Desde que saltó a la fama, gracias al programa Operación Triunfo, el catalán Risto Mejide se ha escondido siempre bajo unas oscuras gafas de sol, jugando a ser una persona fuerte, a la que muchos temen, y que dice las cosas como las piensa. Sin filtros. Un papel que se le cayó por completo la noche del viernes 23 de abril en la cuarta semifinal de Got Talent. El marido de Laura Escanes ejerce como jurado en dicho programa de Mediaset y con una de las actuaciones no pudo evitar ponerse a llorar. Unas lágrimas que acompañó de un discurso muy emotivo dedicado a Julio, el hijo que tuvo con la presentadora catalana Ruth Jiménez.

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Papa et Neylia hicieron vibrar a todos con su actuación en el programa Got Talent. Tanto es así que se llevaron el pase de oro de todos los miembros del jurado. Una pareja que cautivó a todos con su coordinación, coreografía y complicidad. Una fuerte unión que emocionó mucho a Risto Mejide quien después de ver la actuación no pudo reprimir sus lágrimas. Pues el catalán estaba pensando en Julio, el hijo que tiene junto a Ruth Jiménez y a quien no ve tanto como le gustaría. Vive con su madre. Fotos de Risto emocionado.

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

Risto Mejide, Telecinco

"Mientras os veía estaba pensando en todos esos padres que no pueden pasar todo el tiempo que quieren con sus hijos", empezó diciendo Mejide, aludiendo de forma directa a su situación. "Pensaba en todas esas llamadas de buenas noches a tus hijos cuando no sabes dónde están", añadió. "Toda esa gente conectará con vosotros", remató el de Barcelona. Papa et Neylia son un dúo compuesto por un padre e hija. El padre está separado de la madre y la hija pasa mucho tiempo con la madre. De manera que los pocos ratos que padre e hija se ven aprovechan para divertirse juntos. Una situación idéntica a la que Risto Mejide afronta y que, a juzgar por sus lágrimas, le duele. Mucho.