La catalanofobia existe. Y aquel que no se lo crea no tiene más que leer Benvolgut, o no, de Àlex Ribes (Viena Ediciones). Allí podremos encontrar todo tipo de perlas: insultos, descalificaciones, amenazas... Algunas, las más salvajes, normalmente proceden de las redes sociales: "Gallego no es un idioma, perdona. Es un idioma local, igual que catalán, valenciano y vasco"; "Al lado mío una familia de catalanes hablando catalán... ¿les robo cuando entren en el agua o les pego fuego a sus toallas?"; "Que asco me da Artur Mas... un tiro en la cabeza"; "Necesitamos 1 Hitler para hcer jabon con catalanes aunq huela a mierda"; "Por navidad que se vallan los catalanes a tomar por culo"; o "Xavi me cago en tus muertos hijo de puta, ojalá y te mueras que vergüenza que hayas jugado en la selección ESPAÑOLA. Catalán de mierda!!!". Pero también a los medios de comunicación hay proclamas que asustan: "La educación en Catalunya está en manos de talibanes" (Félix de Azúa) o "El soberanismo se cura viajando y leyendo" (Rafael Catalá)... Aunque la catalanofobia es el plato fuerte de Benvolgut, o no, Àlex Ribes también pone algunos ejemplos de otros mensajes intolerantes: xenófobos, homófobos... Incluso hay algunas críticas a mensajes sobre los toros...

Ironía y pedagogía

Àlex Ribes tiene el blog Sociedad Anónima, dedicado a denunciar la intolerancia (prioritariamente hacia los catalanes en las redes sociales y en los medios de comunicación). En su blog, los comportamientos intolerantes son contestados detalladamente con cartas bajo el encabezamiento, "Querido, o no" considerando que el espacio de un tweet no es suficiente para una respuesta razonada. En este libro Àlex Ribes presenta una recopilación de los ataques catalanófobos y de las respuestas realizadas por él. En primer lugar, Ribes trata de destruir muchos de los mitos que existen sobre Catalunya: que los niños no aprenden castellano, que no puedes moverte si no sabes catalán... Pero además, recurre a la ironía y a la reducción al absurdo para discutir los mensajes catalanófobos. El intento, siempre, es evitar la espiral del odio, aunque en algunas de las respuestas no deja de mostrar una cierta prepotencia.

Redes sociales y medios de comunicación

El libro recoge testimonios muy diferentes de catalanofobia. Desde tweets de gente de la calle hasta declaraciones de políticos o de tertulianos en medios de comunicación. En realidad, quizás es abusivo situarlas todas al mismo nivel. Al fin y al cabo, las redes sociales son abiertas, en ellas participan millones de personas, y es difícil que algún desquiciado que no representa a nadie cuelgue sus tonterías. Es evidente que en España hay algunos rufianes absolutamente catalanófobos. Pero es mucho más grave cuando este mismo mensaje de odio a los catalanes es expresado por políticos que representan partidos votados por millones de personas, o salen en medios de comunicación que llegan a un público muy amplio. Evidentemente ambos sentimientos catalanófobos están relacionados: los mensajes de odio de algunas televisiones fomentan el sentimientos de odio de su público, pero al mismo tiempo si estas expresiones de odio aparecen en una televisión es porque están mucho extendidas y en ciertos círculos se aceptan. Pero que estos mensajes procedan de periodistas muy seguidos como Antonio Burgos, o de políticos como Miguel Ángel Rodríguez es muy y muy preocupante. Y en el libro no queda lo bastante clara la diferencia.

Para correligionarios

Àlex Ribes hace un esfuerzo por ofrecer respuestas razonadas, no basadas en la simple descalificación. En su blog Sociedad Anónima intenta ofrecer una discusión sobre los textos catalanófobos con los propios autores de los textos. Los artículos que forman parte del libro están en castellano, porque están destinados al debate con castellanohablantes. Pero como los curas que reprochan los domingos a los fieles que ya nadie va a misa, Àlex Ribes con este libro acaba discutiendo la catalanofobia con sus potenciales compradores, probablemente catalanes, y probablement nacionalistes. Así, pues, va destinado más a las propias filas que a los adversarios políticos.

De blog a libro

Por otra parte, aquellos materiales que tenían sentido en un blog, como respuestas inteligentes a mensajes cargados de odio, en formato libro pierden buena parte de su potencial, porque acaba resultando un libro repetitivo, en que se exponen una y otra vez prejuicios muy similares, y se presentan argumentos de respuesta calcados. Da la impresión que la selección de los mensajes a criticar se ha realizado de forma precipitada y muy poco sistemática. Sin duda, con una búsqueda cuidadosa se podrían haber obtenido mensajes mucho más relevantes, y se podría haber realizado una respuesta más coherente, e incluso más dura.  El hecho de añadir algunos materiales sobre homofobia, xenofobia o la venta de armas tampoco es muy pertinente, pues resta coherencia al libro, convirtiéndolo en un batiburrillo en que no es fácil saber lo que encontrarás. El resultado de transformar materiales de un blog en un libro no resulta demasiado satisfactorio: se pierde la inmediatez y la interacción, que son las grandes virtudes del blog, sin aprovechar la profundidad de análisis que permite un libro. Lo que puede ser válido en formato digital no tiene necesariamente que mejorar al pasar a formato papel.