Artur Mas y Ferran Mascarell han sido a lo largo de sendas trayectorias políticas “adversarios” y “colaboradores”. La primera relación se dio en el Ayuntamiento de Barcelona, donde Mas era concejal de la oposición y Mascarell concejal del gobierno municipal, uno en CiU i el otro en el PSC. Eso sí, una relación “de adversarios civilizados”. Pasados los años, con Mas como president de la Generalitat, Mascarell fue su conseller de Cultura, cuando “las rivalidades se convirtieron en complicidades”. Esto hace que la relación entre ambos haya pasado por suficientes vicisitudes como para que ahora, con ambos retirados de la política activa, se les pueda considerar buenos amigos endurecidos por el paso del tiempo. Al menos esa es la impresión que dan cuando se les ve juntos, como en la presentación del último libro de Mascarell, Barcelona, una inmersión rápida (Tibidabo Edicions, 2025), presentado este martes por la noche en la librería Ona, con el president Mas haciendo la glosa, necesaria y oportuna, de la obra.
Como de Mascarell y su libro —una aproximación a la Barcelona actual, con sus vínculos del pasado y sus retos de futuro—, tendremos ocasión de hablar por la vía de una próxima entrevista, centrémonos ahora en las palabras del president Mas, que, sin deslucir su cargo más importante, también es el exconcejal Mas, con una demostrada vinculación profesional, personal y cívica con la ciudad de Barcelona. Es por ello que más allá de las flores de rigor hacia el autor, en todo caso, sentidas y merecidas, la presentación del libro de Mascarell ha servido también para que Mas haya apuntado algunas de sus visiones sobre la ciudad de Barcelona.
En este sentido, Mas ha reivindicado Barcelona como “ciudad luchada”, expresión tomada del mismo libro, en el sentido, harto conocido, de que la capital de Catalunya se ha tenido que hacer a sí misma, en contraposición, sin citarla, a Madrid. Barcelona es, según Mas, una ciudad “hecha a base de la continuada lucha permanente de la ciudadanía que cree en un proyecto”, y precisamente por eso ha destacado que esta Barcelona, “a diferencia de otras ciudades, no la ha hecho un Estado”, o incluso, se ha hecho “contra la voluntad de un Estado que no quería que surgiera una realidad como la de Barcelona”.
“Si España no ha conseguido ser como Francia —ha continuado Mas—, es porque hay una cosa que se llama Barcelona y otra que se llama Catalunya, sino, en este proceso de asimilación total, España se habría salido con la suya; pero resulta que hay Barcelona y Catalunya y este contrapeso hace que España tenga una realidad no querida por muchos pero terca, que se ha ido imponiendo con el paso del tiempo”. Por todo ello, el presidente Mas ha elogiado el libro de Mascarell y lo ha aprovechado para apuntar que Barcelona, “como capital nacional de Cataluña”, debe “resolver definitivamente cuál es la ecuación de Estado que necesita”. De momento, el libro de Mascarell ya da algunas pistas…
