador norteamericano es muy cuidadoso al desmarcar el fascismo "auténtico", que según él sólo triunfó en Alemania y en Italia, de otros sistemas totalitarios, como el español de Franco, el ugandés de Idi Amin Dadá o el apartheid sudafricano, que podían ser terriblemente crueles, pero que no cumplían algunas de los principios fundamentales del fascismo, como la movilización de la población a través de una estructura de partido único.

La vigencia de Paxton

Paxton es un historiador ejemplar, que en los años 1960 y 1970 sacudió a la sociedad francesa al denunciar la complicidad de buena parte de los franceses con el régimen de Vichy (en contra de lo que apuntaba la historiografía gaullista, que insistía en presentar a Francia como colaboradora de los aliados y ganadora de la Segunda Guerra Mundial). El gran atractivo de Anatomía del fascismo es que no sólo describe el fascismo alemán e italiano, sino que describe muy bien procesos de fascistización. El fascismo, para Paxton, no sólo se encuentra en los seguidores de Hitler y Mussolini, sino que aparece en muchas otras fuerzas políticas (del Ku Kux Klan hasta Rex) que no llegaron al poder. Paxton afirma, además, que el fascismo no nos ha abandonado y que la deriva fascista siempre puede amenazarnos si no se controla.

La fascinación por la fuerza

Paxton considera que un elemento básico del fascismo es la fascinación por la fuerza y la legitimación de intervenciones violentas (sean de las fuerzas de seguridad o de pelotones paramilitares) contra los "enemigos de la patria". De esta forma se legitimaría el dominio del más fuerte sobre el más débil y se separaría a los ciudadanos dignos de tener derechos del resto, perseguibles por todos los medios. Los fascistas combinarían intimidación y provocación, en un intento de generar una espiral de violencia que los beneficiaría. Paxton hace una llamada de alerta de absoluta vigencia: la presencia de fascistas al ejército y a los cuerpos policiales facilita tremendamente la deriva fascista.

Hijos de la crisis

Paxton deja muy claro que el fascismo tiene que ver con unas circunstancias políticas determinadas, y que no aparece sin un proceso agudo de descrédito de la democracia y del capitalismo. Ahora bien, Paxton también deja claro que en este proceso de ascenso del fascismo, en buena parte la clave de su triunfo la tienen las clases dominantes. Si estas están dispuestas a dar el poder a los fascistas para mantener su posición, el fascismo tiene posibilidades de avanzar mucho. Anatomía del fascismo explica que capitalismo y fascismo son "compañeros de cama factibles, pero no inevitables ni cómodos". El historiador norteamericano alerta, una y otra vez, sobre "los silencios y las pasividades criminales". El fascismo no sólo lo construyen los fascistas, sino, sobre todo, los que callan ante el fascismo. Como decía Martin Luther King: "Al final, recordaremos no las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos".

Elementos de alerta

Paxton advierte que al fascismo, para implantarse, no le hace falta una marcha sobre Roma, sino que tiene bastantes con "decisiones aparentment eanodinas de tolerar un tratamiento ilegal a los «enemigos de la nación»". En su obra define varios elementos de la deriva hacia el fascismo que tienen que provocar una reflexión sobre cuál es la situación del Estado español. Apunta que la debilidad de las tradiciones democráticas ayuda a consolidar el fascismo: la falta de democratización de las fuerzas armadas y policiales y la permisividad hacia la tortura o los abusos policiales contribuirían a la fascistización. Incluso apunta el papel del machismo en el crecimiento del fascismo, que reclamaría la "restauración machista de un patriarcado amenazado". La melodía que explica Paxton, por desgracia, no nos viene de nuevo... Lo hemos oído demasiadas veces.

Una buena noticia

Esta es una obra de madurez tremendamente sólida que muestra un conocimiento profundo del fascismo y que se acompaña de un sólido ensayo bibliográfico. Paxton escribió Anatomía del fascismo antes de la era Trump, pero algunas de las cosas que explica ya advertían que podría acercarse una deriva autoritaria con elementos fascistizantes. El autor de la obra tiene claro que el fascismo no está vencido, sino que hay que combatirlo día a día. Ahora bien, aporta una gran noticia: el fascismo se puede detener. Pero para pararlo hay que conocerlo. Este libro nos ayudará a entenderlo.