Corría el año 2014 y Terelu Campos, entonces aun bajo la sombra mediática de su madre, sorprendía con una jugada maestra: la portada de ¡Hola!, junto a José Valenciano, su nueva ilusión y, de paso, su nuevo negocio. Con sonrisa triunfal y casa recién inaugurada en las afueras de Madrid, la colaboradora transformó su vida amorosa en oro televisado, embolsándose, según fuentes cercanas, entre 20.000 y 25.000 euros.

Todo por contar que su vida “se tambaleaba” y que José había llegado como el salvavidas de su naufragio emocional. Un año más tarde, la historia se repetía: nueva exclusiva, nueva cifra en la cuenta bancaria y una propuesta de matrimonio que mantenía en vilo al lector. ¿El resultado? Otro buen pellizco de 20.000 euros. Sin embargo, la felicidad duró poco. Tras casi dos años, la ruptura con Valenciano también se vendió en formato glossy. Tercera portada, mismo modelo de negocio.

La reina del amor por fascículos: un negocio en desuso

El patrón no era casual. A Carlos Pombo también lo presentó en ¡Hola!, y como de costumbre, la despedida tuvo su espacio editorial. El método estaba claro: relación pública, reportaje exclusivo y ruptura rentable. Sin embargo, ese guion que durante años sostuvo buena parte de su presencia mediática parece haberse quedado obsoleto. Porque ahora, aunque los rumores no cesan, Terelu ha decidido bajarse del tren del amor por fotocall. Hoy, su facturación viene de otra vía: los platós de televisión. Los focos siguen encendidos, pero esta vez alumbran los conflictos familiares, las tensiones con Carmen Borrego y los dardos cruzados en realitys, como su participación en Supervivientes 2025. Allí, entre cocos, lágrimas y renacuajos, Terelu se ha reinventado como personaje emblemático del drama social en medios.

Del amor al show: Terelu, la superviviente de sí misma

Ya no necesita un novio para hacer caja. Ahora le basta una conversación en la playa, un chisme en la palapa o una risa nerviosa junto a Makoke y Carmen Alcayde. En una escena que parece sacada de una sitcom improvisada, el hallazgo de un pequeño renacuajo derivó en bromas sobre embarazos y espermatozoides. Terelu, con humor, dijo: “Cuidado, no te acerques a ver si vas a llegar a la boda preñada”. Makoke respondió entre risas: “¿Te imaginas?”.

Carmen agregó: “¿Y qué, te vas a quedar embarazada de Nemo?”, a lo que Terelu contestó: “es el único de quien que me puedo quedar ya”. Y ahí estaba Terelu, jugando a la irreverencia como nueva arma mediática. Pero la guinda del pastel llegó con su supuesto tonteo con Álvaro Muñoz Escassi. De simple broma a coqueteo con tintes reales, la historia se disparó. El plató de Vamos a ver ardió. ¿Hubo algo antes o después de Lara Dibildos? No tenemos certezas, aunque ella dijo que “si tengo que apostar… apostaría a que ha sido después de estar conmigo”.

Al final, eso parece no importar demasiado. A día de hoy, Terelu no tiene pareja oficial, pero su soltería ya no vende titulares como antes. Ahora, las anécdotas amorosas se hablan en pasado, con un tono casi nostálgico, como si los novios de antaño fueran parte de un archivo mediático. Lo curioso es que no parece necesitar más. Con la marca Campos en plena reconfiguración, el amor ha pasado a un segundo plano. ¿Romances? Quizá. ¿Negocios sentimentales? No, gracias. Terelu ha dejado atrás los escarceos públicos para centrarse en capitalizar el drama doméstico y mantener su trono televisivo con una nueva moneda: la exposición sin filtros.