Richard Gere vuelve a Madrid. Y no por trabajo ni por promoción. Lo hace por un motivo mucho más personal. Un motivo que, según su entorno, le hace especial ilusión: conseguir el pasaporte español. Su esposa, Alejandra Gere, lo confirma en unas declaraciones recogidas por La Vanguardia. España sigue siendo su hogar emocional, incluso después del anuncio reciente de que la familia volvía a instalarse temporalmente en Nueva York. La conexión con este país, dice ella, es profunda. Y no piensa romperla.
Alejandra ha regresado a Madrid para una visita breve. Tres niños, una agenda imposible y la preparación del estreno del documental Lo que nadie quiere ver. En él, cuatro personas sin hogar cuentan su historia a la pareja. Es un proyecto íntimo, social y muy duro. El tipo de trabajo que los une. El tipo de proyecto que también explica por qué Richard quiere ser, algún día, ciudadano español. “Claro que quiere. Está encantado”, asegura ella. Y añade que, aunque aún lucha con el idioma, vive rodeado de español a diario.
Los Gere y su lucha por los más desfavorecidos
Su historia sentimental comenzó con un flechazo. En Amalfi, un hotel familiar. Una conversación inesperada que empezó cuando él creyó que Alejandra no lo reconocía. Ella dice que eso es imposible. La realidad es que ambos sintieron una conexión inmediata. Una mezcla de afinidad personal y compromiso social. En su caso, la causa era la lucha contra el sinhogarismo. Alejandra lo descubrió con crudeza durante el rodaje de Time out of mind, cuando Gere interpretó a un hombre invisible para la sociedad. Ese proyecto cambió su vida, y también su forma de mirar a quienes duermen en la calle.
Desde 2015, Alejandra es embajadora de Hogar Sí. Gere, desde la Gere Foundation, también se implica activamente. Ambos creen que hay que actuar rápido. Que seis meses en la calle pueden destruir a cualquiera. Que detrás de cada historia hay miedo, azar y circunstancias que cualquiera podría vivir. Y que ayudar debe hacerse con discreción. Sin ruido, con elegancia y con compromiso de verdad.
El matrimonio también comparte otra pasión: el budismo. Fueron sus maestros quienes la introdujeron en esta filosofía. Richard insistió hasta que ella cruzó la puerta correcta. Desde entonces meditan juntos. Buscan silencio y equilibrio. Practican mindfulness. Y lo aplican a su vida familiar, tanto en Madrid como en Nueva York. Es su forma de sostener una vida extremadamente pública sin perderse por el camino.
Richard Gere quiere el pasaporte español
La fama, admite Alejandra, fue un terremoto. Pasó de una vida relativamente discreta a tener 28 motoristas siguiéndola por la Castellana. Su matrimonio con Richard, en 2018, multiplicó ese impacto. Pero no lo cambiaría. Ni un solo minuto. Ni siquiera los episodios más duros de aquel divorcio que coincidió con el inicio de su relación.
Hoy viven más tranquilos. Más centrados y seguros de lo que quieren. Y una de esas decisiones es seguir vinculados a España. Seguir construyendo aquí. Y que, más pronto que tarde, Richard Gere jure bandera y consiga ese pasaporte que ya siente, de alguna manera, como suyo.
