Se cumple un año del inicio de una situación que nadie se esperaba. Un año desde que el tejido empresarial tuvo que adaptarse a un contexto imprevisto. Con un descenso del PIB en Catalunya del 11,5 %, caídas en los grandes sectores de actividad y un fuerte impacto en la actividad empresarial, la ocupación y el consumo, encontrar la receta económica adecuada era más importante que nunca. Y esta financiación e inversión a largo, característica de la banca pública y conocida como capital paciente, ha resultado ser el ingrediente secreto.

A lo largo del 2020, el ICF ha financiado cerca de 3.800 empresas con 1.329 millones de euros y ha contribuido de esta manera a la creación de 123.500 nuevos puestos de trabajo. Gracias a su vocación de banca pública y a su rol anticíclico, el Institut Català de Finances (ICF) se convierte en un actor clave capaz de reactivar la economía, impulsar el crecimiento sostenible y promover nuevos modelos de negocio innovadores y transformadores.

«El contexto provocado por la Covid-19 ha evidenciado la capacidad de la banca pública para dar respuesta a las necesidades de liquidez directa del tejido empresarial», asegura el consejero delegado de la entidad, Víctor Guardiola. «Se ha reafirmado el rol anticíclico y la validez como complemento a otras fuentes de financiación. El ICF ha sido, durante el 2020, dinamizador de la economía, tractor de la inversión y multiplicador de recursos», añade.

Inversión a largo plazo como balón de oxígeno

Como inversor con capital paciente, durante el 2020, el ICF ha centrado los esfuerzos en dos objetivos estratégicos: cubrir las necesidades de liquidez de las empresas y asegurar el mantenimiento de los puestos de trabajo. Es decir, ha aportado oxígeno al tejido empresarial más afectado por la crisis.

La puesta en marcha, gracias al apoyo de la Generalitat, de más de 1.000 millones de euros en soluciones de financiación, así como la flexibilización del calendario de pagos han sido algunas de las medidas tomadas al inicio de la pandemia con el fin de conseguirlo. Estas acciones también han permitido acelerar la reactivación de la economía y la transición hacia un modelo económico más sostenible y resistente.

De los 1.329 millones de euros financiados, el 97% ha beneficiado profesionales emprendedores, pymes y microempresas; el 68,4% del total (unos 900 millones) se ha destinado a 3.000 empresas afectadas por la Covid-19, y un tercio del total de financiación ha recaído en el comercio, el turismo y el transporte, tres de los sectores más afectados por la crisis. Además, se han financiado proyectos de vivienda social, iniciativas relacionadas con los bienes y servicios culturales y proyectos relacionados con la educación y el deporte con más de 60 millones de euros.

Proyectos, todos, estratégicos que impactan de manera positiva no sólo en el ámbito económico, sino también en la sociedad y el medio ambiente. Y que ponen de manifiesto el compromiso de la ICF con el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, la mayor iniciativa de responsabilidad social empresarial del mundo en la cual se adhirió durante el 2020.

«Estos meses hemos sido más conscientes que nunca que, como banca pública, era necesario dar apoyo al tejido empresarial. Pero lo importante no es sólo atender las necesidades actuales del tejido productivo y la economía catalana, sino también las futuras, y favorecer el crecimiento continuado y la reactivación real de la economía», asegura Guardiola.

Con el fin de seguir creciendo e innovando, siempre desde una perspectiva social y sostenible, el ICF acompaña a las empresas y entidades a lo largo de todo el ciclo de vida, desde su creación hasta las etapas de expansión y consolidación. Se trata de escuchar las necesidades y poner a su disposición las soluciones que se adapten mejor. Y de esperar, porque la paciencia es una virtud y un balón de oxígeno económico.

Para más información sobre la misión y actividad del ICF, se puede consultar el Informe Anual del 2020.