El cineasta Rasselas Lakew llevó a la pantalla grande la vida del héroe etíope Abebe Bikila. Primer atleta africano en ganar una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, la suya fue una historia marcada por el espíritu de resistencia y superación.

El año 1989 empezaba a palparse en Etiopía aquel clima de tensión que tiempo después acabó provocando el estallido de la guerra con Eritrea. Queriendo evitarle vivir en aquella atmósfera violenta, su madre, licenciada en Ciencias Sociales, contactó con unos viejos amigos de la facultad y envió Rasselas a los Estados Unidos.

Rasselas Lakew aterrizó en Washington, pero acabados sus estudios de Geología se instaló en Nueva York, donde dirige una escuela de tenis. La raqueta siempre ha sido su pasión, pero su héroe, como el de casi todos los etíopes, es Abebe Bikila, el maratoniano que corría descalzo. Era tan grande su admiración por aquel pastor de las montañas, que empezó a escribir un guion de su vida. Y cuando lo acabó, aunque no tenía ningún conocimiento en cine, con la ayuda del documentalista Davey Frankel se propuso llevar él mismo aquella historia de superación en la pantalla grande.

Para poner en marcha el proyecto, sólo faltaba encontrar al actor que diera vida a Bikila. Lakew (quién por cierto, está casado con una barcelonesa) viajó a Etiopía para buscar a alguien que se pareciera al legendario atleta. Hizo decenas de castings pero ninguno de los aspirantes lo convencía. Una mañana, poco antes de volver a los Estados Unidos, se miró al espejo y lo vio: si adelgazaba, él podía ser el protagonista de su película. Atletu se estrenó el 2009.

Abebe Bikila nació el 7 de agosto de 1932. Aquel mismo día, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles se disputaba la prueba de maratón. Hijo de una familia de pastores extremadamente pobre, para poder ayudar económicamente en casa Bikila se hizo miembro de la Guardia Real de Etiopía. Para llegar al trabajo, cada día recorría a pie los 20 kilómetros de ida y los 20 de vuelta que separaban su pueblo de Addis Abeba, la capital del país.

Con la mirada puesta en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960, el gobierno de Etiopía contrató a un entrenador finlandés para que potenciara el nivel de sus atletas. Fue Onni Niskanen quien descubrió Bikila, un joven con potencial pero que todavía estaba muy verde para participar en una competición de las dimensiones de unas Olimpiadas.

El avión ya estaba en la pista de despegue cuando llamaron de urgencia a Bikila. Wami Biratu, el maratoniano que había sido seleccionado, se había puesto enfermo y no podía viajar a Roma. Bikila ocuparía su plaza.

En aquellas Olimpiadas Adidas era el patrocinador. La marca deportiva alemana le ofreció diferentes modelos a Bikila, pero no se sentía a gusto con ninguno de ellos. Decidió correr descalzo, tal como lo hacía en los entrenamientos.

 
El día de la carrera Niskanen le advirtió que el gran favorito para ganar la prueba era el atleta que llevaría el dorsal 26, Rhadi Ben Abdesselam. Pero por alguna razón el deportista marroquí acabó luciendo el número 185.

Completados los primeros 20 kilómetros del maratón, Bikila y Abdesselam estaban colocados al frente de la carrera. Pero el etíope siguió aumentando el ritmo creyendo que el misterioso dorsal 26 todavía estaba por delante de él. No sabía que su máximo rival estaba justo un paso tras de sí. La pareja siguió trotando en paralelo, hasta que a 500 metros de la línea de meta Bikila protagonizó un sprint épico para acabar cruzando la meta en primer lugar. No sólo era el primer africano en ganar una medalla de oro, sino que su marca: 2:15:16.2, estableció un nuevo récord del mundo.

Abebe Bikila no llegó en sus mejores condiciones a los Juegos de Tokio 1964. Sólo 40 días antes de la cita olímpica había sufrido un ataque de apendicitis aguda. Pero en una nueva muestra de su carácter resilente, se acabó recuperando a tiempo para participar en el maratón. Corriendo, esta vez sí, protegido por unas zapatillas Asics, se convirtió en el primer atleta en la historia capaz de ganar dos maratones olímpicos. No sólo eso. Los 2:12:11:2 con que paró el crono registraban un nuevo récord mundial. Bikila viajó a México 1968 con el objetivo de ampliar su leyenda. Esta vez, sin embargo, tuvo que abandonar la carrera en el kilómetro 17 por una lesión en su rodilla derecha.

Aquella mañana de 1969 Abebe Bikila se topó con una manifestación que recorría las calles de Addis Abeba. En un intento por evitar atropellar a la multitud, dio un volantazo. Su Volkswagen Escarabajo acabó chocando contra un muro, quedando el atleta atrapado entre la chatarra. Bikila se salvó pero quedó parapléjico. Lejos de hundirse empezó a practicar el tiro con arco en silla de ruedas. Su nuevo reto era competir en esta disciplina en los Juegos Paralímpicos de Heidelberg 1972. Desgraciadamente el equipo etíope no se clasificó.

Abebe Bikila murió en Addis Abeba el 25 de octubre de 1973 de una hemorragia cerebral derivada del accidente de coche que había sufrido cuatro años antes. Héroe nacional, a su entierro asistieron 65.000 personas.