Las calles de Verges (Baix Empordà) han vuelto a ser uno de los epicentros de las procesiones que se hacen por toda Catalunya durante la Semana Santa. Más de 5.000 personas se han acercado a esta población para ver la tradicional Dansa de la Mort. Un baile macabro representado por cinco esqueletos dispuestos en forma de cruz y que danzan al sonido de un tambor. Una de las novedades de esta edición ha sido la participación femenina en un acto que siempre había sido reservado a los hombres y niños del pueblo. En concreto, Nora y Mar han formado parte de este grupo de cinco danzantes que han recorrido las calles de Verges en medio del silencio. El presidente de la Associació de la Processó de Verges, Tono Casabó, se ha vuelto a felicitar por la implicación de los 1.400 vecinos del pueblo y ha normalizado el hecho de que se hayan incorporado las dos niñas. "El requisito es que bailen bien y que el traje les vaya a la medida. En ningún sitio está escrito que tengan que ser hombres", ha remachado.

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Nora y Mar con las máscaras que lucen en la Dansa / ACN

Sobre las doce y media de la madrugada de este viernes, después de la clásica representación en la Plaça Major, las calles de Verges han vuelto a oscuras para ver pasar una de las procesiones más clásicas de la Semana Santa catalana. Un espectáculo que cada año hace que se acerque un número de visitantes que cuadruplica la población de esta localidad bajo-ampurdanesa. El centro de todas las miradas, como es habitual, ha vuelto a ser la Dansa de la Morte. Un baile representado por cinco esqueletos que saltan al compás tenebroso de un tambor.

Este año, sin embargo, esta escena de la procesión tenía una particularidad, y es que por primera vez dos niñas han formado parte de este grupo de cinco danzantes que representan el paso de la muerte. Nora ha sido la encargada de llevar un plato pequeño con ceniza, mientras que Mar acompañaba a la comitiva con una antorcha encendida que iluminaba las calles por donde han desfilado.

Nora explica que fue su padre quien le comentó que había dos plazas libres ya que dos de los jóvenes que lo hicieron el año pasado no les iba bien el traje. Al saberlo, dice la joven, le comentó a su amiga y se apuntaron juntas. "Me encantaría poder repetir el año que viene, pero todo depende si me va bien o no el traje", argumenta.

Mar por su parte explica que no es de Verges pero que pasa muchos ratos, y para ella poder formar parte de los cinco escogidos para representar la Dansa de la Mort "es un sueño hecho realidad". "Siempre había querido hacerlo y aquí estoy", señala.

Antes del macabro baile, sin embargo, los vecinos de la localidad han participado en la clásica Pasión de Cristo, una representación que, como tantas otras que se hacen por todas partes, escenifica varios momentos de la vida de Jesús, con especial atención en los últimos instantes en la cruz. Todo en una Plaça Major que ha llenado las 1.600 localidades, que ya se habían agotado hace días.

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Judes Iscariot durante la representación de la Pasión de Verges / ACN

Un acto primordial para el pueblo

Una de las particularidades de la Processó de Verges es la implicación que muestran todos los habitantes. El presidente de la Associació de la Processó de Verges, Tono Casabó, explica que los 1.200 ciudadanos de la villa participan de alguna manera u otra en que todo salga bien. "Algunos se ocupan del vestuario, otros de logística y otros son actores, pero aquí todo el mundo está implicado", explica.

La gran dedicación de los vergelitans en esta histórica representación, hace que cada año congregue a más gente que quiere vivirla desde dentro. Eso, explica Casabó, genera una riqueza importante en los comercios del pueblo, especialmente en el mundo hostalero. "Tenemos que pensar que durante unas horas cuadruplicamos el número de habitantes", ha concluido.

Al acto no han sido presentes autoridades y la organización ha reservado dieciséis sillas vacías con un lazo amarillo en apoyo a los "presos políticos" y a los que "se han marchado al exilio".