El carismático Santi Balmes, voz y alma de Love of Lesbian, ha vuelto a dejar claro que detrás del brillo del escenario se esconde un artista profundamente humano. En una charla íntima con Dani Cabana en el pódcast ‘Último acorde talks’, el cantante abrió su corazón y confesó algo que pocos se atreverían a admitir en público: “Veo 20.000 personas y siento un respeto brutal”. Palabras que reflejan la mezcla de temor, humildad y emoción que todavía lo acompañan después de décadas de carrera artística.
El músico catalán, conocido por su verbo afilado y su sensibilidad lírica, está a punto de ofrecer un concierto histórico en el Movistar Arena, el tercero de su carrera, un evento que él mismo define como “una fecha marcada en el calendario”. Sin embargo, lejos de mostrarse confiado, Balmes reconoce que el peso del éxito no se lleva con ligereza. “Yo, que soy como una especie de hipocondríaco a nivel máximo, estoy pensando, ya verás tú, que me voy a poner enfermo”, reveló entre risas.
El miedo escénico que nunca se va: Santi Balmes y su respeto por el público
A diferencia de lo que muchos imaginarían, el vocalista de Love of Lesbian asegura que los miedos escénicos nunca desaparecen, ni siquiera tras llenar estadios y recorrer el país con giras multitudinarias. “No lo hemos superado”, confesó sin rodeos. Para él, subirse al escenario sigue siendo un acto de vértigo: “Cuando ves a tanta gente que ha comprado una entrada para verte, entiendes que ese día será importante en sus vidas”, afirmó. Pero Balmes no solo canta, sino que traduce la memoria colectiva en melodías. Su música, dice, es “la vitamina” que le permite seguir adelante cada día. Un alimento emocional que no solo nutre al público, sino que también mantiene viva la llama del artista.
En su conversación con Cabana, el cantante reflexionó sobre los inicios de la banda y el impacto de su disco más emblemático, “1999”, un álbum que definió toda una era y se convirtió en la banda sonora de una generación. “1999 generó una especie de fantasía que parecía algo así como un espejismo, algo casi real. La gente te decía, Dios mío, sois el grupo de mi vida”, explicó Balmes, dejando entrever la profunda conexión que los fans mantienen con la obra.
Vulnerabilidad y honestidad sin filtros, la firma de Santi Balmes
El álbum, concebido como una narración de una relación amorosa a lo largo de un año, roza el terreno del musical. “Era un riesgo”, admite Balmes, “podía parecer pretencioso, pero lo hicimos con honestidad total”. Esa sinceridad es, precisamente, lo que le ha dado al disco su longevidad: canciones que hablan del amor, la pérdida y el paso del tiempo desde una mirada profundamente humana.
Pero el cantante no se detiene ahí. Su evolución lo ha llevado a explorar nuevas emociones y conceptos, como demuestra su más reciente trabajo, “Ejército de salvación”, un homenaje a la amistad como fuerza vital. Con su característico humor y honestidad, Santi Balmes demuestra que sigue siendo mucho más que un músico: es un cronista de emociones, un intérprete del alma colectiva que no teme hablar del miedo, la fe ni la amistad. Y quizá sea precisamente eso —su vulnerabilidad sin filtros— lo que hace que miles de personas sigan viéndose reflejadas en sus canciones, noche tras noche, en cada escenario iluminado.