La convivencia entre Carlo Costanzia y Alejandra Rubio ha pasado de ser un proyecto de vida familiar a un auténtico infierno cotidiano, donde los gritos y las lágrimas han reemplazado los sueños compartidos. ¿La razón? Una presencia constante, imponente y cada vez más molesta: Terelu Campos, quien se ha convertido en la protagonista involuntaria de un drama que no parece tener final.

Según fuentes cercanas al entorno de la pareja, Terelu no se limita a visitar, sino que se instala en el hogar de la pareja. Llega sin previo aviso y se involucra en todo: desde la crianza del bebé, el menú del día, e incluso opina sobre las decisiones profesionales de Carlo, invadiendo cada rincón de la vida cotidiana de su hija y su yerno. Carlo, que había optado inicialmente por el silencio y la diplomacia por el bienestar de su hijo recién nacido, ha terminado estallando ante lo que considera una invasión absoluta de su espacio personal y emocional.

Terelu Campos  / GTRES
Terelu Campos / GTRES

Suegras enfrentadas: Mar Flores rompe el silencio con un dardo envenenado

Después de tantos años enfrentando escándalos mediáticos, Carlo Costanzia ha llegado a su límite. Lo que más le molesta, según quienes le conocen, no es solo la actitud de Terelu, sino la pasividad absoluta de Alejandra Rubio. La influencer, lejos de poner límites, parece justificar a su madre en todo momento, manteniendo una relación que algunos definen como “dependencia emocional tóxica”.

La gota que colmó el vaso para Carlo ha sido la actitud tóxica y exasperante de su suegra, hasta el punto de desahogarse con su madre, Mar Flores, revelándole todos los excesos que ha tenido que soportar en su propio hogar. Desde imponer su criterio en la decoración de la casa hasta cuestionar de manera cruel la maternidad de Alejandra, la lista de reproches parece no tener fin.

Mar Flores, conocida por su elegancia discreta, no ha permanecido indiferente. Durante una reciente entrevista, cuando le preguntaron por la supuesta "armonía" navideña entre ambas familias, dejó caer un dardo envenenado: "A mí no me gusta ir contando lo que hago en mis relaciones de familia". Una frase que, en otro contexto, habría pasado inadvertida, pero pronunciada por la madre de Carlo, sonó a reproche directo hacia el afán de exposición de Terelu.

Mar Flores / GTRES
Mar Flores / GTRES

La relación pende de un hilo y la familia se rompe por dentro

Los gestos fríos y el distanciamiento emocional son el pan de cada día. Y lo más grave: nadie en esta historia parece querer ceder terreno. Mientras Terelu sigue opinando con el mismo tono autoritario de siempre, Alejandra defiende su vínculo con su madre como si fuera sagrado, incluso a costa de su relación sentimental. Para muchos, la joven aún no ha logrado emanciparse emocionalmente de la figura materna, y esa falta de autonomía está destruyendo su presente con Carlo.

La tensión ha llegado al punto de que Carlo ya no oculta su hastío. Su comportamiento ante los medios lo dice todo: evasivo, con rostro desencajado y sin mencionar a su suegra ni una sola vez. La convivencia se ha vuelto insoportable, y el desgaste emocional salta a la vista. La relación entre Alejandra y Carlo está al borde del colapso, y aunque Terelu insiste en que "solo quiere ayudar", su constante intrusión ha destruido por completo la privacidad de la joven pareja.