Hermoso, vibrante y animado, Tours es un extraordinario portal al Valle del Loira y simboliza todo el patrimonio histórico, cultural y gastronómico que tiene que ofrecer al visitante este lugar. La que fuera una vez capital del Reino de Francia y ciudad natal de Balzac, te transporta en un inolvidable viaje en el tiempo y te permite conocer mejor el arte de vida francés. Y tan solo en 4 días.

Este es el plan: explorar durante un día las estrechas calles empedradas de Tours, las casas francesas con entramado de madera, los edificios religiosos y la fachada de piedra de la monumental Catedral de Saint-Gatien, que le dan a la ciudad un inspirador aire medieval. Y después emprender un recorrido por los mejores castillos del valle, una colección de edificios de cuento que constituyen una auténtica joya del país francés.

Primer día, el encanto de Tours

Patrimonio Mundial de la UNESCO, y distinguida como Ville d'Art et d'Histoire, Tours te ofrece muchos estímulos. Para empezar, su casco antiguo de aires medievales, con sus callejuelas adoquinadas, sus casas de armazón de madera y sus plazas. La más conocida es la plaza Plumereau, rodeada de casas típicas y repleta de acogedoras terrazas. La Catedral Saint-Gatien (s. XII-XVI) alberga en su interior un espléndido coro, realzado por la hermosura de las vidrieras.

Pasea por las calles Colbert, Briçonnet y Grand Marché, y descubre otros sitios históricos como el Hôtel Goüin o el Museo de Bellas Artes. No te pierdas tampoco el Musée du Compagnonnage, reubicado en la antigua Abadía de Saint-Julien y el centro de creación contemporánea Olivier Debré. Y luego descansa en el jardín Prebendes d'Oe, diseñado en el siglo XIX y clasificado como un jardín notable.

Segundo día, Amboise y el castillo de da Vinci

La ciudad de Amboise es conocida por su Château d'Amboise. Desde su interior, puedes contemplar las vistas que tenían los reyes franceses cuando residieron allí desde el siglo XV hasta el XIX. El castillo cuenta con la tumba de Leonardo da Vinci, así como cámaras reales, jardines y pasadizos subterráneos. Lujo francés en su apogeo. A las afueras de la ciudad, el Château du Clos Lucé es la antigua casa de Leonardo, donde vivió hasta su muerte en 1519. Si puedes permitírtelo, aquí puedes darte el capricho de dormir en un castillo de verdad: el impresionante Chateau des Arpentis fue construido en 1400 y ha sido transformado en un hotel muy elegante. Las habitaciones ofrecen vistas al hermoso parque donde se pueden observar ciervos y caballos.

Tercer día, Chenonceau y Villandry

Hay tantos castillos en el Valle del Loira que no puedes verlos todos en una sola visita, así que hay que seleccionar los más atractivos e ir poco a poco. Un buen consejo es verificar siempre si el castillo elegido no se está renovando en el momento de la visita para evitar decepciones. Chenonceau y Chambord son los castillos más turísticos del Valle del Loira, tal vez porque son los más hermosos. Usse, el castillo de la Bella Durmiente, es tal vez el preferido por los niños. Y Villandry es el más destacado por sus jardines.

Extendiéndose sobre el río, Chenonceau es un hermoso símbolo del Valle del Loira. Es enorme, con hermosos jardines, un laberinto y lleno de historia. Y el castillo de Villandry cuenta con unos maravillosos jardines donde puedes descansar de la visita. Una idea estupenda es subir por el pequeño paseo que hay detrás del castillo para disfrutar los jardines desde otro ángulo.

Castillo de Chenonceau / Pixabay
Castillo de Chenonceau / Pixabay

Cuarto día, vinos en Chinon

Hacen vino en casi todas partes a lo largo de toda la región del Valle del Loira, pero Chinon puede ser una estupenda opción. Las bodegas de Le Domaine de Noire, por ejemplo, tiene original oferta de vinos ecológicos y actividades enoturísticas, como la cata y degustación de vinos de un ánfora gigante, una técnica antigua que vuelve a estar de moda.

Y después de visitar el castillo de Chinon, es recomendable cenar en Dede La Boulange, un local inigualable donde disfrutar comidas y bebidas del valle.